La dimisión presentada ayer por el primer ministro de Túnez, Mohamed Ghanuchi, y su relevo por el recién nombrado Beyi Said Essebsi, sume al país en la inestabilidad cuando comenzaba a encarar una difícil transición tras la revolución que derribó al presidente Zine El Abidín Ben Alí.

Tras comunicar Ghanuchi su dimisión, el presidente interino, Fuad Mebaza, designó como jefe del Ejecutivo a Essebsi, antiguo decano del Colegio de Abogados de Túnez y que ya había ocupado cargos en gobiernos anteriores.

Sin embargo, el portavoz del principal sindicato tunecino, la
Unión General de Trabajadores de Túnez, manifestó en un canal de televisión que esta fuerza sindical no reconocía a Essebsi como primer ministro, dado que el Presidente había decidido su nombramiento de manera unilateral y sin contar con el resto de las fuerzas políticas y sociales del país.

Ghanuchi anunció su dimisión en una rueda de prensa en el Palacio de Cartago, sede de la Presidencia, al mismo tiempo que la Policía y la Guardia Nacional libraban por segundo día duros enfrentamientos con grupos de manifestantes que exigían su salida como jefe del Ejecutivo.

De acuerdo con el balance difundido por el Ministerio tunecino del Interior, cinco personas murieron en los enfrentamientos del sábado. Fuentes de la oposición dijeron a EFE que otro manifestante había fallecido en los choques registrados el domingo.