Richard Milhous Nixon, el trigésimo presidente de Estados Unidos, dimitió hace 40 años acorralado por el escándalo Watergate que nubló una gestión, por otra parte, notable en tiempos de tribulaciones.

“Por la presente renuncio al cargo de presidente de Estados Unidos”, se indicaba en la nota que a las 11.35 del viernes 9 de agosto de 1974 recibió el secretario de Estado, Henry Kissinger.

Cuando había cumplido 2.026 días de gestión y le restaban dos años y medio del mandato para el cual había sido reelegido en noviembre de 1972 con el 56% de los votos, Nixon tomó un helicóptero en el Jardín Sur de la Casa Blanca y voló al ostracismo. El vicepresidente Gerald Ford juró al mediodía de ese viernes.

En los últimos años de su vida, Nixon reconstituyó parcialmente su imagen como “estadista venerable” especialmente en el área de la política internacional, antes de fallecer en abril de 1994, a los 81 años, cuatro días después de un infarto.

En septiembre de 1971, una cuadrilla de “fontaneros” —así nombrados porque tenían la tarea subrepticia de tapar las fugas de información del Gobierno— entró ilegalmente en las oficinas del psiquiatra de Daniel Ellsberg, exfuncionario del Pentágono. Meses antes, el diario The New York Times había iniciado la publicación de documentos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam, “filtrados” por Ellsberg.

En junio de 1972, en la campaña presidencial en la cual Nixon buscaba la reelección, otros “fontaneros” entraron ilegalmente a las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata en el edificio de oficinas, apartamentos y hotel de Watergate.

Los intrusos fueron detenidos y lo que pareció una mera nota policial se transformaría en uno de los mayores escándalos de la historia de Estados Unidos cuando la pertinaz labor de los periodistas y el instinto político de los demócratas en el Congreso mostraron la vinculación entre los “fontaneros” y la Casa Blanca.

Desde el principio Nixon negó haber tenido conocimiento de esas operaciones, mientras su gestión incluía una visita histórica a China, golpes militares en Uruguay y Chile, la guerra de Yom Kippur o del Ramadán, el embargo petrolero árabe y la contienda global con la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

 Nixon, quien había sido vicepresidente con Dwight Eisenhower entre 1953 y 1961, fue asimismo quien puso en marcha la diplomacia secreta que en 1973 sacaría de Vietnam las tropas de combate de Estados Unidos después de una guerra que desgarró a la sociedad, con más de 58.200 muertos norteamericanos.

El Watergate se transformó, igualmente, en hito en la historia del periodismo: dos reporteros del The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, recibieron el encargo de cubrir el incidente y sacaron a luz las conexiones entre los intrusos de Watergate, la Casa Blanca y actividades clandestinas del Gobierno.

Las investigaciones culminaron cuando el Comité Judicial de la Cámara de Representantes aprobó la acusación contra Nixon y el Supremo ordenó a la Casa Blanca que entregara grabaciones incriminatorias.

Antes de que se pusiera en marcha el proceso formal contra Nixon, éste se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos y único hasta ahora que ha dimitido.

Sus logros en la arena mundial

Vietnam
Nixon puso en marcha la diplomacia secreta que en 1973 sacó de Vietnam a las tropas de EEUU tras una guerra con más de 58.200 muertos norteamericanos.

URSS
Negoció y firmó el primer pacto integral de límites a las armas nucleares estratégicas entre EEUU y la Unión Soviética, y un tratado que
prohibió el desarrollo de sistemas para interceptar misiles.