EEUU evoca asesinato de JFK
Aniversario. Hoy se cumplen 50 años de la muerte de uno de los íconos del país
Estados Unidos (EEUU) conmemora hoy con momentos de recogimiento y misas en todo el país los 50 años del asesinato de su emblemático presidente John F. Kennedy en Dallas, donde repicarán las campanas en su honor.
A las 12.30 locales (14.30 HB), un minuto de silencio acompañado del doblar de las campanas de las iglesias de Dallas (Texas, sur), marcará el instante preciso en el cual el presidente 35° de EEUU fue alcanzado por las balas de Lee Harvey Oswald el 22 de noviembre de 1963, según la investigación oficial de una comisión especial, aún muy cuestionada.
El trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, de 46 años, de quien tanto la figura como el mito están siempre rodeados de un halo de fascinación, murió hace 50 años por las balas disparadas por Lee Harvey Oswald, de 24 años, según la investigación oficial, aún muy cuestionada.
Oswald, simpatizante comunista de 24 años, fue asesinado dos días más tarde por el dueño de un local nocturno de Dallas, Jack Ruby, condenando al misterio las circunstancias y los móviles del atentado, que sacudió al mundo entero. El mito Kennedy, alimentado por su juventud, su belleza y estilo moderno proyectado por la televisión, sigue intacto en el corazón de los estadounidenses medio siglo más tarde.
Tres cuartas partes de los norteamericanos colocan a JFK a la cabeza de la lista de los dirigentes estadounidenses modernos que siguen siendo “notables”, por delante de Ronald Reagan y Bill Clinton, según un sondeo de Gallup realizado la semana pasada.
John F. Kennedy, nacido en una familia rica e influyente de Boston (este), se convirtió en el presidente estadounidense más joven y el primero de religión católica, encarnando una era de esperanza para la generación de los denominados baby-boomers (nacidos después de la Segunda Guerra Mundial).
De su mandato trágicamente truncado, la historia se acuerda particularmente de su enfrentamiento con los soviéticos durante la llamada crisis de los misiles, la derrota de la invasión a Cuba en Bahía de Cochinos y el programa Apolo para enviar a un estadounidense a la Luna. Sus frases “Ich bin ein Berliner” (soy berlinés) lanzada en un Berlín dividido, y “No pregunten qué puede hacer su país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”, pronunciada el día de su investidura, están grabadas en la memoria mundial.
Imagen. Esta última frase se puede leer en una placa cerca de la tumba del presidente en el cementerio militar de Arlington, en los suburbios de la capital estadounidense, que es visitada por unas 3 millones de personas al año.
Medio siglo más tarde, la imagen dejada por este joven presidente lleno de vida, ícono político y cultural en una época en la que el país apenas salía de la angustia de la posguerra, es nueva y minuciosamente analizada.
En la elección de 1960, JFK se había impuesto como el profeta del cambio y para la generación del baby-boom que él inspiró, su presidencia encarna un período de grandes esperanzas, súbitamente destruida en pleno vuelo.
Kennedy no se convirtió en un viejo encanecido. Se mantuvo como el símbolo de la juventud perpetua y una promesa jamás opacada. Para muchos continúa siendo el héroe valeroso de la Segunda Guerra Mundial, atlético y de sonrisa seductora, padre de familia y mujeriego, casado con la quinta esencia del glamour, o incluso el líder que evita a último momento una guerra nuclear durante la crisis de los misiles en Cuba.
Casi todos los presidentes estadounidenses que lo sucedieron en algún momento invocaron su legado, destacando su retórica y seducción. Las teorías conspirativas suscitadas por su asesinato, las revelaciones sobre sus célebres aventuras amorosas o sobre su frágil salud, cuando transpiraba energía, ayudaron a forjar su leyenda.
Según el analista Leonard Steinhorn, JFK fue el primer presidente que comprendió y luego explotó con maestría el poder de la televisión. Kennedy “todavía sirve de modelo en lo que respecta a carisma, prestancia, o a capacidad de liderazgo que se espera de nuestros presidentes”, subrayó.
Todos los sitios que de alguna manera tuvieron un lugar en la vida del presidente lo recuerdan, tienen programados eventos durante el día de hoy. El presidente Barack Obama ya visitó el miércoles la tumba de Kennedy, acompañado del exmandatario Bill Clinton y su esposa, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
La hija de Kennedy va a Japón
La nueva embajadora de Estados Unidos en Japón, Caroline Kennedy, presentó sus credenciales al emperador Akihito, tres días antes de que se cumpla medio siglo de la muerte de su padre, el asesinado presidente John F. Kennedy. Caroline Kennedy, de 55 años, fue una de las primeras personalidades que respaldó al actual presidente Barack Obama. AFP
‘Maldición’ de la familia continúa
“La maldición de los Kennedy vuelve a golpear, titulaba The Independent en 2012 tras el suicidio de una nuera de Robert Bobby Kennedy, alimentando la idea, ignominiosa para algunos, de que el clan más observado de Estados Unidos vive una eterna tragedia griega.
Desde el asesinato del presidente John F. Kennedy hace 50 años, el clan debió enfrentar el también homicidio de su hermano Bobby en 1968, la muerte por sobredosis de drogas de David en 1984 (hijo de Bobby) y el deceso en un accidente de ski de Michael (otro hijo de Bobby), en 1997. El último drama hasta ahora ha sido el suicidio de Mary Richardson Kennedy, la segunda esposa de Bobby Junior, en mayo de 2012. Pero fue la muerte de John John, el hijo de JFK y Jackie Kennedy, al accidentarse la avioneta que él mismo piloteaba el 16 de julio de 1999, lo que conformó al mito de la maldición.
Algunos partidarios de la teoría de la conspiración atribuyen los horrores vividos por la familia al sortilegio que un rabino lanzó contra el influyente y poderoso empresario Joe Kennedy —padre de JFK, Bobby, Ted y otros seis hijos, y figura política del Partido Demócrata— tras un altercado.