La cobertura de la avalancha humana ocurrida en las celebraciones de Año Nuevo en Shanghái, que causó 36 muertos y decenas de heridos, comenzó a ser censurada por las autoridades chinas, quienes limitaron el acceso de los medios extranjeros a los familiares de las víctimas y emitieron varias normativas sobre cómo debe informarse el suceso.
Por ejemplo, el departamento de propaganda del Partido Comunista prohibió la utilización de fotos de los homenajes a las víctimas, informó el diario South China Morning Post.
Los obstáculos a la información, muy habituales en China cuando se producen sucesos que las autoridades consideran “sensibles” políticamente, se producen mientras aumentan las críticas al gobierno local.