El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva dijo ayer que la izquierda de su país está siendo perseguida como lo fueron los judíos por los nazis, en relación a los casos de corrupción que le afectan a él y a la actual presidenta, Dilma Rousseff.
Lula, quien fue presidente entre 2003 y 2010, participó en un evento con sindicatos de la región metropolitana de Sao Paulo y dijo estar “cansado del tipo de persecución y la criminalización que intentan hacer con la izquierda de este país. Parecen los nazis criminalizando al pueblo judío y los romanos criminalizando a los cristianos”.
Aseguró estar “harto” y “ profundamente irritado” por las “mentiras y la inmoralidad” en las acusaciones contra Rousseff —su sucesora y ahijada política— y que “nunca en la vida había visto a personas que dicen ser democráticas y no aceptan una elección en la que se eligió a una mujer como presidenta de la República”.
Para defenderse, Lula volvió a resaltar los avances sociales conseguidos por los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) y acusó a una “élite perversa” de estar “incómoda con ello” e intentar revertir esas mejoras a cualquier precio.
También ayer, la empresa constructora brasileña Odebrecht —centro del último escándalo de corrupción en Brasil— admitió que en octubre de 2013 pagó un viaje de Lula a Portugal, pero negó haberlo hecho a cambio de “contactos” para lograr nuevos negocios.
Fiscalía. En aquella visita el expresidente brasileño participó en la presentación del libro del ex primer ministro portugués José Sócrates, que actualmente está en prisión preventiva por su supuesta vinculación con un caso de corrupción. Un portavoz de Odebrecht explicó que “los gobernantes de los países que visita quieren estar con Lula y él tiene libre disposición para estar con quien desee”.
Según la investigación que la Fiscalía abrió el 8 de julio, hay varios indicios de que el expresidente influyó en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) —brasileño— para que financiase importantes proyectos de infraestructuras desarrollados por Odebrecht en varios países latinoamericanos y africanos, principalmente en Cuba y República Dominicana, entre 2011 y 2014.