La ONU acusó ayer al régimen de Bashar al Asad de haber negado la visa a tres observadores y de mantener armamento pesado en las ciudades de Siria, donde murieron 31 personas más en actos de violencia.
Las fuerzas de seguridad sirias siguen teniendo armas pesadas en las ciudades y tanto el Gobierno como la oposición han cometido violaciones del alto el fuego, vigente desde el 12 de abril, anunció ayer un funcionario de la Organización de Naciones Unidas.
El jefe de las operaciones de mantenimiento de la paz, Herve Ladsous, dijo en rueda de prensa que hasta la fecha los países de la ONU sólo han ofrecido 150 de los 300 observadores previstos. Los 24 observadores desarmados presentes ya en Siria vieron armas pesadas en las ciudades, añadió.
“En lo referente a las armas pesadas, nuestros observadores militares han visto cierta cantidad de vehículos blindados y de cañones Howitzer, además de otros equipos armados”, declaró. Las autoridades sirias han dicho a los observadores que los coches blindados han sido retirados, “pero no hemos podido verificarlo”, añadió el diplomático. Además del cese de las hostilidades, el plan del emisario internacional Kofi Annan prevé el regreso del ejército a los cuarteles, el derecho a manifestarse pacíficamente y la liberación de las personas detenidas en el marco de la revuelta popular.
Ladsous también puntualizó que Damasco había negado la visa a tres observadores, sin brindar las nacionalidades de los mismos. Por otra parte, el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Gran Bretaña, afirmó que ayer 31 personas más murieron en actos de violencia.
Al menos diez civiles, entre ellos nueve miembros de una misma familia (ver infografía), murieron en bombardeos de las tropas en la provincia de Idleb (noroeste), indicó el OSDH. Un obús causó la tragedia.
Desde marzo de 2011, cuando comenzó la rebelión popular contra el régimen de Asad, la violencia provocó en Siria la muerte de más de 11 mil personas, según el observatorio.