El ‘monstruo de Cleveland’, murió en prisión
Suicidio. El secuestro de tres mujeres durante 10 años conmocionó al mundo

El secuestrador de Cleveland Ariel Castro, hallado ayer ahorcado en su celda mientras cumplía cadena perpetua por haber secuestrado y violado a tres mujeres durante una década, se habría suicidado a pesar de estar sometido a vigilancia. “Parece tratarse de un caso de suicidio”, dijo ayer a la AFP Jo Ellen Smith, portavoz del departamento penitenciario de un suburbio de Columbus (norte).
Castro, de 53 años y origen puertorriqueño, había sido condenado el 1 de agosto a cadena perpetua con una pena de 1.000 años de prisión. “Estaba detenido bajo alta vigilancia, lo que significa que estaba solo en su celda y había rondas de control a intervalos regulares de 30 minutos. Cuando lo descubrieron, el personal penitenciario médico trató de revivirlo”, dijeron responsables del servicio penitenciario.
Castro fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de salir de la cárcel, por los cargos de homicidio agravado —debido a que puso fin al embarazo de una de sus cautivas— así como por cientos de otros delitos que incluyen secuestro y violación.
Por su parte, el fiscal del caso, Timothy McGinty, quien había solicitado la pena de muerte para Castro, dijo: “Estos perversos son cobardes. Este hombre no soportó ni siquiera un mes lo que hizo sufrir (a sus víctimas) durante más de diez años”.
Castro, apodado “el monstruo de Cleveland”, había sido detenido luego de que el 6 de mayo una de sus víctimas, Amanda Berry (de 27 años), lograra huir de la casa en la que también estaban secuestradas. Michelle Knight (32 ) y Gina DeJesus (23).
Adicción. Berry tuvo una hija, Jocelyn, nacida en cautiverio y ahora de seis años; hija de Castro, según demostraron posteriormente los análisis de ADN. En una declaración ante el tribunal, Castro —vestido con el traje anaranjado de los prisioneros y encadenado de pies y manos— había confesado ser adicto al sexo y estar enfermo. “No soy un monstruo. Soy una persona normal. Sólo estoy enfermo. Tengo una adicción como un alcohólico tiene una adicción”.
Reconoció además haber sufrido abusos cuando era pequeño y haber crecido obsesionado con el sexo y la pornografía. “Señor, no hay lugar ni en esta ciudad ni de hecho en el mundo para los que esclavizan a los otros, para los que agreden sexualmente y brutalizan”, le fustigó el juez durante el juicio.