Popularidad de Rousseff se derrumba y se anuncian protestas para final de Copa Confederaciones
En la inauguración de la Confederaciones hace dos semanas en Brasilia, la mandataria fue abucheada en el estadio. Este domingo para la final Rousseff no estará presente en el Maracaná, según ha reportado la prensa local.
La popularidad de la presidenta Dilma Rousseff se derrumbó 27 puntos (a 30%) tras la ola de protestas que se inició hace más de dos semanas en Brasil, una jornada de movilizaciones que promete repetirse el domingo para la final de la Copa Confederaciones de la FIFA en Rio de Janeiro.
Según un sondeo de la firma Datafolha difundido este sábado, la popularidad de Rousseff cayó de 57% a 30% desde la primera semana de junio, impactada por las masivas protestas callejeras en demanda de mejoras sociales.
En marzo, Rousseff exhibía una popularidad de 65%, según Datafolha, y al menos hasta el inicio de las protestas figuraba como la favorita para ganar las elecciones presidenciales de octubre de 2014.
«Es grave para el gobierno, que está en un contexto complejo de dificultades con los movimientos sociales», declaró a la AFP el analista político André César, de la consultora Prospectiva en Brasilia.
«Y esto debilita aun más a la presidenta, porque refuerza la presión de los aliados y también de la oposición, que aspirará a sacar provecho. Es el peor escenario posible», afirmó.
La popularidad de la presidenta ya había caído entre marzo y junio de 65% a 57% según Datafolha, afectada por el lento crecimiento de la economía y la aceleración de la inflación en el país (6,5% en 12 meses a mayo, el techo de la meta oficial).
Brasil, séptima economía del mundo, creció apenas un 0,6% en el primer trimestre de 2013 en relación al anterior. En 2012 se expandió 0,9% tras hacerlo 2,7% en 2011 y un fuerte 7,5% de 2010.
«Si la economía estuviera bien sería distinto, pero no es el caso», añadió el analista. Con las protestas y las demandas sociales sobre la mesa, «ahora hay un cuadro radicalmente diferente que nadie imaginaba. Dilma ya no es la presidenta fuerte de hace unos meses», planteó César.
«Rousseff tiene que recuperar la gobernabilidad y, a partir de ahí, pensar en la reelección», añadió.
Varias de las protestas terminaron con enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Una «Copa de Manifestaciones»
Para la final de la Copa Confederaciones la noche de este domingo entre Brasil y España en el mítico Maracaná de Rio se han convocado varias protestas, que confluirán en una marcha hacia el estadio.
«No sé si Brasil va a ser campeón, pero la Copa de las Manifestaciones ganará por goleada», declaró al diario O Globo un manifestante de los movimientos que convocan a las protestas.
Las manifestaciones estallaron hace más de dos semanas a raíz del alza de las tarifas del transporte público, pero luego derivaron en un masivo reclamo en demanda de mejores servicios y más inversiones públicas en salud y educación.
Los cientos de miles de manifestantes que han salido a las calles de numerosas ciudades brasileñas también han cargado contra la corrupción y los millonarios gastos públicos en la organización de la Confederaciones y el Mundial-2014.
El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aseguró el viernes que la Confederaciones ha sido una prueba «exitosa» y reiteró que no hay un «plan B» para organizar el torneo de 2014 en otro país.
En la inauguración de la Confederaciones hace dos semanas en Brasilia, la mandataria fue abucheada en el estadio. Este domingo para la final Rousseff no estará presente en el Maracaná, según ha reportado la prensa local.
En las redes sociales, sin embargo, circula una convocatoria a abuchear a la presidenta después de cantar los himnos de los finalistas.
La Policía Militar de Rio movilizará 6.000 efectivos dentro y fuera del estadio y un centenar de vehículos para la seguridad.
Medidas contra protestas
Para hacer frente a las movilizaciones, la mandataria lanzó un plan para convocar a un plebiscito que dé pie a una reforma política, que adoptaría nuevas reglas para la financiación de campañas electorales, definiendo un nuevo sistema de votación y combatiendo las prácticas corruptas.
La presidenta ya cosechó el apoyo de la base aliada pero dejó pendiente una reunión con los líderes de la oposición, que se oponen a un plebiscito y consideran que la reforma debe ser enteramente decidida por el Congreso y sometida a un referéndum.
Los partidos opositores acusan a Rousseff de «desviar la atención» con el plebiscito.
En el Legislativo se aprobó esta semana un paquete de medidas en respuesta a las protestas, como destinar las regalías del petróleo a educación y salud, incentivos para reducir el precio del transporte y el aumento de penas por corrupción.
El viernes, además, se entregó a la policía en Brasilia el diputado Natan Donadon, cuya prisión inmediata ordenó esta semana la Corte Suprema tras una condena de 2010 por malversación de fondos públicos.
Las movilizaciones han seguido estos días y se mantendrán. Entre otras, centrales sindicales anunciaron una jornada de movilización para el próximo 11 de julio