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Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 14:23 PM

La batalla por acabar con el matrimonio de niñas en Marruecos aún será larga

En el Marruecos rural, una niña se considera casadera en cuanto es fértil, y lo deseable es casarla cuanto antes para preservar su honor y el de la familia.

/ 14 de marzo de 2014 / 14:14

El final de los matrimonios de niñas menores en Marruecos no está cerca, ya que los partidos políticos que deben reformar la ley que los permite no se ponen de acuerdo sobre la edad mínima en la que una mujer debe considerarse casadera.

Después de que en enero fuera derogada la ley 475 que permitía a un violador casarse con su víctima y evitar así la cárcel, las organizaciones feministas se las prometían muy felices con la inminente reforma de otras dos leyes: una para castigar con más claridad la violencia machista, y otra para terminar con el matrimonio de niñas.

Cada año se casan en Marruecos unas 40.000 niñas menores, muchas de menos de 15 años, gracias a un «agujero legal» en el artículo 20 de la Mudawana (Código de familia): el que contempla que puede haber excepciones, autorizadas expresamente por un juez de familia previo examen médico o social, que permitan desposar a una menor de 18 años.

Sin embargo, la excepcionalidad se ha convertido en regla y los jueces de familia han mostrado «manga ancha», pues han autorizado casi sistemáticamente estos matrimonios sin contar siquiera con la opinión de médicos ni de asistentes sociales, según denuncian las organizaciones feministas.

En el Marruecos rural, una niña se considera casadera en cuanto es fértil, y lo deseable es casarla cuanto antes para preservar su honor y el de la familia.

Pero el caso de Amina Filali, la niña que fue violada con 15 años y obligada a casarse con su violador, hasta que no aguantó más y se suicidó ingiriendo un matarratas en 2011, hizo que muchas personas reconsiderasen su opinión sobre el matrimonio infantil y dio alas a las organizaciones feministas.

Caravanas de sensibilización por poblados y valles, recogidas de firmas, talleres de concienciación: el Marruecos más progresista se ha hecho oír con fuerza, mientras otro Marruecos, el más tradicional, guardaba silencio, o lo aparentaba.

Al llegar la cuestión al Parlamento, donde la ley debe ser reformada, el Partido para el Progreso y Socialismo (PPS, ex comunista) parece haberse quedado solo, al ser «prácticamente el único» que defiende la prohibición total de rebajar la edad matrimonial por debajo de los 18, según dijo a Efe Rachid Ruqban, jefe del grupo parlamentario.

Frente al PPS se ha situado el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) mayoritario en el parlamento y en el gobierno, que promueve una reforma que siga contemplando las excepciones, ya no sin límite de edad, sino «entre los 16 y los 18 años».

El PJD y el PPS, que se sientan juntos en el mismo gobierno, han aceptado solicitar la opinión de una tercera instancia, pero mientras que el primero sugiere que sea el Consejo de Ulemas (sabios religiosos, conocidos por sus posturas conservadoras), el segundo quiere que sea el Consejo Nacional de Derechos Humanos, de línea laica.

Ruqban reconoció que ni siquiera entre los partidos de izquierda el PPS tiene muchos apoyos y que la «tolerancia» hacia el matrimonio infantil es amplia también entre ellos, que arguyen que el Marruecos rural tiene otra lógica y que no puede darse la espalda a una realidad.

«Nos va a hacer falta más tiempo, aún estamos lejos de resolver este asunto», reconoció Roqban, quien trató de disculpar a sus socios de gobierno del PJD: «Están haciendo esfuerzos, como lo hicieron con la ley 475».

El parlamentario evitó así criticar a su socio de gobierno con el que ya tienen juntos dos años de andadura, pese a ser dos partidos en las antípodas ideológicas. Es en estos debates, cuando se cuestiona la moral y las tradiciones, cuando se ponen de manifiesto los dos Marruecos que conviven hasta en el mismo gobierno.

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Los fósiles son mercancía de compra y venta en Marruecos

Se ofrece al viajero colecciones de amonitas, trilobites, dientes de tiburón y caracolas marinas junto a minerales y bisutería.

/ 14 de mayo de 2014 / 14:16

Los fósiles, testigos de la historia de un país, son vendidos y comprados en Marruecos con toda impunidad, a veces para engrosar colecciones científicas, y en ocasiones hasta para convertirse en mesas y hasta en muros de chalets de lujo.

Hace ya mucho tiempo que se han convertido en un artículo de artesanía en los bazares marroquíes, donde se venden junto a la cerámica de Fez o los collares bereberes, unas veces clasificados en coquetas cajitas aterciopeladas, otras en impresionantes piezas individuales, como trilobites de hasta 300 kilos de peso.

En los recodos de las carreteras del Atlas y del Sahara, los niños y no tan niños ofrecen al viajero colecciones de amonitas, trilobites, dientes de tiburón y caracolas marinas junto a minerales y bisutería. Es cierto que algunos de los fósiles parecen falsos, pero son los menos, porque en Marruecos cuesta más fabricar y esculpir un fósil que encontrarlo en ciertas regiones.

A la puerta del desierto del Sahara, ciudades como Errachidía o Zagora tienen tiendas enteras con su patente comercial dedicados a la venta de fósiles de todas clases y tamaños; preguntar por la legalidad hace sonreír a los dueños: «Gracias a Dios, este es el único medio de vida para muchas familias en estas tierras», explican en referencia a los buscadores.

Nezha Lazreq pasa por ser una de las mayores expertas paleontólogas de Marruecos. Profesora en la Universidad de Marrakech, elaboró en 2012 una «Carta para la valoración y preservación del patrimonio paleontológico» y se ha propuesto reunir a sus colegas de distintas universidades una vez al año para compartir las preocupaciones comunes.

Lazreq explica a Efe que faltan en Marruecos museos de historia natural con condiciones para exponer con medidas de seguridad los fósiles, y las únicas colecciones existentes están en unas pobres vitrinas de los pasillos del Instituto Científico de Rabat y en el Servicio Geológico del Ministerio de Energía y Minas.
¿Por qué en el ministerio de Minas? Porque curiosamente ha sido la actividad minera la que más ha hecho aflorar estratos enteros ricos en fósiles que algunas veces (las menos) son salvados, mientras que otros son destruidos, como en el caso del fosfato, un mineral compuesto por las partes blandas de los reptiles marinos o terrestres que poblaban la llanura central de Juribga.

Lo más sangrante, sin embargo, es el hecho de que ciertos yacimientos fosilíferos entran en la categoría de «materiales de construcción» de los 64 autorizados por el Estado y susceptibles de convertirse, con toda legalidad, en «muros y fachadas exteriores», siendo los fósiles el decorado perfecto de grandes planchas de mármol.

Actividad minera por un lado, comerciantes sin escrúpulos por otro; y si a eso le sumamos la falta de medios económicos y técnicos de las universidades marroquíes, la triste realidad es que las mejores colecciones de fósiles marroquíes ordenadas según criterios científicos se encuentran en universidades alemanas (Gottingen, Berlín, Tubinga), francesas (Rennes) o hasta canadienses.

¿Y es cierto que hasta los científicos compran fósiles? Efectivamente, reconoce Lazreq, son los principales clientes de los saqueadores marroquíes, ya que cuentan con presupuestos importantes con los que ni podrían soñar sus colegas marroquíes, y gracias a esas compras hay excelentes «piezas marroquíes» expuestas en museos extranjeros.

Recientemente, una televisión francesa exhibió un reportaje donde un coleccionista marroquí mostraba sin tapujos a equipos enteros de sus trabajadores que recorren la región fosfatera en busca de fósiles grandes y pequeños, con preferencia por las grandes vértebras de los antiguos reptiles más afamados gracias al cine que son cuidadosamente «montados» en naves o garajes a la espera de un comprador.

Aquel coleccionista no necesitaba esconderse, su actividad era legal, o para ser exactos, no era ilegal.

Nezha Lazreq y sus colegas gritan en el desierto: «Los fósiles no pueden ser objeto de transacción comercial», «hay que limitar el acceso a los yacimientos a quien carezca de una autorización entregada con criterios científicos»; «hay que desarrollar leyes contra la depredación»…

Y mientras tanto, el saqueo sigue. La próxima vez que entres en un zoco, fíjate bien en los fósiles que pueblan los bazares.

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La batalla por acabar con el matrimonio de niñas en Marruecos aún será larga

En el Marruecos rural, una niña se considera casadera en cuanto es fértil, y lo deseable es casarla cuanto antes para preservar su honor y el de la familia.

/ 14 de marzo de 2014 / 14:14

El final de los matrimonios de niñas menores en Marruecos no está cerca, ya que los partidos políticos que deben reformar la ley que los permite no se ponen de acuerdo sobre la edad mínima en la que una mujer debe considerarse casadera.

Después de que en enero fuera derogada la ley 475 que permitía a un violador casarse con su víctima y evitar así la cárcel, las organizaciones feministas se las prometían muy felices con la inminente reforma de otras dos leyes: una para castigar con más claridad la violencia machista, y otra para terminar con el matrimonio de niñas.

Cada año se casan en Marruecos unas 40.000 niñas menores, muchas de menos de 15 años, gracias a un «agujero legal» en el artículo 20 de la Mudawana (Código de familia): el que contempla que puede haber excepciones, autorizadas expresamente por un juez de familia previo examen médico o social, que permitan desposar a una menor de 18 años.

Sin embargo, la excepcionalidad se ha convertido en regla y los jueces de familia han mostrado «manga ancha», pues han autorizado casi sistemáticamente estos matrimonios sin contar siquiera con la opinión de médicos ni de asistentes sociales, según denuncian las organizaciones feministas.

En el Marruecos rural, una niña se considera casadera en cuanto es fértil, y lo deseable es casarla cuanto antes para preservar su honor y el de la familia.

Pero el caso de Amina Filali, la niña que fue violada con 15 años y obligada a casarse con su violador, hasta que no aguantó más y se suicidó ingiriendo un matarratas en 2011, hizo que muchas personas reconsiderasen su opinión sobre el matrimonio infantil y dio alas a las organizaciones feministas.

Caravanas de sensibilización por poblados y valles, recogidas de firmas, talleres de concienciación: el Marruecos más progresista se ha hecho oír con fuerza, mientras otro Marruecos, el más tradicional, guardaba silencio, o lo aparentaba.

Al llegar la cuestión al Parlamento, donde la ley debe ser reformada, el Partido para el Progreso y Socialismo (PPS, ex comunista) parece haberse quedado solo, al ser «prácticamente el único» que defiende la prohibición total de rebajar la edad matrimonial por debajo de los 18, según dijo a Efe Rachid Ruqban, jefe del grupo parlamentario.

Frente al PPS se ha situado el islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) mayoritario en el parlamento y en el gobierno, que promueve una reforma que siga contemplando las excepciones, ya no sin límite de edad, sino «entre los 16 y los 18 años».

El PJD y el PPS, que se sientan juntos en el mismo gobierno, han aceptado solicitar la opinión de una tercera instancia, pero mientras que el primero sugiere que sea el Consejo de Ulemas (sabios religiosos, conocidos por sus posturas conservadoras), el segundo quiere que sea el Consejo Nacional de Derechos Humanos, de línea laica.

Ruqban reconoció que ni siquiera entre los partidos de izquierda el PPS tiene muchos apoyos y que la «tolerancia» hacia el matrimonio infantil es amplia también entre ellos, que arguyen que el Marruecos rural tiene otra lógica y que no puede darse la espalda a una realidad.

«Nos va a hacer falta más tiempo, aún estamos lejos de resolver este asunto», reconoció Roqban, quien trató de disculpar a sus socios de gobierno del PJD: «Están haciendo esfuerzos, como lo hicieron con la ley 475».

El parlamentario evitó así criticar a su socio de gobierno con el que ya tienen juntos dos años de andadura, pese a ser dos partidos en las antípodas ideológicas. Es en estos debates, cuando se cuestiona la moral y las tradiciones, cuando se ponen de manifiesto los dos Marruecos que conviven hasta en el mismo gobierno.

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