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Sínodo sobre la familia refleja abismo entre el dogma católico y la realidad

El sínodo sobre la familia, iniciado la semana pasada en el Vaticano, ilustró durante los animados debates el abismo existente entre la doctrina católica sobre el matrimonio y el día a día de los fieles.

El papa Francisco pudo comprobar que la libertad de expresión que recomendó el lunes durante la apertura de este sínodo histórico se ha tenido en cuenta. Los participantes no disimulan sus diferencias, sobre todo en un tema tan espinoso como el de los divorciados que vuelven a casarse.
Estos debates, calificados de “animados” y “apasionados”, representan un catálogo de ideas diversas, incluso revolucionarias, que recuerdan al Concilio Vaticano II (1962-1965), según analistas.

Aunque todos los participantes defienden el modelo católico del matrimonio indisoluble y de la familia tradicional, numerosos prelados se muestran “pragmáticos”, ya que quieren encontrar “soluciones” a la realidad y a los desafíos planteados por la evolución de la sociedad, de acuerdo con la periodista de Radio Vaticano Romilda Ferrauto, quien informa de los debates sin citar nombres.

Para hacerlo, están dispuestos a “cuestionar algunos puntos de la doctrina”, añade Ferrauto.

El cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis resume esta mentalidad compartida por algunos prelados. “Lejos de encerrarnos en una visión legalista, queremos sumergirnos en situaciones difíciles para convertir la Iglesia en una casa paternal, donde tengan cabida todos”.

¿La enseñanza de la Iglesia ya no se escucha? Un cardenal próximo a Francisco invitó a los obispos a no creerse “psiquiatras encargados de ayudar a solucionar fracasos matrimoniales”.

El “lenguaje hiriente” de algunos sacerdotes estuvo también en el punto de mira. Otro cardenal advirtió de que la Iglesia podría parecerse “a una morgue, donde se multiplican las autopsias de matrimonios fallecidos”.

“Un obispo estimó que los sacerdotes casados (como los de las iglesias orientales, por ejemplo) estaban en mejor situación para comprender los problemas de las familias, ya que conocen el precio de una barra de pan o de un kilo de azúcar, la dificultad de criar hijos sometidos a diferentes presiones”, subraya Ferrauto.

Una de las principales manzanas de la discordia del sínodo es la posibilidad de conceder a algunos divorciados el derecho a recibir la eucaristía, bajo estrictas condiciones.