Tras una larga y agónica espera, seguida de una tormenta de explosiones y balas, las dos tomas de rehenes que convirtieron el corazón de Francia en una zona de combate acabaron este viernes con un dramático desenlace.

Los parisinos corrían aterrorizados en medio del tiroteo ocurrido en un barrio de la capital francesa, mientras en un pequeño pueblo cercano, los dos sospechosos de la masacre en la revista Charlie Hebdo se atrincheraban tomando un rehén.

El violento asalto casi simultáneo a los emplazamientos donde se atrincheraban los secuestradores ponía fin a más de dos días de brutal tensión, desde que la policía empezó a buscar a los islamistas sospechosos de haber matado a 12 personas el miércoles.

En el este de París, la policía entró en el supermercado judío donde uno de los asaltantes había tomado a varios rehenes.

Las explosiones se sucedían – una de ellas, iluminando el frente de la tienda como una bola de fuego- cuando los comandos especiales irrumpieron dentro del establecimiento.

«íEs la guerra!», gritaba una madre, mientras arrastraba a su hija fuera de la escena. El hombre armado, identificado como Amédy Coulibaly, fue abatido, mientras que varios rehenes murieron y otros fueron rescatados, indicaron las fuerzas de seguridad.

En total murieron cinco personas, incluyendo al secuestrador.

Las ambulancias se precipitaron hacia la escena, uniéndose a los numerosos vehículos oficiales que abarrotaban la zona, vigilados desde el aire por los helicópteros.

Momentos antes, las fuerzas de intervención de la gendarmería asaltaban la pequeña imprenta, en Dammartin-en-Goele, en la que se atrincheraron los dos principales sospechosos de la matanza en Charlie Hebdo, con otro rehén.

Numerosas detonaciones pudieron oírse mientras una columna de humo salía del techo del edificio. Los hermanos Said y Chérif Kouachi, cercados por miles de policías en una caza al hombre que ha durado más de 48 horas, salieron disparando en un desesperado intento por consumar su acción, pero fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. El rehén estaba sano y salvo.

Cerrad las cortinas

El desenlace ha llegado a su fin, tras un día en el que un inmenso dispositivo de fuerzas de élite tomó la localidad de Dammartin-en-Goele y más tarde, la zona de Porte de Vincennes, en la capital, preparándose para la inevitable batalla.

«Pasó todo muy muy rápido. Vimos helicópteros y de repente, los CRS (la policía antidisturbios), estaba por todas partes. Entramos en pánico por un momento», dijo Stéphane, de 45 años, que se vio obligado a evacuar su casa, en este pueblo por lo general muy tranquilo a 40 kilómetros al noreste de París.

«Solo nos dieron tiempo para ponernos algo de abrigo encima y salir. Ahora estamos esperando», explicaba.

En París, los francotiradores estaban situados en los tejados, y los furgones policiales iban llegando uno tras otro. También se desplegaron policías encapuchados, con cascos y armas automáticas, mientras un helicóptero policial planeaba sobre el cielo encapotado.

No tuvieron que esperar demasiado. En el Hotel Ruisseau de la capital, opuesto al supermercado judío, el shock era intenso.

Los huéspedes comían cuando comenzó un tiroteo al otro lado de la calle: era el momento en el que el secuestrador tomaba la tienda.

Casi inmediatamente, la policía se desplegó por el vecindario y cerró las calles y el tráfico de la principal arteria de circunvalación de la capital, pegada a Porte de Vincennes.

«Oímos un tiroteo, todo pasó muy rápido. La policía vino muy deprisa», explicó Pascal, el encargado del hotel, a la AFP por teléfono.

«Nos ordenaron que nos escondiéramos dentro y cerráramos las cortinas».

Tampoco ellos esperaron demasiado. Una ráfaga de disparos y el drama se había acabado.