La duquesa de Alba, la mujer con más títulos nobiliarios de España, falleció ayer en su casa de Sevilla y deja la imagen de una aristócrata que, fiel a las tradiciones de su rango y su dinastía, fue capaz de superar las convenciones sociales y vivir sin ningún tipo de atadura.
Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, décimo octava duquesa de Alba, murió a los 88 años y la noticia, aunque esperada por la evolución de su salud en los últimos días, acaparó la atención de los medios digitales, emisoras de radio y medios televisivos.
Su popularidad, títulos y riqueza no fueron una excusa para apartarse de una vida cercana a cualquier ciudadano. Por eso, incluso en sus últimos años, era habitual verla bailando sevillanas en público, asistiendo a una procesión de Semana Santa o en una corrida de toros, algunas de sus grandes aficiones.
Con más de 40 títulos de nobleza y una fortuna cifrada en unos 3.000 millones de euros (aproximadamente $us 3.750 millones al cambio actual), Cayetana de Alba, como era conocida, era la representante de una dinastía con relevancia histórica en España y que entronca con María Estuardo, reina de Escocia. Fiel a esa trayectoria, la duquesa se impuso siempre la tarea de preservar intacto el patrimonio de su casa. Se casó tres veces, la última vez lo hizo en 2011.