Decenas de miles de partidarios de Mohamed Mursi se congregaron para el primer viernes del ramadán frente a una mezquita de El Cairo, exigiendo el regreso de su presidente derrocado por el ejército, en un clima de tensión y de fuertes incertidumbres.

Los opositores a Mursi también habían previsto una demostración de fuerza en la plaza Tahrir, al final de la noche, con motivo de la ruptura del ayuno.

A mediodía, la muchedumbre ya era muy grande frente a la mezquita Rabaa al Adawiya, en el barrio de Nasr City, que partidarios del presidente derrocado ocupan desde hace semanas.

Un Corán en la mano, una bandera egipcia en la otra, los manifestantes islamistas, provenientes de diversas regiones, fustigaron al ejército y reiteraron su lealtad con Mursi, constató un periodista de la AFP.

«Estoy convencido de Mursi volverá a recobrar su puesto. Toda injusticia tiene un fin», declaró Ibrahim Mohamed, estudiante originario de la provincia de Charqiya, en el delta del Nilo.

Los partidarios de los nuevos gobernantes, que accedieron a sus cargos tras el golpe militar del 3 de julio, se manifestarán por su parte en la céntrica plaza Tahrir y frente al palacio presidencial, en el barrio de Heliópolis, en la periferia.

La mayor movilización podría tener lugar al anochecer, cuando se rompa el ayuno del ramadán.

A unos kilómetros de allí, la emblemática plaza Tahrir estaba casi vacía, bajo el sol aplastante de verano, y solo algunas docenas de manifestantes escuchaban la oración. La gran cita es para la noche.

«Con el calor y el ramadán, la gente sigue en sus casas durante el día. Pero esta noche, vendrán por miles para la iftar (ruptura del ayuno) común»,  declaró a la AFP, Gamal, 48 años, refugiado.

Esta doble demostración de fuerza en la calle hace temer nuevos actos de violencia, luego de los que causaron un centenar de muertos desde el derrocamiento de Mursi, acusado de haber traicionado los ideales de la revuelta contra Hosni Mubarak, de no haber sabido administrar el país y solo haber defendido los intereses de su cofradía.

El mes sagrado del ramadán para el mundo musulmán comenzó con un ambiente mucho menos animado que de costumbre en Egipto, el país más poblado del mundo árabe, con unos 84 millones de habitantes, lo que refleja las tensiones que prevalecen desde la caída de Mursi.

Por la noche, un policía de alto rango murió y uno fue herido en un ataque a un punto de control en la península del Sinaí (noreste), y un puesto de policía fue atacado en la ciudad de El Arish por un grupo de hombres armados, indicaron las autoridades.

Esa región sufre problemas de seguridad desde la caída de Hosni Mubarak, en 2011, y los incidentes aumentaron desde que Mursi fue depuesto.

Unas cien personas murieron desde la caída del ex jefe de Estado, acusado de haber traicionado los ideales democráticos de la revuelta contra Mubarak, de mala gestión y de servir los intereses de los Hermanos Musulmanes.

Los partidarios de Mursi defienden que es el primer presidente de la historia del país que ha sido elegido democráticamente.

El lunes, días antes del inicio del ramadán, 53 personas murieron y varias resultaron heridas durante graves disturbios durante una manifestación a favor de Mursi ante la sede de la Guardia Republicana.

Los Hermanos Musulmanes denunciaron una «matanza» contra manifestantes pacíficos, mientras que el ejército aseguró que atacó a un grupo de «terroristas».

La desconfianza de los islamistas ante las nuevas autoridades fue reforzada el miércoles al emitirse una nueva orden de detención contra el Guía Supremo de los Hermanos Musulmanes por incitación a los disturbios del lunes.

Estados Unidos pidió este viernes a los militares egipcios y a los dirigentes civiles interinos del país que liberen al presidente Mohamed Mursi, detenido desde hace más de una semana tras ser derrocado.

La portavoz del departamento de Estado Jen Psaki dijo que Estados Unidos estaba de acuerdo con el llamado a liberar a Mursi realizado un poco antes por Alemania y que hacía «públicamente» el mismo pedido.

Psaki indicó que altos funcionarios estadounidenses habían estado en contacto regular con todos los sectores de la sociedad egipcia.

La portavoz de la diplomacia condenó estos últimos días las detenciones arbitrarias, pero se había negado a decir si la administración estadounidense pediría la liberación de Mursi.

Mursi «está en un lugar seguro» y «es tratado dignamente», según las nuevas autoridades. Pero no ha aparecido en público desde su derrocamiento el 3 de julio.

Por su lado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a las nuevas autoridades a respetar sus «obligaciones internacionales» en materia de derechos.

También el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, pidió este viernes a Egipto que libere a Mursi, detenido el 3 de julio tras su derrocamiento por parte de las Fuerzas Armadas.

«Pedimos que se ponga fin a todas las medidas que limitan la libertad de movimiento de Mursi», declaró el ministro, citado en un comunicado.

Westerwelle pidió también que una «institución neutral y con credibilidad indiscutible» tenga «acceso inmediato al ex presidente».

Durante la conferencia de prensa semanal del gobierno, el portavoz del ministerio, Martin Schäfer, dijo que dicha institución podría ser el Comité Internacional de la Cruz Roja.

El miércoles, el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores egipcio, Badr Abdelatty, declaró que Mursi se encuentra «en un lugar seguro por su propia seguridad», que es «tratado de manera digna» y que por el momento no hay acusaciones contra él.

Mientras, continúan las conversaciones para formar un nuevo gobierno dirigido por el primer ministro Hazem Beblawi.