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Los haitianos votan el domingo en busca de estabilidad política

Hoy son 54 candidatos quienes pretenden dirigir el país. Pero este abultado número no es precisamente una señal de buena salud democrática.

/ 23 de octubre de 2015 / 21:50

Los haitianos votarán el domingo en la primera vuelta de las presidenciales con la esperanza de que este país, el más pobre de América, pueda finalmente emerger de su crónica inestabilidad política.

Cinco años después de la llegada de Michel Martelly al poder, el comicio presidencial es la única cita electoral que se organiza dentro de los tiempos legales previstos.

Debido a una crisis profunda entre el poder Ejecutivo y la oposición, las elecciones legislativas, municipales y locales presentan más de tres años de retraso.

El presidente, cantante popular y novato en la política, inició su mandato en mayo de 2011 en un país que había sido castigado por una de las peores catástrofes naturales de las últimas décadas.

El 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 6,3 azotó Haití dejando a su paso más de 220.000 muertos y 1,5 de personas sin hogar.

La catástrofe causó una destrucción equivalente al 120% del PIB, redujo a ruinas la mayoría de los edificios públicos, entre ellos el palacio presidencial, y debilitó la frágil economía.

Desde que en 1986 terminaron 30 años dictadura de los Duvalier, Haití ha sido escenario de repetidas crisis.

Elecciones frustradas por baños de sangre a causa de ataques de los «Tontons Macoutes», el brazo armado del régimen duvalierista; golpes de Estado que provocaron sanciones internacionales; elecciones cuestionadas que forzaron al exilio a un presidente.

El país que había hecho historia en 1804 como el único que nació a partir de una revuelta de esclavos contra el poder colonial francés, apenas ha logrado la estabilidad política.

54 candidatos a la presidencia

Hoy son 54 candidatos quienes pretenden dirigir el país. Pero este abultado número no es precisamente una señal de buena salud democrática.

Cuando llegó al poder Michel Martelly en mayo de 2011, para muchos fue percibido como una señal de que el cargo estaba al alcance de cualquiera.

Una decena de candidatos a la presidencia son antiguos parlamentarios o dirigentes de partidos políticos históricos. Pero muchos de ellos son desconocidos y no despiertan entusiasmo en la mayoría de la población. Solo un puñado de aspirantes ha publicado sus propuestas de gobierno. 

Jovenel Moise, un empresario agrícola de 47 años, es el candidato de Martelly y el Partido haitiano Tete Kale. Comienza su carrera política con esta campaña electoral.

También figura Jude Célestin, ingeniero de 53 años y quien emprende su segundo intento por alcanzar la presidencia con el partido Liga alternativa para el progreso y la emancipación haitiana.

Delfín del anterior presidente René Préval, en las pasadas elecciones de 2010, Célestin se retiró en aquel momento de la segunda vuelta ante las intensas manifestaciones de protesta de entonces y tras una mediación de la Organización de Estados Americanos.

«En el ambiente actual, no vemos clima electoral, ni entusiasmo de la población», explicó Marie-Yolène Gilles, de la RNDH. «Estamos en democracia, es lo que nos dicen siempre, y las elecciones son un paso obligatorio para renovar el personal político del país, pero no vemos la determinación de los electores», concluyó.

«Los debates fueron huecos. Los candidatos no han dicho más que generalidades. Ninguno mostró que estuviera a la altura de administrar la situación del país», reprochó el economista haitiano Kesner Pharel.

Desafíos urgentes

Quien sea que reemplace a Martelly el 7 de febrero próximo enfrentara enormes desafíos y una emergencia humanitaria.

Seis de los 10 millones de haitianos viven en la extrema pobreza con ingresos de menos de 2,5 dólares al día.

Cada año, 100.000 jóvenes egresan del sistema educativo sin poder encontrar trabajo.

Y cinco años después del sismo, más de 85.000 personas viven aún en campos de refugiados temporales, según Amnesty International.

La prédica de muchos políticos es la necesidad de una unión nacional. Pero después del sismo los intentos de un gobierno abierto e inclusivo han sido en vano.

«En Haití, no nos gusta perder. Los 53 candidatos que van a fracasar en la elección presidencial sostendrán que ha sido un fraude», dijo Pharel.

La violencia durante la jornada electoral es la principal preocupación del Consejo Provisional Electoral (CEP).

Para este domingo, organizaciones civiles reunidas en la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) alertaron sobre la posibilidad de que se produzcan actos de violencia durante el comicio y acusaron a la policía de pasividad y de parcialidad.

«Hemos comprobado que la policía no tiene un comportamiento neutro», dijo Pierre Espérance, secretario ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH), y citó la inacción de las fuerzas del orden durante la precedente jornada electoral, el 9 de agosto, en la que murieron dos personas.

En efecto, la primera ronda de las elecciones legislativas de esa fecha, estuvo fuertemente perturbada por fraudes y actos violentos que obligaron al CEP a anular la votación en cerca de un cuarto de las circunscripciones del país.

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Haití espera una tormenta cuando aún lidia con las secuelas del terremoto

La depresión tropical Grace amenaza con dejar inundaciones y deslizamientos de tierra en Haití y la vecina República Dominicana, advirtió el estadounidense Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami.

/ 16 de agosto de 2021 / 16:24

Dos días después del potente terremoto que sacudió Haití, matando a casi 1.300 personas, los trabajadores de rescate se afanaban en la búsqueda de desaparecidos posiblemente atrapados en las ruinas, mientras una tormenta amenazaba este lunes con empeorar aún más la situación.

La depresión tropical Grace amenaza con dejar inundaciones y deslizamientos de tierra en Haití y la vecina República Dominicana, advirtió el estadounidense Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami.

Pero Haití, que padeció recientemente un magnicidio, aún lidia con el desastre de un potente terremoto el sábado en la mañana que dejó 1.297 muertos, más de 5.700 heridos y casi 30.000 viviendas destruidas o dañadas, según informó la Protección Civil local el domingo por la noche.

En la pequeña ciudad costera de Port Salut, al igual que en el resto de las zonas afectadas, los residentes se enfrentaban a un dilema: permanecer al aire libre para protegerse de las réplicas, o trasladarse a los edificios dañados para refugiarse del fuerte temporal que se espera con la depresión tropical Grace.

El hospital de la ciudad decidió intentar proteger a los pacientes que se hacinan en el patio bajo lonas de plástico desde el terremoto. Al mediodía del lunes, los pacientes estaban siendo trasladados al interior de las instalaciones a pesar del temor a las réplicas.

«Los médicos nos piden que volvamos bajo la losa de hormigón esta noche, pero hasta ahora no estamos seguros. Todavía está temblando, así que por eso estamos fuera», dice Wilfried Labaye, de 41 años, antes de que se tomara la decisión de meter a todo el mundo dentro.

Su esposa, Esperance Rose Nadine, de 36 años, yace en el suelo a su lado. Sus dos piernas fueron aplastadas cuando su casa en las montañas cercanas se derrumbó.

Labaye está preocupado no sólo por la salud de su esposa sino también por el clima, del que no pueden escapar.

«No sé cómo será esta tormenta», dice.

Ayuda internacional

Junto a las enfermeras que atienden a los heridos, Aline Cadet, una comadrona de 26 años, está angustiada por los informes meteorológicos.

«Psicológicamente no estamos bien. No tenemos ni idea de cómo nos las vamos a arreglar», dice. «Hay mujeres embarazadas aquí, algunas han perdido a sus bebés en caídas o lesiones».

Muchos países, entre ellos Estados Unidos, República Dominicana, México y Ecuador, ofrecieron su ayuda enviando personal, raciones de emergencia y equipos médicos.

El ejército estadounidense anunció el lunes la formación de una misión militar conjunta y desplegó un equipo encargado de evaluar la situación en las zonas afectadas con recursos de observación aérea, tras el sismo de 7,2 de magnitud.

También se han movilizado cuatro helicópteros para el transporte. El objetivo es «hacerse una idea de los daños», dijo el lunes el portavoz del Pentágono, John Kirby.

Las imágenes aéreas tomadas por los equipos estadounidenses «ayudarán a determinar qué ayuda se necesita, dónde y cuándo».

Los socorristas trabajaban en las zonas afectadas con camiones y retroexcavadoras como en la localidad de Les Cayes, cerca del epicentro del terremoto, a unos 160 km de la capital haitiana, Puerto Príncipe.

El primer ministro haitiano, Ariel Henry, quien declaró estado de emergencia durante un mes en los cuatro departamentos afectados por la catástrofe, agradeció el domingo a la comunidad internacional.

«Queremos dar una respuesta más adecuada que en 2010 tras el terremoto. Toda la ayuda que venga del exterior debe ser coordinada por la Dirección de Protección Civil», exigió el jefe de gobierno.

También pidió a sus conciudadanos que dieran muestras de «unidad nacional».

«Olvidemos nuestras rencillas», pidió Henry, quien dirige el país más pobre de América tras el asesinato del presidente Jovenel Moise el 7 de julio.

El terremoto de magnitud 7 del 12 de enero de 2010 devastó la capital y varias ciudades provinciales.

Más de 200.000 personas murieron y más de 300.000 resultaron heridas en aquella catástrofe, mientras que más de 1,5 millones de haitianos se quedaron sin hogar.

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Haití arresta a presuntos magnicidas, en su mayoría colombianos, y busca prófugos

"Arrestamos a 15 colombianos y a dos estadounidenses de origen haitiano. Tres colombianos murieron y otros ocho están sueltos", dijo el director general de la policía nacional, Leon Charles, en una conferencia de prensa.

/ 8 de julio de 2021 / 22:59

Al menos 28 atacantes, 26 colombianos y dos estadounidenses de origen haitiano, participaron del asesinato del presidente de Haití Jovenel Moise, dijo la policía el jueves, precisando que ocho de ellos están prófugos.

«Arrestamos a 15 colombianos y a dos estadounidenses de origen haitiano. Tres colombianos murieron y otros ocho están sueltos», dijo el director general de la policía nacional, Leon Charles, en una conferencia de prensa.

El miércoles, la policía dijo que había ultimado a cuatro sospechosos. Charles no explicó la discrepancia.

Al menos seis de los presuntos involucrados serían exmilitares de Colombia, dijo el ministro de Defensa de ese país, Diego Molano.

«Inicialmente la información señala que son ciudadanos colombianos, miembros retirados del ejército nacional», dijo Molano en un video, señalando que ordenó a la policía y al ejército colaborar en la investigación del caso.

El jefe de la policía colombiana, el general Jorge Vargas, indicó que se trataría de dos suboficiales retirados del ejército, así como de cuatro exsoldados.

Charles también dijo que «se recuperaron las armas y materiales utilizados por los atacantes» y prometió intensificar la búsqueda «para atrapar a los otros ocho mercenarios».

Durante la conferencia de prensa, varios de los sospechosos estaban alineados contra una pared para exhibirlos ante los medios, con pasaportes colombianos y armas colocadas sobre una mesa.

«Ya tenemos a los autores físicos y estamos buscando a los intelectuales», había dicho más temprano Charles.

El Departamento de Estado, sin confirmar el arresto de un ciudadano estadounidense, anunció el jueves que había aceptado ayudar a la policía haitiana con la investigación.

«¿Dónde estaban?»

En Haití -de 11 millones de habitantes, la mitad de los cuales son menores de 20 años- todos están en alerta y tratan de entender cómo pudo ocurrir el magnicidio.

«¿Dónde estaban los policías bien equipados que vigilan al presidente día y noche? ¿Por qué no reaccionaron?», se preguntó Julia, una abogada de 28 años.

La fiscalía de Puerto Príncipe se hace la misma pregunta, por lo que ordenó interrogar a los dos responsables de la seguridad del mandatario.

«Si eres responsable de la seguridad del presidente, ¿dónde estabas? ¿Qué hiciste para evitarle este destino al presidente?» se preguntó Me Bed-Ford Claude, comisario del gobierno de Puerto Príncipe y encargado de iniciar los procedimientos judiciales en nombre de la sociedad haitiana.

Profunda crisis

Haití, que antes del magnicidio ya estaba sumida en una profunda crisis política y de inseguridad, asolada por bandas criminales, se encuentra bajo gran tensión y al borde del caos.

Tiendas, bancos, puestos de gasolina y pequeños comercios cerraron sus puertas. Y República Dominicana, país con el que Haití comparte la isla La Española, cerró su frontera.

El gobierno haitiano pidió este jueves la reapertura del aeropuerto, que debería ser efectiva el viernes, así como la reanudación de la actividad económica.

Además de las interrogantes sobre los autores intelectuales del magnicidio, se suman las referentes al futuro de Haití, empezando por su gobernanza.

Haití ya estaba sumido en una crisis institucional. Moise no convocó a elecciones tras su arribo al poder en 2017 y el país carece de Parlamento desde enero de 2020.

Acusado de inacción ante la crisis y enfrentado a buena parte de la sociedad civil, Moise gobernaba principalmente por decreto.

Ahora, el país más pobre de las Américas carece de presidente y de Parlamento activo, mientras dos hombres afirman estar al mando y se disputan el cargo de primer ministro.

«¿Varios primeros ministros?»

Una de los últimas decisiones políticas de Moise fue designar el lunes a Ariel Henry como nuevo primer ministro. Pero Henry aún no había asumido el cargo.

Y horas después del asesinato, fue el primer ministro en funciones, Claude Joseph, quien impuso el estado de sitio y reforzó las potestades del Poder Ejecutivo. Se supone que esto último debería durar 15 días.

«¿Hay varios primeros ministros nombrados en el país?», se preguntó Henry y aseguró que Joseph era solo ministro de Relaciones Exteriores.
La oposición también acusó a Joseph de acaparar el poder.

La representante de la ONU para Haití, Helen La Lime, estimó que Joseph representa a la autoridad responsable mientras Henry no había prestado juramento, en alusión a un artículo de la Constitución que establece que en caso de vacante presidencial, «el Consejo de Ministros,

ajo la presidencia del Primer Ministro, ejerce el poder ejecutivo hasta la elección de otro presidente».

Pero el defensor de los derechos humanos Gédeon Jean consideró «sospechoso» el afán de Joseph de declarar el estado de sitio, lo que lo lleva a «prever un intento de golpe de Estado», según declaró a la AFP.

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Tras el huracán, el cólera diezma la población de las montañas haitianas

Precariamente protegidos bajo chapas agujereadas y toldos de plástico, los residentes locales contaminados por el cólera se amontonan bajo el porche del pequeño dispensario de Randelle.

/ 22 de octubre de 2016 / 00:19

Que sus casas arruinadas estén inundadas por la lluvia ya no es la principal preocupación de los afectados en Randelle por el huracán Matthew: el cólera se expande a gran velocidad en esta localidad montañosa y aislada de Haití.

«El cólera nos devora: mi vecino fue el primero en enfermarse y luego llegó a mi casa, infectó a mi marido  y a mi hija», afirma Andrise Lubin frente a su casa destruida.

A la localidad, que se encuentra a media hora por carretera de la costa, se la llevó el río que aún sigue fuera de su cauce debido a las torrenciales lluvias derivadas del poderoso huracán Matthew a principios de octubre.

Para llegar a Randelle, en el distrito de Chardonnieres (suroeste), ahora hay que caminar tres horas y atravesar varios cursos de agua.

Herida en un pie durante el huracán, Andrise encontró a un amigo para ayudarla a que sus parientes enfermos hagan ese recorrido. Sin nada para comer, esta mujer cuarentona, agotada, está esperando caer enferma ella misma: «Me puedo infectar con el cólera, no tengo nada en el estómago: en la ciudad siempre voy a estar mejor que aquí», señala con cierto fatalismo.

Precariamente protegidos bajo chapas agujereadas y toldos de plástico, los residentes locales contaminados por el cólera se amontonan bajo el porche del pequeño dispensario de Randelle.

Las páginas del registro de la clínica se llenan rápidamente: desde el paso del huracán cerca de 300 personas se han infectado con el cólera.

Antes incluso del destructor pasaje de Matthew, Haití enfrentaba ya la peor epidemia de esa enfermedad a escala mundial, con 500 nuevos casos por semana en todo el país.

Mulas para el abastecimiento

La jefa de enfermeras Marguerite Bernardin, extenuada, examina con dos colegas a los enfermos que llegan de Randelle y de las montañas adyacentes. Perdió todo durante el huracán, pero ya no está preocupada por eso.

«Se necesitan camas para los enfermos, para mejorar su situación», explica, mientras muestra a un hombre mayor tumbado sobre una camilla dispuesta sobre el suelo.

Tras dos semanas de complicaciones, la ONG Samaritan’s Purse trajo un alivio inesperado al terminar de instalar un centro de emergencias para tratar el cólera. Todas las camas están ocupadas ya.

«Dos tiendas suplementarias llegarán hoy; por tanto, deberíamos poder encargarnos de al menos 20 pacientes», se alegra Steve Averly, médico de urgencias. «Es difícil llegar aquí en las montañas y para los pacientes con cólera es muy complicado descender para recibir atención», explica.

«Cuanto más cerca estemos del origen tanto más gente podemos salvar y atender», asegura mientras se ocupa de una niña.

Mientras Randelle es aún un campo en ruinas invadido por troncos de árboles caídos, la ONG se instaló en los aledaños, sobre un lugar elevado.

Con goteros intravenosos en los brazos, muchos habitantes están obligados a llevar a los enfermos sobre sus espaldas para atravesar los 300m de accidentado terreno que los separan del centro. Aislado en la montaña, el funcionamiento del centro de atención se ve obstaculizado por dificultades logísticas.

«Las mulas son el medio de transporte más eficaz para hacer llegar equipamientos: es la tecnología más antigua, pero funciona», sonríe el médico. Sin embargo, con recursos financieros y un clima benévolo podrían aterrizar helicópteros en el pueblo.

Esta ayuda internacional es elogiada por Romélus Caldo, miembro de la asamblea local. «Recuerdo el sábado 8 de octubre: vi morir a seis personas por el cólera en el dispensario», se lamenta bajo una lluvia inclemente.

«El Estado central no ha respondido a mis demandas, así que imagínese que a los simples habitantes de aquí se los escucha menos aún», dice este legislador local cuya casa fue arrastrada por el río hace dos semanas. (21/10/2016)

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