La situación en Egipto pone contra las cuerdas la diplomacia de EEUU
Tras un mes de inestabilidad y constantes manifestaciones, las fuerzas del orden dispersaron este miércoles dos plazas en las que acampaban partidarios de Mursi, dejando al menos 278 muertos. Las autoridades decretaron posteriormente el estado de emergencia durante un mes y un toque de queda.
El baño de sangre en que se ha sumido Egipto pone contra las cuerdas a la diplomacia estadounidense y sus contradicciones, al haber apoyado de facto el golpe de Estado contra Mohamed Mursi al tiempo que apela por un retorno de la democracia.
Ante la crisis de su aliado egipcio, Estados Unidos está en una delicada situación tras la Primavera Árabe y la caída de Hosni Mubarak a principios de 2011.
Para los analistas, el gobierno estadounidense lleva dos años y medio entre los Hermanos Musulmanes del presidente Mursi -elegido democráticamente en 2012 y que fue destituido y arrestado en julio- y los «anti-islamistas liberales» que apoyaron al ejército que retomó el poder con un golpe de Estado.
Tras un mes de inestabilidad y constantes manifestaciones, las fuerzas del orden dispersaron este miércoles dos plazas en las que acampaban partidarios de Mursi, dejando al menos 278 muertos. Las autoridades decretaron posteriormente el estado de emergencia durante un mes y un toque de queda.
La comunidad internacional condenó en los términos más duros esta matanza, pero Estados Unidos tardó en reaccionar, dando muestras de la delicada posición en la que se encuentra.
El secretario de Estado John Kerry dijo este miércoles que «los acontecimientos de hoy son deplorables y van en contra de las aspiraciones egipcias de paz, inclusión y genuina democracia».
«El gobierno interino y los militares -que juntos poseen la preponderancia del poder en esta confrontación- tienen una única responsabilidad de evitar ulterior violencia y ofrecer opciones constructivas para un proceso pacífico e inclusivo a través de todo el espectro político», agregó.
«Esto incluye enmendar la constitución y sostener elecciones parlamentarias y presidenciales, a las que el propio gobierno interino ha llamado», dijo.
La Casa Blanca de su lado condenó «con fuerza el uso de la violencia contra los manifestantes en Egipto» y exhortó a todas las partes «a que se abstengan de usar la violencia y resolver sus diferencias pacíficamente».
También reclamó al gobierno interino «respetar los derechos humanos básicos como la libertad de asociación pacífica y seguir el proceso respetando la legislación», según una declaración del portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
Washington afirma oficialmente no tomar partido en la crisis egipcia.
«Estados Unidos se encuentra en una situación extremadamente delicada porque tiene muy poca influencia en lo que está pasando en el país», apuntó a la AFP Husein Ibish, experto en el mundo árabe e investigador en la American Task Force on Palestine, en la capital estadounidense.
Millonaria ayuda militar
Aliado durante 30 años del régimen autoritario y pro-occidental de Mubarak, Estados Unidos se encuentra desde hace dos años y medio en un dilema: cómo apoyar las aspiraciones democráticas de una parte de los egipcios mientras sigue vinculado a uno de sus principales socios en el mundo árabe.
Para Ibish «los estadounidenses están bloqueados (…) entre los Hermanos Musulmanes y los anti-islamistas», entre «dos concepciones opuestas a la democracia» en Egipto.
El analista estima que Estados Unidos «tiene el sentimiento de no tener aliados naturales» ni del lado de los militares ni del de los Hermanos Musulmanes.
Bajo la era de Mursi, Washington se encontró en un terreno ambiguo, trabajando con el régimen islamista del «nuevo Egipto» y defendiendo la democratización y desarrollo económico del país.
Kerry había dejado en marzo al gobierno un cheque de 250 millones de dólares en concepto de asistencia presupuestaria.
Kerry también renovó el apoyo a las fuerzas armadas, desbloqueando en mayo 1.500 millones de dólares que Egipto recibe cada año, convirtiendo al Ejército egipcio en el segundo receptor de ayuda estadounidense, tras Israel. Sin embargo, la entrega de cuatro cazas F-16 fue aplazada.
El jefe de la diplomacia estadounidense manifestó posteriormente su preocupación por el giro autoritario que estaba adoptando el gobierno de Mursi, al tiempo que cada vez sonaba con más fuerza en Washington la posibilidad de una intervención militar en Egipto.
De hecho, a principios de agosto Kerry pareció apoyar la caída de Mursi, afirmando que el ejército intervino para «restablecer la democracia» ante la demanda de «millones y millones de personas». Pero luego dio marcha atrás haciendo un llamamiento para recuperar la democracia mediante elecciones.
El gobierno estadounidense evita con mucho cuidado emplear el término «golpe de Estado» para poder seguir enviando sus 1.300 millones de ayuda. La ley estipula que toda ayuda debe ser suspendida si un gobierno civil es derrocado por un ejército.
Kerry alabó en abril ante el Senado el decisivo papel que jugaron las altos mandos militares egipcios para evitar una guerra civil tras la caída de Mubarak. También aprovechó para defender que la ayuda militar destinada a El Cairo es «la mejor inversión que Estados Unidos ha hecho en la región».
«Una de las características más espantosas del golpe de Estado egipcio (…) es esta concepción universal que adoptan los liberales de este país que prefieren un régimen militar a un régimen islamista votado», deploró el experto James Traun en su blog de la revista Foreign Policy.