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«Antonio García», un hombre de perfil militarista para conducir ELN a la paz

Tenía 19 años y había decidido unirse al ELN, un grupo donde lleva ya casi 40 años y que ha liderado en el campo militar sin que haya conseguido cambiar las posiciones en el tablero del conflicto armado colombiano.

/ 30 de marzo de 2016 / 20:06

«Antonio García», alias de Eliécer Erlinto Chamorro Acosta, será el jefe de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN), una paradoja para un hombre que ejerce el liderazgo militar de esa guerrilla a la que se unió tras dejar inconclusos sus estudios de Ingeniería.

Como en el caso de la mayor parte de los guerrilleros en Colombia, los datos que se tienen sobre «Antonio García» son escasos y están sesgados por su vida en la montaña.

«García» nació en 1956 en la amazónica región del Putumayo, una de las más pobres y aisladas del país, en el seno de una familia liberal con fuertes simpatías por Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo de ese partido que fue asesinado en 1948, un hecho que desencadenó una serie de disturbios conocidos como «El Bogotazo».

Tras el asesinato de Gaitán se inició en Colombia el período conocido como «La Violencia», del que surgieron movimientos guerrilleros como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El jefe militar del ELN partió a estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en la ciudad de Bucaramanga, donde realizó actos en favor de esa guerrilla, la segunda mayor del país.

En ese centro educativo recuerdan cómo un día desapareció sin que nadie supiera gran cosa acerca de las razones.

Tenía 19 años y había decidido unirse al ELN, un grupo donde lleva ya casi 40 años y que ha liderado en el campo militar sin que haya conseguido cambiar las posiciones en el tablero del conflicto armado colombiano.

En la década de 1980, apenas unos años después de ingresar oficialmente en la guerrilla, «Antonio García» fue elegido para el Comando Central (COCE), el organismo colegiado que dirige al grupo armado.

El ELN, nacido por la influencia de la Revolución Cubana y en la que tuvo un fuerte impacto la Teología de la Liberación, es una guerrilla de influjo marxista-leninista.

Es también considerado como un grupo armado mucho más apegado a su doctrina ideológica que las FARC, radicalismo que también ha dificultado el inició de un proceso público de diálogos de paz.

Eso hace todavía más paradójico que sea un líder de perfil militar y no político el que dirija la delegación que encabece al ELN en el proceso de paz.

Sin embargo, «García» ha sido jefe de su guerrilla en los otros intentos de abrir una negociación de paz con los diferentes Gobiernos.

Él fue uno de los integrantes de la comisión del ELN que negoció con el Ejecutivo de Andrés Pastrana (1998-2002), diálogos que se llevaron a cabo en Alemania.

En aquel momento mostró su intransigencia cuando acusó al Gobierno de estar detrás de diferentes ataques de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en diferentes puntos del país.

Además, se negó a reunirse con víctimas de dos de los actos que más impacto han tenido sobre la sociedad colombiana: el secuestro de 285 feligreses en la Iglesia La María de la ciudad de Cali y el de un avión Fokker de la aerolínea Avianca con 46 personas a bordo, ambos en 1999.

En su categoría de líder del ELN, «García» ha sido condenado en numerosas ocasiones por la Justicia colombiana.

El último de sus proceso jurídicos comenzó el pasado lunes, cuando la Fiscalía imputó cargos a los cinco máximos dirigentes del grupo guerrillero por los «ataques sistemáticos contra la infraestructura petrolera del país», que son considerados crímenes de guerra.

Ahora, «García» deberá tomar un rol más protagónico, alejado de su imagen en las sombras de las montañas colombianas y más expuesto a los focos tal y como está haciendo «Iván Márquez», su homólogo de las FARC en los diálogos de paz que mantiene esa guerrilla desde hace más de tres años en Cuba.

Los papeles de ambos, sin embargo, estarán marcados por las diferencias internas entre ambas organizaciones.

Tal y como reconoció el presidente Juan Manuel Santos, el ELN y las FARC tiene una «naturaleza muy distinta porque son organizaciones muy diferentes».

Además, los diálogos con el ELN tendrán una «participación de la sociedad en las regiones», según Santos, por lo que su rol será más visible aunque no se haya definido plenamente.

Con todos esos condicionamientos y la posible división interna, «García» deberá reconducirse y convertirse en el hombre que lleve al ELN a la paz.

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Colombia llega a la meta de un acuerdo de paz y abre camino al plebiscito

La jornada levantó un interés mayor que en otras fechas cruciales del proceso de paz, cuando los ciudadanos del país mostraron una cierta desidia con los avances de las negociaciones.

/ 25 de agosto de 2016 / 02:52

Colombia llegó hoy a la meta de un histórico acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC tras casi cuatro años de negociaciones que abre una nueva era en el país y cuyo contenido deberá ser ratificado en un plebiscito que se celebrará el 2 de octubre.

Tras el anuncio hecho en La Habana, sede de los diálogos, por los equipos negociadores y los países garantes, el presidente Juan Manuel Santos se dirigió a los colombianos en un discurso en que les reiteró que ellos tendrán la última palabra sobre los acuerdos alcanzados.

Además le puso fecha a ese referéndum, será el domingo 2 de octubre de este año.

Para llegar a esa consulta, que ya tuvo el visto bueno de la Corte Constitucional, el mandatario enviará mañana al Congreso el texto definitivo del Acuerdo Final y le informará acerca de la decisión de convocar el plebiscito en la fecha indicada.

«A partir de mañana será publicado en los sitios web y en las redes sociales de las entidades públicas, en los medios de comunicación, el texto del Acuerdo Final para que todos los colombianos puedan conocerlo», explicó Santos sobre el inicio de la campaña por el «sí».

En frente tendrá la dura oposición del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), que se ha convertido en el principal opositor a este proceso y ha situado a su partido, el Centro Democrático, a favor del «no» en el plebiscito.

Su antecesor, Andrés Pastrana (1998-2002), también ha vertido duras críticas al proceso pese a que comandó el fallido proceso de paz de El Caguán, entre 1998 y 2002, y también ha anunciado que pedirá a los ciudadanos un voto negativo en el plebiscito.

En los últimos días el vicepresidente, Germán Vargas Lleras, se ha mostrado dubitativo sobre la decisión que tomará, lo que augura y dibuja el duro camino hacia el 2 de octubre en el que la faceta sentimental de los colombianos jugará un rol clave.

Santos inició hoy el camino por el «sí» al decir que van a divulgar todo el acuerdo para que los ciudadanos «tengan toda la información» y «todo el criterio» para que dispongan de los elementos «para decidir su voto, libremente y en conciencia».

«Nadie -en Colombia o en el exterior- podrá decir que no tuvo la posibilidad de conocer el acuerdo», aseveró Santos, quien agradeció a Pastrana y Uribe, así como a los antecesores de estos: Belisario Betancur (1982-1986), el fallecido Virgilio Barco (1986-1990), César Gaviria (1990-1994) y Ernesto Samper (1994-1998), por su labor en la búsqueda de la paz.

Pese a las dificultades de la campaña que se avecina, el jefe de Estado destacó que este miércoles comenzó «el fin del sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra».

Además, detalló que el texto acordado es «definitivo» e «inmodificable», lo que abre una gran incógnita en caso de que gane el «no» en el plebiscito.

El mandatario destacó que el acuerdo «es un conjunto de compromisos articulados entre sí para terminar el conflicto armado» que dará a Colombia «la oportunidad de construir juntos una paz estable y duradera para todos».

En este sentido, subrayó que para ello es necesario «garantizar que los alzados en armas se reincorporen a la vida civil y legal».

«Los antiguos miembros de las FARC -ya sin armas- podrán acceder a la vida política del país, en democracia. Deberán, como cualquier otra organización partidista, convencer con propuestas y argumentos a los ciudadanos para ser elegidos», apostilló.

Como parte de esa participación la guerrilla desarmada tendrá unos portavoces en el Congreso, «con voz pero sin voto», para discutir la implementación de los acuerdos hasta el 2018.

A partir de ese año participarán en las elecciones con una «representación mínima» asegurada por dos periodos, si no logran el umbral electoral. Además, el acuerdo refleja, según recordó Santos, que las FARC adquirirán el compromiso de «romper cualquier vínculo que hayan tenido con el narcotráfico», así como a colaborar «con acciones concretas» para combatirlo.

«¡La paz es su victoria, y es la victoria de todos los colombianos!», concluyó Santos.

La jornada levantó un interés mayor que en otras fechas cruciales del proceso de paz, cuando los ciudadanos del país mostraron una cierta desidia con los avances de las negociaciones.

Ese desinterés cayó y miles de personas se reunieron hoy en Bogotá en respuesta a una convocatoria de varias organizaciones civiles para acoger el anuncio hecho en La Habana, sede de los diálogos, bajo banderas de movimientos políticos de distinto signo.

Desde el inicio del día, diferentes voces se pronunciaron sobre el acuerdo que, pese a no conocer los detalles, fue anticipado ayer.

El defensor del Pueblo, Alfonso Cajiao, varios gobernadores, ministros o el director de la Unidad de Víctimas, Alan Jara, que estuvo secuestrado durante más de siete años por las FARC, mostraron su satisfacción por el acuerdo.

Ahora comienza un nuevo camino en el que su participación y capacidad de convocatoria será fundamental de cara al plebiscito. (24/08/2016)

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Santos conforma su gabinete para la paz, el posconflicto y contra la pobreza

Pese a la reforma en siete de los 17 ministerios, las carteras tradicionalmente de más peso en el país, como Defensa, Relaciones Exteriores, Interior y Hacienda mantienen a sus titulares.

/ 26 de abril de 2016 / 00:27

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, remozó hoy su gabinete cuando le faltan poco más de dos años para concluir su segundo mandato al nombrar siete nuevos ministros que deberán pilotar el camino hacia la paz y el período de posconflicto, además de luchar contra la pobreza.

Pese a la reforma en siete de los 17 ministerios, las carteras tradicionalmente de más peso en el país, como Defensa, Relaciones Exteriores, Interior y Hacienda mantienen a sus titulares.

Además, tras esta reforma queda reducido el número de ministerios a 16 puesto que el ministro consejero de Posconflicto, Rafael Pardo, quedará encargado de la cartera de Presidencia, que volverá a ser la Secretaría General.

Entre los cambios más llamativos destaca el reemplazo en el Ministerio de Justicia, donde Yesid Reyes, que está en la terna de candidatos para dirigir la Fiscalía General, fue sustituido por Jorge Eduardo Londoño.

Londoño, es miembro del Partido Verde, que no forma parte de la coalición de Gobierno que conforman el Partido de la U, el Liberal y Cambio Radical y que ya tenía un representante en el anterior gabinete, Luis Eduardo Garzón, en Trabajo, otro de los ministros que abandonan su cargo.

En su reemplazo entra la presidenta del izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA) y excandidata presidencial Clara López.

La líder de izquierda, que fracasó en las elecciones de octubre pasado en su intento de alcanzar la Alcaldía de Bogotá, se ha movilizado públicamente en numerosas ocasiones a favor de los diálogos de paz con las FARC que comenzaron hace más de tres años en La Habana.

«El gabinete que hoy estoy anunciando responde a varias necesidades. Primero, será el gabinete de la paz. Un gabinete conformado por colombianos que -independientemente de que hagan o no parte de la actual coalición de gobierno- le apuestan y le han apostado con decisión a apoyar el proceso de paz», dijo el presidente.

En Comercio, Industria y Turismo, uno de los ministerios que más importancia ha tenido en los últimos años debido al trabajo para intentar incrementar las exportaciones, entra María Claudia Lacouture, hasta hoy directora de ProColombia y miembro del oficialista Partido de la U, en reemplazo de Cecilia Álvarez-Correa.

En la elección de los nombres para las diferentes carteras Santos ha buscado también mantener equilibrio entre los partidos de su coalición de Gobierno, especialmente con Cambio Radical, el partido del vicepresidente Germán Vargas Lleras y que fue uno de los grandes vencedores en las elecciones locales de octubre.

A ese partido están adscritos Luis Gilberto Murillo y Elsa Noguera, nuevos responsables de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Vivienda, Ciudad y Territorio, respectivamente.

Abandonan el Gobierno otros dos miembros de Cambio Radical: Luis Felipe Henao, hasta hoy ministro de Vivienda, y Natalia Abello que estaba en Transportes, por lo que el balance se mantiene estable pese a los rumores que han crecido en los últimos meses y que insinuaban que Vargas Lleras había pedido más peso en el gabinete.

Noguera, exalcaldesa de Barranquilla, era otro de los nombres que habían sonado con fuerza en los últimos meses tras la buena imagen que dejó en el gobierno de esa ciudad caribeña.

Otro exalcalde, Jorge Enrique Rojas, de la ciudad de Manizales (centro) y miembro del Partido de la U, es el nuevo titular de Transporte, uno de los ministerios estrella debido a la construcción de autopistas en todo el país puesta en marcha por el Gobierno.

El último cambio ya lo anticipó Santos la semana pasada, el conservador Germán Arce como nuevo ministro de Minas y Energía, que ocupará el cargo que dejó vacante en marzo pasado Tomás González y que ocupó interinamente la ahora exministra de la Presidencia, María Lorena Gutiérrez.

Arce se suma a Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda y miembro del Partido Conservador que se ha mostrado como uno de los hombres de confianza de Santos.

Al frente de Interior, la denominada «cartera política», sigue otro de los hombres más cercanos a Santos, el liberal Juan Fernando Cristo.

Igual sucede en Defensa y Relaciones Exteriores, donde Luis Carlos Villegas y María Ángela Holguín continúan al frente de esas carteras, una muestra de la confianza que Santos tiene en ellos.

«Este es el gabinete de la paz; el gabinete del posconflicto, el gabinete de la lucha por la equidad, el empleo y la prosperidad», resumió Santos sobre los nuevos ministros.

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Turismo en las favelas, un viaje al otro lado de Río de Janeiro

Impulsado por esa nueva oportunidad, Thiago, nacido y criado en Santa Marta, comenzó en 2007 a mostrar la favela en la que creció a los turistas que así lo deseaban.

/ 28 de enero de 2014 / 14:25

Botafogo a un lado, Laranjeiras al otro y entre ambos barrios de la distinguida zona sur de Río de Janeiro la favela de Santa Marta, una comunidad que, como muchas otras de la ciudad, se abre a los turistas que quieren conocer la realidad carioca que está a espaldas de las playas.

Y es que las favelas de Río de Janeiro brotan entre los barrios más ricos aprovechando los recovecos de los oteros rocosos y, tras su pacificación, se han convertido en el tercer destino turístico de la ciudad, una atracción por la que se dejaron encandilar visitantes ilustres como Hugh Jackman, Madonna o Lady Gaga.

Impulsado por esa nueva oportunidad, Thiago, nacido y criado en Santa Marta, comenzó en 2007 a mostrar la favela en la que creció a los turistas que así lo deseaban.

«Hace cinco años solo eran extranjeros los que se acercaban hasta aquí. Hoy, con la pacificación (como es conocido el proceso puesto en marcha por el gobierno regional para expulsar a los narcotraficantes que controlaban las barriadas pobres de Río), hemos podido recibir a muchos cariocas. Antes, solo el 5 % de los visitantes era brasileño, hoy casi la mitad», asegura a EFE.

Thiago se muestra particularmente satisfecho de haber promovido la interacción entre vecinos que viven a tan solo una calle de distancia y que antes ni se conocían, unos vecinos que, según afirma, «nunca habían subido a la favela» y que ahora tienen la oportunidad de hacerlo y de «conocer como se vive, comer una «feijoada», tomar una cerveza o bailar funk».

Pero las visitas también permiten, tanto a brasileños como a turistas extranjeros, conocer una realidad compleja de primera mano que, en opinión de Thiago, es diferente a la que muestran los medios que, a su juicio, «hablan del lado malo de las favelas, no del bueno».

Según afirma, el 97 % de los moradores de estas comunidades son «trabajadores y honestos», pero la imagen mediática negativa hace con que las personas que acuden a visitar Santa Marta lo hagan «con miedo y recelos, aunque, tras visitar la comunidad y conocer el día a día, ven que somos personas alegres».

«Somos un pueblo pobre pero el más feliz del mundo y nuestra favela está abierta para cualquiera», concluye.

Atraída por esa parte de la ciudad, Fernanda, oriunda de Sao Paulo, recurrió a Thiago para conocer la favela de Santa Marta, una «oportunidad genial para conocer un poco más el país y el pueblo de Brasil, y conocer las dificultades que enfrentan», según comentó a EFE.

Durante su visita, Fernanda observó una realidad «muy dispar» que se correspondía «con la expectativa» que tenía.
 «Hay casas hechas de madera que parece que solo un viento fuerte podría tirarlas -comenta- y otras que están muy bien estructuradas».

Sin embargo, Fernanda terminó la visita muy preocupada por la existencia de cloacas a cielo abierto, lo que, en su opinión, «favorece que la transmisión de las enfermedades sea muy fácil».

La llegada de estos visitantes también ha favorecido el nacimiento de negocios dedicados exclusivamente a este servicio y que no emplean a habitantes de las favelas; un tipo de recorridos que algunos críticos ya han definido como «turismo de la miseria».

En ese sentido, Fernanda asegura que «no hubiera visitado Santa Marta si no fuese con un morador» de la comunidad porque, según asegura, «no sentiría la credibilidad de una empresa» que no cuenta con un habitante de la comunidad.

Junto a Fernanda, Pierre, turista francés, comenta que decidió visitar Santa Marta porque «aparte de los lugares turísticos de Río de Janeiro quería ver una favela» para conocer un poco mejor la realidad de la ciudad.

Para Pierre lo que observó en la favela «eras más o menos lo que esperaba», ya que es tal y como «aparece en las películas o lo que se puede leer».

En su opinión, este tipo de visitas no permite ver en profundidad «la vida de la gente» y echa en falta no ver los problemas con los que tienen que lidiar los habitantes.

«En dos horas no puedes explorar las relaciones que tienen los vecinos ni una experiencia en profundidad», concluye.

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