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Japón, el país sin movilizaciones ni huelgas y con pocos sindicatos

Desde hace años, Japón es el país de “cero huelgas” y “cero manifestaciones”, pero no por ello es el paraíso de empresarios y empleados. En la actualidad, solo el 17,7% de los trabajadores está afiliado a algún sindicato.  

Hajime, un directivo de 58 años, hurga en sus recuerdos. “¿Alguna vez he hecho huelga? Ah sí, hace unos 30 años, fue la primera y la última vez”, dice riendo.

Ha pasado mucho tiempo desde que en 1946 salió un millón de personas a las calles de un devastado Japón, de ellas 250.000 en Tokio, convocadas por el Partido Comunista japonés. Entonces, la mitad de los trabajadores estaban afiliados a algún sindicato, pero ahora solo llegan al 17,7%.

Según Minagawa Hiroyuki, especialista en Derecho del Trabajo, en 1974 se registraron 5.200 huelgas de más de media jornada, que fueron seguidas por 3,6 millones de personas, pero en 2010 solo hubo 38 con 2.480 huelguistas.

“En la actualidad, para los jóvenes de entre 20 y 30 años, las huelgas y las manifestaciones, forman parte de la historia”, dice Hajime.

Anan, una estudiante de economía de 21 años, no se imagina ni siquiera manifestarse en las calles. “Todo el mundo aquí pertenece a la clase media y todo el mundo puede encontrar trabajo en las empresas medianas. No hay motivos para protestar”, dijo.

Economía. La tasa de desempleo es del 4%, aunque no incluye a las personas que solo trabajan a tiempo parcial. “El hecho de que prácticamente no haya huelgas tiene que ver con la herencia de la economía planificada de la época de la guerra”, explicó Koichi Nakano, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Sofía de Tokio.

Agregó que lo importante en ese entonces no era la clase social sino la supervivencia de la nación: “los empleados tenían que sacrificar sus intereses de clase y actuar como trabajadores patriotas por el bien de la compañía y del país”.

Hideshi Nitta, responsable de las relaciones sindicales en el patronato japonés, opinó que después de 1960 “la empresa se ha convertido en un barco con pasajeros. Es decir, que si la empresa se hunde, todos se hunden”.

El Japón de las “décadas perdidas” ha descubierto una nueva categoría de trabajadores, los “freeters”, que es una mezcla de inglés y alemán para mencionar a los trabajadores con pequeños empleos mal pagados.

Está claro que el clima es menos propicio para las fuerzas sociales. “De hecho”, prosigue Nakano, “la huelga nunca ha sido muy popular. Estamos en la cooptación más que en la confrontación. Así, cada gran empresa tiene su propio sindicato y éstos trabajan estrechamente con los empresarios, una auténtica colaboración de clase”.

Sorprende el contraste con la vecina Corea del Sur, donde en diciembre los trabajadores de la compañía nacional de ferrocarriles estuvieron tres semanas en huelga, hubo 20.000 manifestantes en Seúl vigilados por 13.000 policías.

Una demanda salarial acatada ‘tímidamente’

Visto con ojos de un extranjero, hay muchas cosas que reivindicar. Según los últimos datos oficiales, el 36% de los trabajadores japoneses tiene empleos irregulares y el 20% del grupo masculino tiene contratos temporales.

En 2009, la tasa de pobreza se elevaba ya al 16%, con una población que no superaba los ingresos mensuales de 100.000 yenes  ($us 975) por persona.

El principal sindicato de Japón, denominado Rengo, acaba de reclamar subidas salariares. Por primera vez en seis años, el empresariado ha aceptado tímidamente.

Pero según un sondeo, solo el 16% de las empresas piensan aplicarlo en este año, pese a que en abril se incluirá una subida del 3% de la tasa al consumo, el equivalente del IVA, y con el cual el Gobierno japonés espera una inflación del 2%.

“Durante mucho tiempo, Rengo ha aplicado una estrategia del interior (cooperación) y no del exterior como en Corea (manifestaciones, huelgas). Quizá sea el momento de cambiar ya que la situación es cada vez más precaria”, dice a la AFP Yoji Tatsui, responsable en Rengo de un instituto de investigación.

No obstante, el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Sofía de Tokio, Koichi Nakano, señaló que en el país nipón se observa resignación.

“En vez de reivindicar y de tratar de cambiar la sociedad, la población es más autocrítica en el país y justifica la situación con un ‘no he ido a una buena escuela, no soy suficientemente inteligente, etc’. (Eso) no lleva a ninguna parte”, asegura el profesor.