Con un nuevo grito por la paz y el desarme, Japón recordó ayer a las víctimas de la bomba atómica que arrasó Hiroshima hace 66 años; en la ceremonia el primer ministro Naoto Kan cuestionó «el mito de la seguridad» de la energía nuclear.

Como cada año, un minuto de silencio solo roto por varias campanadas recordó en el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima el momento en que la bomba cayó sobre la ciudad y acababa de forma inmediata con la vida de sus habitantes.

 En la ceremonia se añadieron 5.785 nuevos nombres a la lista del total de personas que perdieron la vida directa o indirectamente por la tragedia de Hiroshima. Ahora son 275.230.

En 1945, Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas en Japón: el 6 de agosto en Hiroshima y tres días después en Nagasaki.
Representantes de unos 70 países, incluido Estados Unidos, y la ONU estuvieron entre los cerca de 50.000 asistentes al homenaje, entre ellos ancianos supervivientes de la bomba y sus familiares, cuyo mensaje contra la radiactividad se vio este año amplificado por la crisis en la central nuclear de Fukushima. Hecho que obligó a más de 80.000 personas a abandonar la región dentro de un radio de 20 kilómetros. La catástrofe más grave, desde Chernóbyl hace 25 años, provocó daños a la agricultura, pesca, industria y turismo.

Durante el acto, Kan expresó su «profundo pesar» por haber creído en el «mito de la seguridad» de la energía nuclear. Insistió en que Japón «revisará su política energética desde la base».

El alcalde, Kazumi Matsui, cuestionó la política energética nacional y subrayó la «tremenda ansiedad» que suscita «la actual amenaza de la radiactividad» en Fukushima. Reclamó la abolición de las armas nucleares y lanzó una tibia crítica a EEUU al recordar que «continúa haciendo sus pruebas nucleares».

En Hiroshima viven 68.886 supervivientes con una edad media de 77 años.