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Auschwitz se cerró, pero el dolor causado sigue abierto

El primer soldado ruso que ingresó al campo de exterminio de Auschwitz fue Anatoly Shapiro, cuando las puertas de este infierno fueron cerradas. Pasaron 70 años y cinco días desde aquel 27 de enero de 1945 y las secuelas de aquel recinto nazi no han cicatrizado en los supervivientes.    

Shapiro, en un extenso reportaje publicado en BBC Mundo, cuenta: “Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban para que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir”.

El Ejército ruso ingresó y liberó aproximadamente a medio millar de presos víctimas del Holocausto. Los que quedaron vivos ya no sabían el concepto de la palabra libertad y apenas movían sus esqueléticos cuerpos cubiertos por harapos. Un infierno.

Apenas entraron, los soldados de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) prepararon comida para los presos. Hubo quienes murieron porque sus estómagos ya no funcionaban normalmente.

“Mujeres que yacían sin vida sobre el suelo, desnudas, porque la ropa se la habían robado las personas que sobrevivieron. Había mucha sangre y excrementos humanos alrededor”, añadió Shapiro, quien tenía 32 años. El militar falleció en Nueva York, en 2005 y fue considerado un héroe en Rusia y Ucrania, donde había nacido.

Shapiro quedó totalmente impactado cuando vio aquel drama, pero hubo otros que lo padecieron en carne propia y vivieron para contar su historia. Es el caso del expreso 46464, quien responde al nombre de Miroslaw Celka y cuya historia fue rescatada por el diario ABC, de España.

Celka nació el 1 de febrero de 1924 en el pueblo de Bedzin (Polonia). Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los alemanes ingresaron a su país y él fue detenido en octubre de 1942. Lo acusaron de ser miembro de la Guardia del Pueblo comunista y estuvo encerrado en una prisión en su país natal.

Después, en diciembre de 1942, fue llevado a Auschwitz.

En este campo de exterminio estuvo encarcelado cuatro meses en el famoso Bloque XI. Era el bloque de la muerte, donde se castigaba y torturaba a los prisioneros y en cuyos sótanos se llevó a cabo el primer ensayo de exterminio masivo con Zyklon B, con casi 900 prisioneros rusos y polacos, según ABC.

En el blog holocausto.net está una descripción del Zyklon B: “Fue en septiembre de 1941, en Auschwitz, en donde se realizaron las pruebas definitivas dando los resultados esperados, pues la muerte era limpia, masiva y requería poco tiempo para vaciar la cámara e introducir a un nuevo grupo de víctimas”. Los prisioneros llegaban en vagones de ganado y les decían que entrarían a unas duchas para desinfectarlos. Les marcaban las maletas con sus nombres y se desnudaban. Se cerraban las puertas y se destilaba el gas por las tuberías. Tardaban en morir entre 20 y 25 minutos. Unos presos vaciaban las cámaras de gases y el sitio quedaba listo para ser empleado nuevamente.

El reo número 46464 se salvó de morir y fue a otro campo de concentración, en Austria. Poco tiempo después, los Aliados derrotaron al régimen nazi y Miroslaw Celka pudo vivir muchos años más. Tanto así que el martes pudo celebrar las siete décadas del cierre de Auschwitz.

Aquella jornada se reunieron unos 300 supervivientes. Escucharon a los líderes más importantes de Europa hablando de enterrar para siempre la historia nazi. El escenario fue precisamente el campo de concentración en el que 1,1 millones de personas fueron exterminadas, entre ellas un millón de judíos de países europeos, de acuerdo con la agencia AFP.

En Auschwitz-Birkenau (nombre completo del sitio) las ruinas de cámaras de gas y de hornos crematorios consternan a los visitantes, así como los restos de al menos 300 campamentos de barracas que se extienden sobre casi 200 hectáreas.

Otro de los supervivientes de Auschwitz fue Jósef Paczynski, quien habló para el periódico español El País. Contó que pasó en aquel lugar cinco años de su vida. “Cuando llegué, los nazis nos dijeron: ‘No tienes ni idea de dónde estás. Esto es un campo de concentración alemán. Aquí no vas a sobrevivir más de tres meses’. Pero yo era joven, estaba sano y tenía ganas de vivir. No me dejé impresionar por estas palabras. ‘¿Por qué debería vivir solo tres meses?’, pensé”.

Su historia fue una de las pocas con un final feliz. Algo parecido a lo que vivió Roman Kent. “Setenta años más tarde, la crueldad diaria está todavía grabada en mi mente. Un minuto en Auschwitz era como un día entero, y un día como una semana, y una semana como un mes. Una eternidad de horror”, contó también este superviviente al diario El País.

“Si tengo algún mensaje para la siguiente generación sería muy simple: no permitir ni por un segundo que lo que ocurrió durante estos años se repita de nuevo”, explicó el soldado ruso Anatoly Shapiro antes de su muerte. Él fue quien abrió la puerta de este infierno alemán… aquella que ahora está cerrada, más bien para siempre.

Un campo del horror

Muertes

Por el campo de exterminio pasaron 1,3 millones de deportados, sobrevivieron 200.000.

Guerra

Un millón de los presos fueron judíos. Murieron gitanos, políticos polacos, prisioneros de guerra soviéticos, homosexuales,  religiosos.

Oswiecim, la localidad olvidada del nazismo

Allí se levantó el campo nazi, al menos un millón de personas llega cada año

EFE – AUSCHWITZ (POLONIA)

Cada año más de un millón de turistas visitan el campo de concentración de Auschwitz, pero la inmensa mayoría se olvida de la localidad polaca donde se ubica, Oswiecim, cuya población arrastra el dudoso honor de ser el escenario de la mayor matanza nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Oswiecim es más conocida por su topónimo en alemán, Auschwitz, el mismo nombre que recibe el campo de exterminio que los nazis mantuvieron operativo en la localidad entre 1940 y 1945, y que esta semana conmemoró los 70 años de su liberación con la presencia de varios jefes de Estado y presidentes europeos.

Polonia fue ocupada por Alemania en la Segunda Guerra Mundial y en 1940 los alemanes construyeron el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau a partir de unas barracas militares polacas en las afueras de Oswiecim.

La localidad vive en la actualidad principalmente de la industria química, la minería y los servicios. Sin embargo, la llegada de turistas apenas si se deja notar, se lamenta la propietaria de un hostal, Violetta Sekowska. Ella es una de las pocas personas que se beneficia económicamente de la existencia de Auschwitz al facilitar alojamiento.