Ucrania calificó este martes de «terroristas y criminales» a los separatistas prorrusos que han ocupado edificios oficiales en el este del país y Washington acusó a Rusia, que advirtió del riesgo de una guerra civil, de sembrar «el caos» en el país vecino.

Los servicios de seguridad ucranianos (SBU) denunciaron además que unas 60 personas eran «rehenes» en su sede de Lugansk (este), ocupada desde el domingo.

«Los separatistas, bajo la amenaza de armas y de explosivos, impiden a unas 60 personas salir del lugar y regresar a sus casas», afirmó un comunicado publicado en el sitio internet del SBU.

En este intercambio de advertencias, la OTAN previno el martes a Rusia contra las «graves consecuencias» de una intervención en Ucrania, que sería según la Alianza Atlántica un grave «error histórico».

Estados Unidos pese a todo ha propuesto una conversaciones a cuatro bandas, entre Ucrania, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, para salir de este crisis, la peor entre occidente y el este desde el fin de la Guerra Fría. Moscú se mostró dispuesta a considerar dichas negociaciones, pero quiere que los prorrusos estén representados.

De momento, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, anunció que se reunirá de nuevo con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, la semana que viene en Europa.

En el terreno, la tensión seguía aumentado. Los «separatistas» que «toman las armas, que invaden edificios, serán tratados como prevén la Constitución y las leyes, como terroristas y criminales», declaró el martes el presidente ucraniano interino Olexandre Turchinov.

Pero, las fuerzas de seguridad «no tomarán nunca las armas contra manifestantes pacíficos», aseguró el mandatario ucraniano ante el parlamento, en lo que parecía ser una respuesta a las advertencias de Moscú.

Rusia había advertido efectivamente a las autoridades de Kiev de que cesaran cualquier preparativo de intervención militar en las regiones prorrusas del este, advirtiéndoles del riesgo de que derive en una contienda civil.

El ministerio ruso de Exteriores afirmó además tener información de que 150 miembros de una empresa de seguridad privada estadounidense participan en la operación ucraniana, así como activistas de un grupo nacionalista ucraniano calificado de «fascista» por Moscú.

Kiev lo desmintió y Kerry respondió acusando a Rusia de enviar «provocador y agentes» para crear el «caos» en el este de Ucrania.

Kerry denunció así «una tentativa ilegítima e ilegal de parte de Rusia de desestabilizar un estado soberano y generar así una crisis forzada».

«Operación antiterrorista»

Los prorrusos de Donetsk, que controlan desde el domingo el edificio de la administración regional y proclamaron el lunes una «república soberana», no parecían intimidados y reforzaban sus barricadas. En cambio, la sede local de los servicios de seguridad (SBU) fue liberada, sin dejar víctimas, según las autoridades.

Uno de los líderes de los separatisas, Vadim Cherniakov, reafirmó su intención de organizar un referéndum antes del 11 de mayo sobre su adhesión a Rusia y anunció la formación de un «gobierno provisorio en Donetsk».

En la otra gran ciudad del este de Ucrania, Jarkov, con 1,5 millones de habitantes y fronteriza con Rusia , las fuerzas de seguridad y fuerzas especiales «Jaguar» del ministerio del interior ucraniano lanzaron el lunes por la noche una «operación antiterrorista» contra los cientos de manifestantes prorrusos que tomaron la sede de la gobernación local.

Según la policía y responsables gubernamentales, los manifestantes lanzaron cócteles molotov contra el edificio y utilizaron «armas y granadas». Tres miembros de las fuerzas de seguridad resultaron heridos, uno de gravedad, y 70 activistas fueron arrestados por «separatismo» y «disturbios masivos», entre ellos su líder, informaron las mismas fuentes.

La sede de los servicios de seguridad de Lugansk, otra ciudad del este rusohablante de Ucrania, seguía por su parte bajo el control de separatistas.

Los manifestantes prorrusos exigen la celebración de referendos sobre una «federalización» de Ucrania o sobre la anexión de estas regiones a la vecina Rusia, aumentando los temores de que se repita el escenario crimeo, una península ucraniana que votó su adhesión a Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, que se comprometió a proteger «a cualquier precio» a la población rusohablante de la ex Unión Soviética, desplegó en su frontera con Ucrania a unos 40.000 hombres, aumentando el temor de una invasión.

Las autoridades ucranianas acusan a Rusia de querer «desmembrar» el país y boicotear las elecciones presidenciales previstas para el 25 de mayo. Aún más si se toma en cuenta que los favoritos de estos comicios son candidatos proeuropeos.

Estados Unidos y Europa evocan además posibles nuevas sanciones contra Rusia en caso de intervención armadas en Ucrania.