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Japón sigue herido a 70 años del ataque nuclear

Hace 70 años, cuerpos carbonizados flotaban en las aguas que cruzan Hiroshima, la otrora ciudad consumida por el calor abrasador del que fue el primer ataque nuclear de la historia. Tres días después otra bomba cayó en Nagasaki. En Hiroshima, el olor a carne quemada llenaba el aire, mientras decenas de supervivientes con graves quemaduras se sumergían en los ríos. Cientos de ellos nunca volverían con vida a la superficie, empujados hacia abajo por una muchedumbre desesperada.

“Fue un destello blanco plateado”, recuerda Sunao Tsuboi, de 90 años, sobre el momento en el que Estados Unidos lanzó la mayor arma destructiva hasta entonces. “No sé por qué sobreviví y viví tanto tiempo”, dijo Tsuboi, para quien es “doloroso” rememorar ese día.

Herida. La ciudad de 1,2 millones de habitantes es de nuevo, siete decenios después del ataque, un próspero enclave comercial, pero las cicatrices de los bombardeos, tanto físicas como emocionales, todavía no se han borrado. El reloj marcaba las 08.15 ese 6 de agosto de 1945 cuando un bombardero Boeing B-29 llamado Enola Gay lanzó sobre Hiroshima la bomba de uranio Little Boy, con una carga destructiva equivalente a 16 kilotones de TNT.

Justo 43 segundos después, cuando se encontraba a 600 metros del suelo, estalló en una bola de fuego abrasador de hasta un millón de grados centígrados, arrasando con casi todo lo que estaba a su alrededor. Los edificios de piedra sobrevivieron a las altas temperaturas, pero llevaban impresos, como un negativo fotográfico, las sombras de las cosas y las personas carbonizadas frente a sus muros.

La onda de choque inicial generó ráfagas de 1,5 kilómetros por segundo que arrastraron con fuerza escombros y desgarraron a su paso miembros y órganos humanos, antes de volver a la zona cero. Un hongo nuclear empezó a elevarse por encima de la ciudad hasta alcanzar los 16 kilómetros de altura. Se estima que murieron unas 140.000 personas en el ataque, entre ellos los supervivientes al bombardeo que fallecieron después a consecuencia de la radiación.

Tsuboi, entonces universitario, se encontraba a unos 1,2 kilómetros del epicentro, cuando la explosión se lo llevó por delante. Al reincorporarse, su camisa, pantalones y piel colgaban de su cuerpo, donde las heridas abiertas dejaban los vasos sanguíneos al aire, mientras que parte de sus orejas habían desaparecido. Estaba cubierto de sangre y quemaduras.

Tsuboi recuerda haber visto a una adolescente con el ojo derecho colgando de su rostro. Cerca de allí, una mujer intentaba en vano contener sus intestinos dentro de su propio cuerpo.

Muchos morirían a consecuencia de sus heridas en las horas y días posteriores, tumbados en el lugar donde cayeron a la espera de una ayuda que no llegó o de un simple sorbo de agua. A los supervivientes todavía les esperaba una serie de aterradoras enfermedades provocadas por la radiación: sangrado de encías, caída de dientes y cabello, cáncer, nacimientos prematuros, bebés con malformaciones y muertes repentinas. Y, además, el rechazo de sus compatriotas, que temían contagiarse.

Durante años, algunos tuvieron problemas para encontrar trabajo o casarse. Incluso, actualmente, muchos de estos hibakusha (supervivientes nucleares) rechazan hablar abiertamente de su experiencia por miedo a la discriminación.

Nipones, divididos por reforma militar

EFE

Japón conmemoró el 70 aniversario del ataque atómico sobre Hiroshima, en medio de las continuas protestas contra el Gobierno nipón por impulsar la reforma militar y la inminente reactivación de centrales nucleares tras el desastre de Fukushima. En Hiroshima se recibió a representantes de un centenar de países en el ceremonial que honra a las víctimas de la tragedia y que cada año hace un llamamiento a la paz y al desarme nuclear.

Mientras, en Tokio se programaron protestas ante el Parlamento, donde está a punto de ser aprobada la reforma promovida por el Ejecutivo del primer ministro, Shinzo Abe, que por primera vez en 68 años permitirá a las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) operar en el extranjero y defender a aliados en caso de ataque.

La iniciativa llega después de que en 2014 el Gobierno realizara una polémica “reinterpretación” de la Constitución pacifista adoptada por Japón en 1947 a instancias de la ocupación estadounidense y que hasta ahora impedía al país el uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales.

Ayer, la oposición nipona intentó arrinconar al ministro de Defensa, Gen Nakatani, durante su comparecencia en la Cámara Alta al preguntarle si la reforma prevista autorizará a Japón a transportar armas nucleares para sus aliados en caso de tener que asistirles militarmente.

Nakatani admitió que “técnicamente” así sería, aunque se apresuró a descartar dicha posibilidad esgrimiendo los tres principios nucleares adoptados por Japón en 1967 por los que el país no puede poseer, fabricar o albergar en su territorio bombas atómicas.

Otro factor que ha hecho perder popularidad al actual gabinete en los últimos tiempos es su apoyo a la reactivación de centrales nucleares, apagadas a raíz del accidente en Fukushima en 2011. Según los sondeos, más de la mitad de los japoneses está en contra de la medida por temor a que se repita un episodio como el de Fukushima, y las manifestaciones antinucleares han sido también la tónica de los últimos meses en Tokio y otras ciudades.