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Escocia, ante la decisión crucial en 300 años para el Reino Unido

Poco más de 4 millones de escoceses mayores de 16 años decidirán el jueves si Escocia se independiza del Reino Unido en un referéndum histórico, cuyo resultado será vinculante y que es posible gracias al acuerdo entre Edimburgo y Londres.

La decisión más importante que adoptará el Reino Unido en tres siglos, desde la adhesión de Escocia por el Acta de la Unión (1707), es, hoy por hoy, una incógnita, con un elevado número de indecisos que contestarán con un “Sí” o un “No” a la pregunta: “¿Debería Escocia ser un país independiente?”.

El resultado en los 32 distritos electorales escoceses, que se conocerá el viernes, puede depender de un puñado de votos pues ganará el referéndum quien se imponga por mayoría simple (50% más uno) y ambas partes se comprometieron a respetarlo.

Esta consulta es posible gracias al pacto de Edimburgo, el 15 de octubre de 2012, entre el premier británico, el conservador David Cameron, y el ministro principal escocés, el socialdemócrata Alex Salmond, el líder que más tiempo estuvo al frente del Gobierno (desde el 17 de mayo de 2007), quien arrolló en las elecciones autonómicas de 2011 con su promesa de convocar a un referendo para separarse del Reino Unido.

Una Escocia independiente mantendría la libra y a Isabel II como jefa de Estado, tendría al Reino Unido y a la Unión Europea como sus principales socios comerciales, eliminaría las armas nucleares y contaría con una Constitución escrita, según la propuesta del Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Salmond.

Si gana el “Sí”, el Gobierno escocés iniciará negociaciones con el Ejecutivo británico para acordar el traspaso de competencias, con la intención de declarar la independencia el 24 de marzo de 2016, aniversario de la firma del Acta de la Unión, y en mayo de ese año convocaría las primeras elecciones de una Escocia independiente.

Si vence el “No”, Londres prometió conceder a Escocia mayor autonomía en servicios sociales e impuestos, que se plasmará en 2015 en una ley consensuada entre los principales partidos. Durante la larga campaña, el movimiento secesionista se centró en destacar los rasgos simbólicos de la identidad escocesa y las posibilidades que se abren a la población para que pueda decidir por sí misma, apoyada en la riqueza de sus recursos naturales como el petróleo.

Mientras la campaña del “No” destacó los riesgos de una Escocia independiente, sobre todo económicos porque asegura que no podrá mantener la libra ni pertenecer a organismos internacionales, lo que la hizo ser percibida como negativa frente a un mensaje más optimista del “Sí”.

La economía y la UE son el epicentro del debate

Los independentistas apoyan su proyecto en los ingresos por el petróleo

La economía —el petróleo y la libra— y la pertenencia de Escocia a la Unión Europea (UE) son los temas que marcaron la campaña del referéndum y que sin duda influirán en la decisión que los escoceses tomen el jueves 18.

Uno de los fundamentos de la visión independentista de Alex Salmond, ministro principal y líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), es un Estado basado en los ingresos fiscales por el petróleo del mar del Norte, que calcula en unos 57.000 millones de libras (más de $us 92.000 millones) para 2018.

El gobierno británico de David Cameron sostiene, por su parte, que los yacimientos del mar del Norte van de capa caída —se extrajeron 40.000 millones de barriles y se cree que quedan 24.000— y necesitan de una gran inversión para seguir produciendo, algo que solo puede proporcionar, subraya, un Reino Unido unificado y fuerte.

La pertenencia a la UE fue otro de los asuntos recurrentes en la campaña, especialmente porque los escoceses son más europeístas que sus vecinos ingleses del sur.

El Ejecutivo británico recurrió al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, para que ratificara que una Escocia independiente tendría que solicitar su adhesión como un nuevo Estado, en un largo y difícil proceso que requeriría la aprobación del resto de los miembros.