El régimen sirio volvió a recibir con un baño de sangre las masivas protestas que, un viernes más, sacaron a miles de personas a las calles de las principales ciudades del país para pedir la renuncia del presidente, Bachar al Asad.

Según dijo a EFE el presidente de la Organización Nacional de Derechos Humanos en Siria (ONDHS), Ammar Qurabi, uno de los opositores más reconocidos del país y que permanece en el exilio, al menos 25 personas murieron en la represión.

De esa cifra, que todo indica que irá en aumento, Qurabi explicó que su organización ha identificado al menos 23 fallecidos, entre quienes hay un niño muerto en el barrio damasceno de Yober.

Las manifestaciones más sangrientas, según los primeros datos, fueron las que tuvieron lugar en la capital, Damasco.