Ferguson, la desconfianza entre la Policía y las minorías
EEUU. La liberación judicial de un agente reaviva la tensión racial
Ferguson, una pequeña ciudad mayoritariamente negra de Misuri (Estados Unidos), se ha convertido tras la muerte de Michael Brown a manos de un agente en paradigma de la desconfianza entre las minorías y la Policía en comunidades de todo el país.
En este suburbio más del 60% de los residentes son afroamericanos, pero solo hay tres negros entre los 56 policías locales y uno en el gobierno municipal, una desproporción que se repite en otras ciudades estadounidenses.
“En demasiados lugares de este país existe una profunda desconfianza entre las fuerzas de seguridad y las comunidades de color, parte de esto es el resultado de una historia de discriminación racial, y es trágico porque nadie necesita más la protección policial que las comunidades pobres con altos índices de criminalidad”, diagnosticó el presidente Barack Obama el lunes tras conocer el fallo judicial.
La violencia y la indignación volvieron la madrugada del martes a Ferguson después de que un gran jurado decidiera no imputar al agente que mató a Brown, de 18 años, desarmado y en circunstancias por esclarecer el 9 de agosto. La ola de disturbios que desató entonces la muerte del joven evocó en Estados Unidos las violentas protestas raciales de los años 60 y 90, y evidenció que el debate de la raza en Estados Unidos está lejos de haber sido superado.
Violencia. En 1968, la comisión establecida por el entonces presidente estadounidense Lyndon B. Johnson para analizar el origen de los disturbios llegó a las mismas conclusiones que ha dejado Ferguson medio siglo después.
“La Policía debe ser más diversa, evitar las actuaciones desproporcionadas, y vivir e integrarse en las comunidades donde reside”, era una de las recomendaciones de la Kerner Commission e idéntica a la extraída tras la muerte de Michael Brown. “Las fuerzas deben reflejar la diversidad de las comunidades a las que sirven”, señaló el fiscal general, Eric Holder.
Holder, el primer afroamericano al frente de la Justicia en Estados Unidos, tuvo un papel clave en la pacificación de las protestas de agosto y no ha dudado en pronunciarse sobre las tensiones raciales en el país, a pesar del temor en la Casa Blanca a que cualquier declaración vehemente desde el gabinete del primer presidente negro pueda ahondar la polarización de la nación.
Obama, muy criticado por no visitar Ferguson en agosto, no esquivó el lunes el tema de la raza. “En las últimas décadas hemos hecho grandes progresos en las relaciones raciales, he sido testigo de ello, pero sigue habiendo problemas, las comunidades de color no se los inventan”, dijo.
“La violencia policial en los barrios urbanos pobres donde viven las minorías es casi omnipresente, pero los disturbios son inusuales. Solo explotan cuando el resto de vías para buscar justicia están bloqueadas, cuando los residentes se sienten impotentes”, dijo Cathy Lisa Schneider, autora del libro Police Power and Race Riots: Urban Unrest in Paris and New York.
Esa frustración con la Justicia es la que llevó la madrugada de ayer a miles de personas en Ferguson y en ciudades de todo el país a salir a la calle, con la impotencia de saber que tras la decisión del gran jurado el caso queda cerrado por esa vía. El Departamento de Justicia, ante la desconfianza de los residentes hacia la Policía en Ferguson, continuará con su investigación independiente para determinar si las prácticas de este cuestionado cuerpo de seguridad constituyen una violación de los derechos civiles.