Los seis exdetenidos de Guantánamo que llegaron el domingo a Uruguay se sienten felices por haber dejado la cárcel donde estuvieron recluidos más de 12 años, quieren aprender español y se aprestan a comenzar una vida de hombres libres.

«Había una gran diferencia entre su voz hace un mes y ayer (domingo)», contó el lunes a la AFP Alka Pradhan, una de las abogadas del sirio Jihad Diyab, uno de los seis excarcelados que apenas llegaron a Uruguay fueron ingresados al Hospital Militar para hacerles controles médicos.

Diyab, de 43 años, se había declarado en huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para hacer valer su derecho a no ser alimentado a la fuerza.

El ahora exrecluso «no está en un buen estado de salud» tras el tratamiento «extremadamente cruel que recibió durante casi 13 años» en el centro de detención estadounidense, indicó Pradhan, explicando que «apenas puede caminar, es un discapacitado, utiliza una silla de ruedas la mayor parte del tiempo».

De todas formas, «mentalmente está bien, se está centrando en recuperar su salud y reunirse con su familia».

Los otros liberados son el tunecino Abdul Bin Mohammed Abis Ourgy, de 49 años, el palestino Mohammed Tahanmatan (35) y los también sirios Ahmed Adnan Ahjam (37), Ali Hussain Shaabaan (32) y Omar Mahmoud Faraj (39).

Todos formaban parte del primer grupo de detenidos que ingresaron a Guantánamo en 2002, cuando Estados Unidos abrió la prisión en su base militar en la isla de Cuba, en el marco de su «guerra contra el terror» tras los atentados del 11 de setiembre de 2001.

Aprender español

El gobierno uruguayo explicó que recibe a los excarcelados como refugiados y como tales serán hombres libres en el país sudamericano.

En ese sentido, el ministro de Defensa de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro, confió el lunes que «en muy pocas horas» los refugiados podrán salir del hospital «y se incorporarán a la vida común y corriente».

Ese parece ser también el deseo de los exdetenidos, según sus abogados.

Pradhan explicó que Diyab «está tan agradecido por la oportunidad que le han dado en Uruguay que confía en que pueda recuperarse lo suficiente (…) aprender rápido español para poder integrarse y mostrar su gratitud a los uruguayos. Y probar que todo lo que se ha dicho erróneamente sobre él y los otros detenidos es falso».

Por su parte, Ramzi Kassem, profesor en la City University de Nueva York y que representa junto a sus estudiantes del Immigrant & Non-Citizen Rights Clinic a Abdelhadi Omar Mahmoud Faraj, aseguró a la AFP que éste «quiere contactarse con su familia y aprender español para poder contribuir a la sociedad uruguaya y mantener a su familia».

Todavía no sabe si su familia podrá venir al país sudamericano pero «ahora considera a Uruguay su país y no tiene intenciones de irse en lo inmediato», explicó el abogado.

En una carta difundida el lunes por el diario local El País, el propio Faraj relata cómo llegó a «esa horrible prisión»: sostiene que dejó su país a los 19 años en busca de trabajo y en 2001, al intentar escapar de la guerra en Afganistán, fue detenido por soldados paquistaníes que lo entregaron al ejército estadounidense a cambio de una recompensa.

Tras meses de interrogatorios y estar encarcelado «en condiciones infrahumanas» en Afganistán, el 8 de junio de 2002 fue trasladado a Guantánamo, donde estuvo 12 años «frecuentemente en condiciones crueles, sin cargos, juicio o proceso justo».

En 2009 un equipo del gobierno de Estados Unidos revisó su expediente y determinó de forma unánime que debía ser liberado.

Faraj agradece a Uruguay y especialmente al presidente, José Mujica, «por su acto noble de solidaridad».

«Deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo al gobierno uruguayo, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí», concluye.

Seguir el ejemplo

Se trata de la primera llegada de expresos de Guantánamo a un país sudamericano y la segunda a Latinoamérica, después de que El Salvador acogiera en 2012 como refugiados a dos detenidos uigures, que luego abandonaron el país.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, celebró el domingo la decisión uruguaya y pidió acciones similares a países de la región, un mensaje que compartió la organización Centro de Derechos Constitucionales (CCR, en inglés), con sede en Nueva York.

«Ofreciendo hogares a hombres que hace tiempo se sabe no representan ningún peligro, la comunidad internacional puede jugar un papel crucial en cerrar este capítulo negro en la historia de Estados Unidos», indicó CCR en un comunicado.

El presidente Mujica -un exguerrillero que estuvo más de una década preso, la mayor parte en condiciones infrahumanas- ha defendido su decisión como un gesto humanitario, en un país en el que cerca del 60% de los uruguayos rechaza la llegada de los reclusos, según encuestas.

Luego de 13 años quedan ahora 136 detenidos en Guantánamo, de los cuales la mayoría no enfrentan cargos ni fueron juzgados. De ellos, 67 fueron calificados como «liberables».

Obama ha prometido cerrar el centro de detención antes de que concluya su mandato en enero de 2017.