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Pese a la tragedia, migrantes no dudan en tomar barcos a Europa

El sirio Fares Al Bashawat, refugiado en Egipto, es consciente de que sus dos hijas pueden morir ahogadas en su intento por llegar a Italia, donde se encuentra su esposa, pero lo prefiere a abandonarlas.

“Al principio estaba en contra de este tipo de viajes (…) pero no había ninguna otra solución”, cuenta este hombre de unos 50 años, que afirma haber sido torturado en su país, de donde huyó dejando su cadena de restaurantes y un hotel.

“Prefiero que mis hijas tengan una muerte honrosa en altamar a abandonarlas”, añade.

Tras un naufragio, el domingo, al menos a 700 personas murieron en un intento desesperado por llegar a Europa por mar. En 2014, otras 3.500 perecieron antes de llegar a tierra, engullidas por el agua o abandonadas a su suerte por los que las transportan, según cifras de la ONU.

Pero en lo que va de 2015, el número de náufragos se dispara: hay 36 veces más decesos desde enero que en el mismo periodo del año pasado, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM).

Sin embargo, estas tragedias no han desanimado a Fares Al Bashawat. Cuatro años después del comienzo de la guerra que se ha cobrado 220.000 vidas en su país, los 17 miembros de la familia Bashawat están dispersos entre Europa, Egipto y Siria. Para todos ellos, la travesía es símbolo de reencuentro.

Fares vive de alquiler en un apartamento de Alejandría, donde muestra a su hijo, Nemr, de diez años, una fotografía de su madre y de dos de sus hermanas en un restaurante en Italia. El niño puede llegar a beneficiarse de un programa de reagrupación familiar que promueve la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), al contrario de sus hermanas mayores.

“Nuestro sueño es volver a vivir juntos bajo el mismo techo”, resume su padre, angustiado por la falta de dinero. “No tengo ni siquiera bastante para comprar medicamentos”, dice con amargura este hombre que residía en una casa acomodada, en las proximidades de Damasco.

Frente a la multiplicación de dramas, la Unión Europea mantuvo esta semana una reunión de crisis, en la que se decidió triplicar el presupuesto de su operación de patrullas marítimas y llevar a cabo operaciones militares contra los traficantes, que hacinan a los inmigrantes en barcos destartalados por importantes sumas de dinero.

Pero la situación es más compleja de lo que parece y, con frecuencia, las personas encargadas de transportarlos reciben ayuda de una manera u otra de refugiados desesperados.

Abú Baraa reconoce haberlos ayudado a cambio de lugares gratuitos en un barco con destino a Italia para su esposa y sus cuatro hijos. “Intenté irme con mi familia en 11 ocasiones, pero no lo conseguí y me detuvieron dos veces”, explica este sirio de 40 años. Cuenta haberse encontrado por casualidad con intermediarios que le propusieron cinco plazas “gratuitas” si conseguía a diez inmigrantes dispuestos a pagar 2.000 euros (cerca de 2.200 dólares) por el viaje.

“Les encontré a diez personas y envié a mi familia con ellos”. El grupo se fue de Alejandría en un pequeño barco, del que pasó a otro más grande. Un tercero los dejó cerca de las costas italianas. Él está acusado de convertirse en intermediario de los “barqueros” que buscan inmigrantes, pero Abu Baraa lo niega, y dice que solo quiere reunirse con su familia.

Las Causas para migrar

Escape. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, la mitad de los que cruzaron el año pasado el Mediterráneo huían de guerras o persecución, principalmente en África y Oriente Medio.