Hasta fines de septiembre, Rusia veía casi de palco el avance del Estado Islámico (EI) en Oriente Próximo. Decidió intervenir ante el pedido del Gobierno sirio y pateó el tablero militar regional. Endosó pérdidas a los terroristas y causó la protesta de Washington.
El 29 de septiembre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente ruso, Vladímir Putin, mostró sus cartas. Dijo que era necesario crear una gran coalición internacional para derrotar al Estado Islámico (EI), que se expandió por la región como una mancha negra que ocupó ciudades en Irak y Siria principalmente.
Hasta entonces, según la agencia EFE, el grupo terrorista había asesinado a 3.221 personas en Siria desde que proclamara un califato en este país e Irak a finales de junio de 2014. El dato fue proporcionado por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El mandatario estadounidense, Barack Obama, apoyó la cruzada contra los yihadistas; sin embargo, condicionó la derrota del EI al alejamiento del presidente sirio, Bachar al Asad.
Las críticas de Obama apuntan a la mano dura de Al Asad y no es el único que lo cuestiona. El ministro de Exteriores, Laurent Fabius, acudió a los tribunales para investigar al régimen de Damasco por “crímenes de guerra”, publicó el diario El País.
Al Asad es sospechoso del asesinato de 11.000 personas, de acuerdo con el Informe César (un documento elaborado por un policía que trabajó con militares sirios). Como fichas de dominó alineadas por la desgracia, los sirios empezaron a huir de su país y se dirigieron hacia Europa, siendo la principal puerta de entrada Grecia. El mar Egeo devoró vidas humanas y la Unión Europea tuvo que implementar un plan de salvataje para este grupo de gente que escapó de su nación.
Ataques. Del discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas, el presidente Putin pasó a los hechos y la aviación rusa sobrevoló y disparó a los terroristas.
Así, el 30 de septiembre, AFP informó: “Los aviones rusos golpearon ‘con precisión blancos en tierra de los terroristas del grupo Estado Islámico en Siria’, anunció el general Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa”.
La campaña aérea fue menoscabando al EI y, en tierra, el Ejército sirio fue recuperando terreno.
Al Asad aplaudió la incursión y dijo a la televisión iraní que la coalición internacional integrada por Rusia, Irán, Siria e Irak debe ganar la pulseta al EI; de lo contrario, toda la región sería “destruida”.
Mientras en Palmira y otras ciudades sirias se libraba una batalla sin cuartel, el 11 de octubre en Washington el presidente Obama dijo que su administración había armado a un ejército rebelde sirio para enfrentar al Estado Islámico; pero, este grupo no tuvo los resultados esperados.
“Mi objetivo ha sido poner a prueba la idea de si podíamos entrenar y equipar a una oposición moderada que esté dispuesta a luchar contra el EI. Y lo que hemos aprendido es que mientras Al Asad permanezca en el poder, es muy difícil lograr que esa gente centre su atención en el EI”, indica la agencia EFE. Fue así que Obama tuvo que recular.
En el terreno diplomático, los países también jugaron sus cartas. Francia y Gran Bretaña se opusieron a la continuidad de Al Asad y enarbolaron la bandera de la transición, con la salida de Al Asad. Frente a ellos, España y otras naciones del Viejo Mundo optaron por una salida consensuada a la crisis y tomando en cuenta a todos los actores en el conflicto, incluido Al Asad.
El 12 de octubre, Rusia, que manifestó en principio que sus ataques estaban destinados únicamente a acabar con los terroristas, fue conminada por la Unión Europea (UE) a cesar sus ataques contra la oposición moderada al gobierno de Al Asad.
Un documento firmado en Luxemburgo indica que el ataque moscovita “amenaza con alargar el conflicto, socavar el proceso político, agravar la situación humanitaria y aumentar la radicalización” en la región.
De forma inmediata, Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, convocó a una conferencia e informó: “Estamos interesados en que entre la coalición, creada por EEUU y que integra a muchos países árabes y del Golfo Pérsico, y nuestros militares en Siria se entable una coordinación”.
A su vez, Putin defendió la incursión y durante una entrevista con la televisión estatal en Moscú dijo que se buscaba “estabilizar la autoridad legítima” en Damasco.
Estados Unidos cambió su estrategia de combate. Envió armas, desde aviones, hacia los rebeldes enfrentados con los yihadistas.
Putin cuestionó que las municiones vayan a caer a manos de los terroristas. “¿No caerá eso de nuevo, como ocurrió al instruir a sus tropas, en manos del EI?”
Dos misiles que cayeron sobre la Embajada de Rusia, en Damasco, fueron el anuncio de que los radicales estaban dispuestos a dar batalla. Anunciaron una guerra a Estados Unidos y Rusia.
Se debate sobre la necesidad de un acuerdo entre las potencias que están en Oriente Próximo. Y los yihadistas demostraron que no temen a una guerra larga.
Intervención ‘legítima’ contra los terroristas
Rusia es el único país que interviene en Siria de forma “legítima”, por cuanto la decisión de participar allí se hizo a petición del gobierno de Bachar al Asad, informó el 30 de septiembre el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
“La utilización de fuerzas armadas en el territorio de un tercer país solo es posible con base en una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o a petición del gobierno legítimo de dicho país. En este caso, Rusia será de hecho el único país que actuará sobre una base legítima: a petición del Presidente de Siria”, informó.
Peskov así lo señaló a los periodistas poco después de que el Senado ruso autorizara “el empleo de fuerzas militares en el extranjero”, en referencia a Siria, según informó el jefe del gabinete presidencial, Serguéi Ivanov, quien luego subrayó que se tratará solo de operaciones aéreas.
El portavoz del Kremlin destacó que la campaña se dirigirá exclusivamente a “la lucha contra el terrorismo”, en respuesta a si los ataques de Moscú podrían ampliarse a otros enemigos de Damasco, en alusión a la oposición moderada apoyada por Estados Unidos que combate contra el régimen de Al Asad.
De acuerdo con la Constitución rusa, el envío de tropas al extranjero solo requiere la autorización de la Cámara Alta del Parlamento.
El líder ruso se dirigió al Senado tras recibir la solicitud oficial de ayuda militar del presidente sirio, Bachar al Asad, según reveló el jefe del gabinete del Kremlin, Serguéi Ivanov, quien además destacó que está descartada una intervención terrestre. “El Presidente sirio se dirigió a la dirección de nuestro país para pedir ayuda militar, así que podemos decir que el terrorismo hay que combatirlo, y que los esfuerzos deben ser combinados, pero que sigue siendo necesario respetar las normas de la ley internacional”, dijo Ivanov, tras intervenir en el Senado a nombre de Vladímir Putin.
La autorización se limita “solo a las operaciones de las Fuerzas Aéreas de Rusia. Como ya ha dicho nuestro presidente, el uso de las Fuerzas Armadas en tierra está descartado”, explicó Ivanov.
Moscú tuvo al menos 4 incursiones militares
La intervención rusa en Siria se suma a al menos cuatro incursiones militares de este país en el extranjero desde la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991.
La última intervención rusa fue en 2014, en el este de Ucrania, a raíz de las revueltas que precipitaron la caída del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich.
La crisis se resolvió con la anexión rusa de Crimea, mientras Kiev evacuaba sus tropas.
Alentados por el éxito en Crimea, los prorrusos de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, fronterizas con Rusia, se alzaron en armas contra las nuevas autoridades de Kiev, que respondieron al desafío con el uso de la fuerza.
Ucrania, respaldada por Occidente, acusa a Rusia no solo de respaldar y pertrechar a los separatistas, sino también de participar con efectivos en el conflicto.
Seis años antes, en 2008, Rusia intervino en Georgia cuando en agosto de ese año las tropas georgianas entraron en la región separatista de Osetia del Sur.
Las fuerzas rusas expulsaron a las tropas georgianas de Osetia del Sur en una cruenta guerra de cinco días que concluyó con la derrota georgiana, tras la cual Moscú reconoció la independencia tanto de Osetia del Sur como de Abjasia.
Rusia apoyó también militarmente a la separatista región moldava de Transnistria, que se autoproclamó independiente en 1990 y en la que más del 60% de la población es rusa y ucraniana.
Transnistria rompió lazos con Moldavia tras una guerra civil (1992-1993) en la que contó con la ayuda de Moscú.
La intervención más larga se inició en 1979, cuando la predecesora de Rusia, la URSS, protagonizó la invasión de Afganistán con el pretexto de responder a una petición de ayuda por parte de un gobierno amigo.
Considerada el “Vietnam de la Unión Soviética”, la intervención marcó el inicio de una guerra que terminó casi diez años después, en febrero de 1989, apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín, y que dejó más de 15.000 soldados soviéticos muertos.
Verdadero martes 13 para el EI
La aviación rusa bombardeó 86 “blancos terroristas” en Siria, el martes 13. Uno de los más letales desde el inicio del ataque ruso, el 30 de septiembre.
Los bombarderos Su-34 y los aviones de apoyo de tierra Su-24M y Su-25SM realizaron 88 vuelos de combate para golpear objetivos en las provincias de Raqa, Hama, Idleb, Latakia y Alepo.
Colosos con visiones distintas
Asamblea de la onu 28 de septiembre: EEUU está preparado para trabajar con cualquier país, incluyendo Rusia e Irán, para resolver el conflicto. Se necesita una transición con un nuevo líder y un gobierno inclusivo.
Washington, 2 de octubre: Está claro que las fuerzas rusas en Siria no distinguen entre el Estado Islámico y la oposición moderada suní, y eso es una receta para el desastre.
Washington 11 de octubre: Estamos dispuestos a trabajar y, donde podamos, apoyar a la oposición moderada que ayude a convencer a los rusos y los iraníes de presionar a Al Asad para una transición.
Asamblea de la ONU 28 septiembre: Debemos reconocer que nadie, salvo las fuerzas armadas del presidente Asad, combaten realmente al Estado Islámico y otras organizaciones terroristas en Siria.
Moscú 11 de octubre: No entiendo a algunos de nuestros colegas de Europa y Estados Unidos: dicen que luchan contra el terrorismo, pero no vemos resultados concretos.
Moscú 13 de octubre: Buscamos hacer nuestra contribución a la lucha contra el terrorismo, que es peligroso tanto para EEUU como para Rusia y para los países europeos, y para todo el mundo.