Un coche bomba mató a 14 personas hoy delante de un edificio de la policía en Egipto, en uno de los atentados más sangrientos desde que el presidente islamista Mohamed Mursi fue derrocado por el ejército en julio.

Las autoridades interinas egipcias lo calificaron de intento de obstaculizar la transición del país hacia la democracia y consideran que los Hermanos Musulmanes están detrás del atentado.

La cofradía de la que procede Mursi condenó este atentado con coche bomba, cometido en Mansura, en el delta del Nilo, pero en el lugar del ataque se alzaban voces que apuntaban el dedo acusador contra ella.

Por la noche, un coche cargado, según el ministerio del Interior, con decenas de kilos de explosivos estalló frente a un edificio de la policía de esta ciudad, capital provincial de Daqaleya.

Según fuentes médicas locales, el atentado se cobró la vida de 14 personas e hirió a un centenar.

En el hospital, Mostafa Hadi, un policía herido, contó a la AFP que «escuchó una explosión enorme». «Me hizo saltar por los aires y me desmayé», añadió.

Un edificio cercano se derrumbó y las fachadas de otros quedaron reventadas, contó un periodista de la AFP, que también vio un coche completamente destrozado.

Muchos residentes estaban furiosos por lo sucedido y daban rienda suelta a su ira contra los Hermanos Musulmanes. «Es una organización terrorista internacional, son responsables de lo que sucedió», dijo Hamada Arafat a la AFP, que acusa a la cofradía «de adoptar las tácticas de Al Qaida».

Poco después del atentado, un asesor del primer ministro Hazem Beblawi afirmó a la agencia oficial MENA que el jefe del gobierno había calificado a los Hermanos Musulmanes de «organización terrorista».

Esta declaración tiene sobre todo un alcance político ante la proximidad del referéndum constitucional de enero, primer paso para celebrar elecciones legislativas y presidenciales a lo largo de 2014 y boicoteado por los Hermanos Musulmanes.

No parece en cambio que vaya a tener consecuencias inmediatas para la cofradía, prohibida ya en virtud de una sentencia judicial que ha sido recurrida.

Desde Mansura, el ministro del Interior Mohamed Ibrahim estimó que el atentado era «un intento de aterrorizar a los egipcios a causa del referéndum», previsto el 14 y 15 de enero. Pero prometió que «hay un plan para garantizar la seguridad» de la consulta popular.

Las nuevas autoridades dirigidas «de facto» por los militares suelen acusar a la cofradía de ayudar y financiar a los autores de ataques cometidos contra las fuerzas de seguridad desde el derrocamiento de Mursi, primer presidente elegido democráticamente en el país.

«No es nada sorprendente que Beblawi, el primer ministro títere de la junta militar, decida aprovecharse de la sangre de los egipcios inocentes con declaraciones incendiarias destinadas a crear más violencia, caos e inestabilidad», respondieron en un comunicado los Hermanos Musulmanes, que condenan «duramente» el atentado.

«Ataque más sofisticado que los anteriores» 

«Este ataque es más sofisticado que los anteriores, Esto podría ser una señal anunciadora de lo que vendrá (…) la revuelta en el Sinaí se ha reforzado y se extiende más allá» de la península, estimó Shadi Hamid, director de investigación del Brookings Doha Center.

Grupos yihadistas, algunos vinculados a Al Qaida, reivindican permanentemente ataques contra las fuerzas de seguridad, ya sean del ejército o de la policía.

Los ataques, que mataron a más de un centenar de soldados y policías desde julio, se han multiplicado desde que Mursi fue derrocado por el ejército después de que millones de manifestantes pidieran su dimisión por su gestión y por haber, según ellos, beneficiado a la cofradía.

Al igual que Mursi, casi toda la jefatura de la cofradía se encuentra entre rejas y es objeto de investigaciones judiciales. Fueron detenidos durante la implacable represión del poder, dirigido de facto por el ejército, contra los manifestantes partidarios de Mursi. Esta campaña se ha saldado con más de mil muertos y miles de detenidos.