Unas 300 personas murieron por un gran desprendimiento de tierras en el noreste de Afganistán, según las autoridades, que revisaron a baja el saldo mortal este sábado y anunciaron el fin de las operaciones de búsqueda de supervivientes.

«Tenemos una lista de 300 muertes confirmadas», declaró a periodistas el gobernador, Shah Waliulah Adeeb, cuando la misión de la ONU en Afganistán (Unama) daba el viernes por la noche un balance de al menos 350 muertos.

El vicegobernador, Mohamad Bedar, precisó por su parte que el número total de víctimas «no superará los 500 muertos».

«No podemos continuar las operaciones de búsqueda y salvamento (de eventuales supervivientes) porque las viviendas están enterradas bajo metros de tierra», agregó Adeeb.

La tragedia ocurrió el viernes en el distrito de Argo de la provincia de Badajshan, una región pobre y montañosa fronteriza con Tayikistán, China y Pakistán, y relativamente resguardada de la violencia de los insurgentes talibanes.

Tras unas lluvias torrenciales, se formó un torrente de lodo y de piedras que llegó por un valle encajonado hasta la localidad de Aab Bareek donde vivían varios centenares de familias.

Pertrechados con palas, los equipos de rescate trabajaron durante horas para limpiar los escombros de unas 350 a 400 casas, con la esperanza de encontrar a gente atrapada.

«Perdí a mi hermana, mi casa quedó parcialmente destruida. Se volvió casi imposible sacar a las víctimas de los escombros. La gente decidió rezar y convertir este lugar en un cementerio», dijo Noor Mohammad, de 45 años.

El peligro de nuevas avalanchas frenó los esfuerzos de los socorristas.

«Un equipo de intervención ha constatado que las laderas de una colina vecina se estaban agrietando», lo que anticipa otro posible alud, dijo a la AFP Sayed Abdulá Homayun Dehqan, director de la rama local de la agencia afgana de gestión de situaciones de crisis.   Los supervivientes de Aab Bareek, unas 4.000 personas, tuvieron que refugiarse en un pueblo vecino.

«La gente necesita comida, refugio, ayuda médica. Lo han perdido todo», dijo a la AFP una fuente de los servicios de emergencia.

Un portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Wahidullah Amani, declaró a la AFP que un equipo de esta agencia de la ONU fue al lugar el sábado «para evaluar la situación, y llevó raciones alimentarias que serán repartidas a la población».

Dos aludes en una hora

Según el vicegobernador de la provincia, Mohammad Baidaar, «el pueblo fue alcanzado por dos aludes en el espacio de una hora». El primero afectó principalmente a «habitantes que se hallaban en dos mezquitas del pueblo para la oración del viernes» y el segundo «a quienes acudieron a socorrerlos».

El jefe de Estado afgano, Hamid Karzai, expresó su «profunda tristeza» por la catástrofe y ordenó el envío de ayuda urgente a la región.

El vicepresidente afgano, Karim Jalili, llegó al lugar de la catástrofe para evaluar las necesidades, indicó un corresponsal de la AFP.

Una ceremonia religiosa estaba prevista en la jornada.

En Washington, el presidente estadounidense Barack Obama indicó que Estados Unidos estaba dispuesto a ayudar a las autoridades afganas tras esa «terrible tragedia».

El drama se produjo una semana después de súbitas crecidas que causaron un centenar de muertos en el norte del país, destrozado ya por tres décadas de guerra y que está entre los más pobres del mundo.