Los españoles votaban este domingo en las elecciones generales más inciertas de la historia de su joven democracia, tras el surgimiento de los partidos Ciudadanos y Podemos, que podrían dificultar un nuevo gobierno de los conservadores del saliente Partido Popular.

Estos comicios culminan un año de cambio electoral en el sur de Europa, tras la victoria de la izquierda radical de Alexis Tsipras en Grecia en enero, y la llegada al poder en Portugal en octubre de una coalición de partidos de izquierda, a pesar de que la derecha había sido la más votada.

Esta es una posibilidad que preocupa al jefe del gobierno español saliente, el conservador Mariano Rajoy, de 60 años, quien según los sondeos perderá la cómoda mayoría absoluta de 186 diputados -en una cámara de 350- que obtuvo en 2011, y podría verse obligado a forjar alianzas o a gobernar en minoría.

Lejos por detrás del PP, el socialista PSOE, dirigido por Pedro Sánchez, de 43 años, no está seguro de conservar el segundo puesto, seguido de cerca por el partido antiausteridad Podemos, que amenaza con superarlo impulsando a su secretario general, Pablo Iglesias, profesor universitario de 37 años, como líder de la izquierda.

En muchos colegios electorales de todo el país se respiraban vientos de cambio y numerosos votantes mostraban su ilusión ante el fin de un sistema reinante desde 1982.

«Llevamos muchísimos años de bipartidismo y hay que renovar la política, PP y PSOE se han acomodado y olvidado de nosotros. Hay que darles una oportunidad a los nuevos», decía a la AFP Francisco Pérez, un transportista autonómo, de 53 años, que votó en Hospitalet de Llobregat, segunda ciudad de Cataluña, en el noreste del país.

«Estamos viviendo una jornada electoral histórica. A partir de esta noche, seguramente, la historia de nuestro país cambia», afirmaba Iglesias, al votar en su popular barrio madrileño de Vallecas.

«Estamos ante una nueva transición democrática, ante una nueva era y eso implica una gran participación», aseguró por su parte el líder del centrista Ciudadanos, el abogado Albert Rivera, de 36 años.

Inestabilidad

Sin embargo, en vísperas de las fiestas navideñas, para las que muchos españoles viajaban a sus localidades natales, la participación superaba apenas la de los comicios anteriores.

A las 18H30 (17H30 GMT) un 58,38% de españoles (frente a 57,65% en 2011) había acudido a las urnas, que abrieron a las 09H00 locales y debían cerrar a las 20H00. Inmediatamente después, los sondeos a pie de urna adelantarán la composición del nuevo parlamento más fragmentado, en el que la formación de un ejecutivo se augura ardua.

«Me gustaría que hubiera un cambio, para que el nuevo gobierno mire un poco más la gente de la calle, el pueblo, ahora veo nuestros dirigentes más pendientes de las políticas impuestas por Bruselas y Alemania», afirmaba Juan José Rodríguez, de 43 años, en el popular barrio madrileño de Lavapiés.

Este gerente de un pequeño negocio de neumáticos discrepa del mensaje de recuperación económica -su gobierno prevé un crecimiento del 3,3% del PIB este año- con el que Rajoy buscó la reelección.

«El gobierno dice que hay un poco más empleos, de verdad los hay, pero han bajado muchísimos los sueldos y muy a menudo la gente no llega a final de mes», afirma tras dar una moneda a una mujer que pide limosna en la calle.

Los duros años de crisis y dolorosas políticas de austeridad, la disparada del desempleo -que llegó a un máximo de 27% a principios de 2013 y sigue aún en el 21,18%- y los innumerables escándalos de corrupción desataron una crisis de las instituciones que cristalizó en junio de 2014 con la abdicación del rey Juan Carlos I en su hijo Felipe VI y lleva a ahora a una nueva generación de políticos a las Cortes.

Sin embargo, no todos los españoles apuestan por un cambio incierto y un gobierno inestable.

«Llevamos cuatro años sufriendo como para que ahora se tire todo a la basura», afirmaba María José Pyñeiro, 52 años, directora general de una revista de moda, en uno de los barrios más aristocráticos de Madrid.