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La Justicia imputa a Sarkozy por financiación ilegal de su campaña de 2012

Al término de un interrogatorio que se prolongó durante casi doce horas, el político conservador Nicolas Sarkozy fue declarado además "testigo asistido", a medio camino entre la imputación y el simple testigo, por los cargos de fraude, falsificación y abuso de confianza.

/ 16 de febrero de 2016 / 21:05

El expresidente francés y líder de la oposición, Nicolas Sarkozy, fue imputado hoy por financiación ilegal de su campaña electoral de 2012, al haber superado, en calidad de candidato, el gasto máximo fijado por la ley.

Al término de un interrogatorio que se prolongó durante casi doce horas, el político conservador fue declarado además «testigo asistido», a medio camino entre la imputación y el simple testigo, por los cargos de fraude, falsificación y abuso de confianza.

Esa segunda figura jurídica implica que, aunque no se hayan encontrado pruebas suficientes contra él, puede ser llamado a declarar de cara a una eventual imputación.

Su abogado, Thierry Herzog, aseguró hoy a la salida y ante la prensa que aunque tiene previsto presentar los recursos pertinentes, está satisfecho de que no se le haya imputado por esos últimos cargos y no se haya manchado su nombre con esas prácticas.

Pero en un momento en que aspira a ganar las primarias de su partido para volver al poder en 2017, esta nueva imputación, que se suma a la recibida en julio de 2014 por «corrupción activa», tráfico de influencias y encubrimiento de la violación del secreto profesional, empaña pese a todo sus pretensiones al Elíseo.

El expresidente francés compareció esta vez por el «caso Bygmalion», un escándalo que debe su nombre a una empresa que emitió falsas facturas por unos 18,5 millones de euros para que la Unión por un Movimiento Popular (UMP) asumiera gastos que correspondían a la campaña.

Los jueces tratan de aclarar el papel que pudo tener en la elaboración de esas facturas.

Los magistrados sospechan que los responsables de la campaña crearon ese sistema fraudulento para cargar a la UMP parte de los gastos electorales con el objetivo de no superar los 22,5 millones permitidos por la ley.

Sarkozy ha reiterado en diversas ocasiones que no había oído el nombre de Bygmalion hasta tiempo después de esa campaña en la que salió derrotado frente al socialista y actual presidente, François Hollande.

En su defensa, alega también que en ese periodo él no se ocupaba de los detalles porque debía dedicarse a gobernar en tanto que presidente.

El escándalo se presentó al principio como un presunto desvío de fondos que afectaba a la dirección del partido, que se había hecho cargo de las sanciones de más de medio millón de euros impuestas por el Consejo Constitucional por sobrepasar ese tope legal.

Pero el caso dio un giro cuando, en mayo de 2014, el abogado del gabinete de comunicación, Patrick Maisonneuve, afirmó que la empresa había emitido las facturas para los mítines de Sarkozy.

«Cuesta creerlo, y sin embargo, lo juro, es la estricta verdad: No sabía nada de esa compañía hasta que el escándalo estalló», insiste el expresidente en su último libro, «La France pour la vie», lanzado el pasado enero.

Contra esa afirmación se ha pronunciado uno de sus responsables de campaña, Jérôme Lavrilleux, quien el pasado octubre afirmó que tanto Sarkozy como «toda la cadena de mando» conocían las irregularidades.

Junto a Lavrilleux hay otros doce imputados en esta causa, entre ellos los dirigentes de Bygmalion, pero también varios del partido del antiguo jefe del Estado, como el ex director general Éric Cesari y otro responsable de campaña, Guillaume Lambert.

El pasado 8 de febrero, el entonces jefe de la formación de derechas, Jean-François Copé, que dimitió por la polémica, compareció también ante los jueces de instrucción y fue declarado igualmente «testigo asistido».

Los medios se preguntan ahora cómo puede compaginar Sarkozy su estrategia política con dos imputaciones, pese a la presunción de inocencia, y en un momento en que su autoridad se ve contestada dentro del partido y los sondeos apuntan como favorito del centroderecha a su principal rival para las primarias, Alain Juppé.

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Luhrmann abre Cannes con su particular revisión de «El Gran Gatsby»

La película  se presenta fuera de competición, por la que desde hoy y hasta el próximo 26 de mayo sí aspirarán a la Palma de Oro 20 largometrajes.

/ 15 de mayo de 2013 / 16:13

«El Gran Gatsby», nueva adaptación cinematográfica que Baz Luhrmann ha hecho de la novela de Scott Fitzgerald, abrió hoy el Festival de Cannes, con Leonardo DiCaprio como protagonista máximo tanto del filme como de la esperada primera alfombra roja.

La película, ya estrenada en Estados Unidos y recibida con frialdad en el pase de prensa, se presenta fuera de competición, por la que desde hoy y hasta el próximo 26 de mayo sí aspirarán a la Palma de Oro 20 largometrajes.

Se trata de la segunda ocasión en que abre el festival una película en 3D, tras «Up in the Air» en 2009, y como es habitual, su elenco principal, integrado también por Carey Mulligan o Tobey Maguire, acudió a Cannes para defenderla.

Luhrmann ha buscado una fidelidad máxima a la prosa de Fitzgerald, pero dota a la novela, obra capital de la literatura estadounidense, de una espectacularidad estética y musical reconocible en películas como «Moulin Rouge», y que no esconde su intención de hacerla más próxima a las nuevas generaciones.

Quería situarla, señaló en una concurrida conferencia de prensa, en el «aquí y ahora», y conseguir con esas referencias contemporáneas que el espectador sintiera la misma sensación e impresión que sus primeros lectores en 1925.

Detrás de una banda sonora que mezcla las voces de Beyoncé, Florence + The Machine o Lana del Rey se nota la mano de uno de sus productores, JAY Z, y esa voluntad, según su director, guionista y productor, de hacer de la música un elemento central, como también lo era en la propia novela.

La calidad del material sobre el que partían, provocó que, según DiCaprio, todo el proceso, que el equipo define como «un gran viaje», fuera mucho «mucho más interesante», y fomentara que todo el mundo se volcara en «diseccionar» cualquier posible lectura de cada frase y escena.

Las críticas que puedan llegar por las licencias tomadas, según Luhrmann, pasan a un segundo plano después de haber recibido la aprobación de una nieta de Fitzgerald, que se le acercó en el estreno estadounidense y le aseguró que su abuelo habría estado orgulloso.

«Así que no os cortéis», bromeó ante la prensa acreditada, no sin recordar que el objetivo que todos los participantes en esta película tenían en mente era el de «honrar» a la novela y respetar esa historia que, para DiCaprio, adquirió un nuevo cariz en cuanto se implicó en el proyecto y volvió a releerla.

«Dejó de ser para mí una historia de amor para pasar a ser una tragedia de ese nuevo americano en un nuevo mundo en el que todo es posible, que estaba intentando convertirse en un gran Rockefeller y que en algún momento del camino perdió el sentido de quién era», indicó el intérprete de Jay Gatsby.

Los dos colaboraron por primera vez en «Romeo+Juliet», y DiCaprio sigue manteniendo que lo «fantástico» de Luhrmann, «aparte de muchas cosas, es que en el lugar de trabajo te inspira no solo para hacerlo bien, sino para soñar a lo grande».

«No le asusta coger increíbles historias clásicas que forman parte nuestra cultura y que son muy arriesgadas, y a lo largo de todo ese proceso, da igual lo que añada, porque vela por ir a la esencia».

Con su presentación en Cannes, además, han acercado la novela al lugar en el que Fitzgerald la acabó, Saint Raphaël, localidad situada a 25 kilómetros y desde la que el escritor esperó preocupado la respuesta de su editor, que llegó tres semanas más tarde con un escueto «es magnífica»

Y ese supuesto cierre de círculo se completará esta noche, con la primera alfombra roja del festival, que precede a la ceremonia oficial de apertura, y cuyas fotografías contribuyen a hacer también de Cannes un escaparate de las mejores creaciones de moda.

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