Perú implementará antes de fin de año un horario de visita vespertino para los turistas que acudan a la ciudadela inca Machu Picchu, aunque mantendrá en 3.000 el tope de visitas diarias, anunció el martes la ministra de Cultura, Diana Álvarez Calderón.
La ministra también indicó que mantendrá la prohibición de desnudarse en las ruinas tras anunciar una serie de medidas de cara a mejorar las condiciones de visita a Machu Picchu, la joya de la corona del turismo en Perú.
«El doble turno permitirá racionalizar el porcentaje de visitas ya que en las mañanas se concentra un 90% de visitantes y apenas un 10% en la tarde», ilustró la ministra durante una conferencia con medios extranjeros.
Según la ministra «el objetivo de implementar un sistema de doble turno no es variar el número de visitantes, que permanecerá en un máximo de 3.000 al día».
«Machu Picchu es bello por las tardes, en especial los atardeceres», resaltó la ministra Álvarez Calderón, que no precisó las horas en que permanecerá abierto el lugar, que no cuenta con energía eléctrica.
Entre los servicios de atención a los turistas que requieren de urgente mejora se encuentran los servicios higiénicos y el centro de ingreso, donde se producen verdaderos cuellos de botella, dijo.
El anuncio coincide con la reciente decisión de la Unesco de declarar el Camino Inca como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una porción de esa ruta pedestre lleva precisamente a Machu Picchu y es recorrida a diario por centenares de turistas.
En cuanto al turismo nudista «éste no será posible» afirmó la ministra al descartar una flexibilización de la norma dictada en marzo de este año cuando se desató entre turistas extranjeros una súbita racha por correr o meditar desnudos en Machu Picchu.
«Machu Picchu es un santuario religioso para los lugareños» precisó la ministra, quien sin embargo se manifestó a favor del turismo nudista.
Machu Picchu es una imponente miniciudad inca del siglo XV donde se adoraba al sol y que es utilizada como centro de meditación por miles de personas por la energía que, afirman, se siente en ese lugar, considerado por los Incas el «ombligo del mundo».
La milenaria ciudad construida con enormes piedras sobre la cima de una montaña de espeso follaje, que la hace imperceptible desde el llano, es considerada patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco desde 1983 y ha estado varias veces en riesgo de perder esa categoría por problemas de conservación.