El presidente egipcio, Hosni Mubarak, no renunció anoche al cargo, como se esperaba, pero delegó poderes a su vicepresidente. El anuncio profundizó el malestar de los cientos de miles de personas reunidas en la plaza Tahrir de El Cairo.

Tras conocer la información, la multitud estalló en un rugido de «¡Vete, vete!»  y «Te vamos a enterrar bajo tierra», en una mezcla de decepción e ira. En el transcurso del día fue cada vez ganando más fuerza la posibilidad de que Mubarak dejara el poder.

El aire se impregnaba de agresividad en la plaza Tahrir y empezaron a oírse llamamientos entre la multitud a dirigirse al Palacio presidencial y sacar a Mubarak de allí por la fuerza, haciendo temer una escalada de la violencia. Hasta el cierre de esta edición, 19.00, no se había registrado tal hecho.

El desengaño que sienten los manifestantes en la plaza principal no debe sorprender a nadie, informa El Mundo. Desde primera hora de la tarde, lo único que se escuchaba en El Cairo era la noticia de la dimisión inminente de Mubarak, tras 30 años de poder absoluto, y más de dos semanas de revueltas populares.

Partiendo de su autoproclamada posición como «padre» de los «ciudadanos e hijos de Egipto, hombres y mujeres, jóvenes de Egipto en la plaza de Tahrir», el Mandatario se dirigió a la nación con un tono firme, incluso a veces severo, y sobre todo serio.

«No voy a salir del país en este momento difícil y voy a apoyar a cualquiera que quiera apoyar a Egipto para conseguir nuestros objetivos en medio de una concordia nacional».

Pronunciamiento. Mubarak, enfrentado desde hace 17 días a una rebelión que exige su renuncia inmediata, afirmó que participará en la transición política hasta las elecciones presidenciales de septiembre, aunque anunció que delegará poderes al vicepresidente Omar Suleimán, sin precisar cuáles.

Agregó que está determinado a vivir y morir en Egipto, desalentando a los que esperaban que partiese al exilio dejando vía libre a las reformas democráticas. «Me aferraré a proteger la Constitución y los intereses del pueblo hasta que se entregue el poder y la responsabilidad a quien elijan los electores en septiembre próximo», afirmó.

Agregó que no escuchará dictámenes extranjeros y se comprometió a un «traspaso pacífico» del poder.  «¿Dónde está el Ejército egipcio?», coreaba una muchedumbre furiosa que poco antes había oído que las Fuerzas Armadas estaban tomando «las medidas necesarias para proteger a la nación y apoyar las legítimas demandas del pueblo».

En este mismo lugar, teñido ahora de cólera e indignación, pocas horas antes la multitud se había entregado a una fiesta de júbilo con la casi certeza de que anunciaría su dimisión, luego de una revuelta que se ha cobrado la vida de unas 300 personas.

«El pueblo quiere juzgar a Mubarak», había coreado insistentemente la multitud agitando banderas egipcias, pancartas y fotos de los mártires mientras esperaba con el corazón en un puño el discurso del Presidente.

Los militares, apoyados por tanques, habían dejado acceder libremente a todo el mundo a la emblemática plaza principal, olvidando los controles de identidad y nacionalidad que se habían aplicado hasta ahora. Antes de que el lugar se llenase, la explanada había dado cabida a múltiples estrados con oradores de todos los gustos, y en un ángulo unos 150 hombres en filas de 30 se concentraron en la plegaria musulmana.

ElBaredei teme lo peor

El opositor egipcio y premio Nobel de la Paz, Mohamed ElBaradei, instó al Ejército a «salvar» a Egipto, que está a punto de «explotar», tras anunciar Hosni Mubarak su permanencia en la presidencia. «Egipto va a explotar. El Ejército tiene que salvar al país ya mismo», escribió ElBaradei en Twitter, según AFP.

La gente lloró y se quitó los zapatos

La indignación e incluso los llantos sucedieron al silencio guardado durante todo el mensaje del Mandatario, ya que la mayoría de la gente en la plaza Tahrir esperaba que Hosni Mubarak anunciara su renuncia.

Muchos de los congregados se quitaron los zapatos y los levantaron al aire con la suela hacia la pantalla, un gesto de desprecio en el mundo árabe. Antes de que acabara el discurso presidencial, los manifestantes comenzaron a gritar en contra del Mandatario.

El l principal grupo opositor, los Hermanos Musulmanes, rehusó hacer comentarios sobre las palabras de Mubarak y su portavoz, Isam al Arian, dijo a EFE que su agrupación no se pronunciará oficialmente hasta este viernes. Poco después de la intervención, el Vicepresidente apareció en la televisión estatal para dar un discurso en el que calificó la situación actual del país de «momento decisivo».