Catalina y Guillermo de Inglaterra pasaron su primera noche junto a su hija y el príncipe Jorge en el palacio de Kensington, en Londres, tras haber presentado el sábado a la pequeña princesa, cuyo nombre todavía no se conoce y da lugar a múltiples apuestas.

La impaciencia devoraba a los corredores de apuestas el domingo, a la espera del anuncio.

Durante la noche, y mientras las apuestas crecían, las preferencias por uno u otro nombre iban cambiando. Carlota pasó por delante de Alicia, favorito hasta el momento.  

Olivia consiguió ganar posiciones mientras que Victoria e Isabel seguían siendo muy impopulares. 

El país espera que el anuncio se haga oficial este domingo, pero la noticia podría tardar en llegar si se tiene en cuenta que hizo falta una semana para conocer el nombre de Guillermo y un mes para el de su padre, el príncipe Carlos.  

Catalina y Guillermo, de 33 y 32 años, se tomaron dos días tras el nacimiento de su primogénito para anunciar su nombre: Jorge Alejandro Luis.  

Sin embargo, todos los medios recordaban que el anuncio se hizo al día siguiente de que Catalina saliera del hospital, y esperan que esta vez ocurriera lo mismo.  

La BBC recordó también que, según la tradición, el nombre debe anunciarse después del primer encuentro de la reina con el recién nacido.   Isabel II, «encantada» por ser bisabuela por quinta vez, fue vista el domingo por la mañana en la iglesia de Sandringham, en Norfolk (este de Inglaterra), según informaron varios medios, que aseguraban que la soberana podría no regresar a Londres antes del martes.    

Reposo y visitas privadas

El sábado, el anuncio del ingreso de Catalina en el pabellón de maternidad del hospital St Mary llegó a las 05H35 GMT. Unas cinco horas después, se produjo el feliz comunicado del «nacimiento sin complicaciones de una niña a las 08H34», que pesaba 3,7 kg.

Por la tarde, Catalina y Guillermo presentaron a su hija delante del hospital St Mary, donde los medios de comunicación y los seguidores de la familia real esperaban desde hacía días.  

«La belleza dormida», como la describió el tabloide The Sun, será la cuarta en el orden de sucesión al trono británico, después de que en 2011 se aboliera la ley que daba prioridad a los varones.

Su alteza real apareció en brazos de su madre, envuelta en un manto blanco y protegida por un gorro color crema.   Las primeras fotos de la princesa dieron la vuelta al mundo y coparon las portadas de toda la prensa británica con excepción del Independent, el único diario que prefirió centrarse en las elecciones legislativas del 7 de mayo.  

Un poco antes, Jorge, de 21 meses, visitó a su hermana pequeña en una de las raras apariciones públicas del pequeño.   Se espera que las visitas se vayan sucediendo en el palacio de Kensington, residencia londinense de los duques de Cambridge.  

El domingo a las 11H00 GMT llegó la madre de Catalina, Carole Middleton, y su hermana pequeña, Pippa.

Una hora más tarde, el príncipe Carlos y su esposa Camila llegaron a Kensington. El abuelo, que no había escondido su preferencia por una niña, dijo el sábado que estaba «absolutamente encantado».  

El sábado, Catalina y Guillermo invitaron a través de su cuenta oficial de Twitter, @KensingtonRoyal, a todos los nuevos padres del mundo a publicar una fotografía con la mención #WelcomeToTheFamily («bienvenido a la familia).   

103 salvas de cañón 

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su esposa, Michelle, desearon «mucha felicidad» a la familia.   David Cameron, Ed Miliband y otros candidatos a las legislativas interrumpieron momentáneamente su campaña electoral para felicitar a los padres.

Para celebrar la noticia y aprovechar un acontecimiento que podría reportar hasta 300 millones de libras a la economía británica (419 millones de euros), muchos hoteles y restaurantes proponían el domingo ofertas especiales y «afternoon teas» dedicados a la princesa.

El lunes, día festivo en el Reino Unido, un centenar de salvas de cañón deberán sonar a primera hora de la tarde para celebrar el nacimiento. 

  Los duques de Cambridge y sus hijos deberán trasladarse próximamente a Anmer Hall, su propiedad en el dominio real de Sandringham, en la costa de Inglaterra, donde intentan llevar una vida discreta.