Nobel yemení considera necesario que una mujer lidere la ONU y EEUU
Karman, reconocida internacionalmente por su papel central en la lucha por los derechos de las mujeres y la democracia en Yemen, insiste en que las mujeres tienen que estar en el poder y tomar decisiones: "Tienen más integridad y transparencia, no es común ver mujeres tiranas, corruptas".
Conocida internacionalmente como la «madre de la revolución» de Yemen, la premio nobel de la paz Tawakkol Karman vuelve a alzar la voz para reivindicar un mundo liderado por mujeres que permitan construir una sociedad mejor. El primer paso, asegura, es que una mujer lidere la ONU y EEUU.
«Doy todo mi apoyo a Hillary Clinton», confiesa la activista en una entrevista con Efe durante la conferencia internacional Women Deliver, en la que participa estos días en Copenhague para contar su historia y apelar a las mujeres a que tomen la iniciativa para transformar el mundo.
«Quiero que gane las elecciones porque creo que cuando las mujeres lideran los países, toman decisiones para detener los conflictos en todo el mundo. Confío en que ella lo hará», afirma optimista sobre la presumible candidata demócrata a la Casa Blanca.
Karman, reconocida internacionalmente por su papel central en la lucha por los derechos de las mujeres y la democracia en Yemen, insiste en que las mujeres tienen que estar en el poder y tomar decisiones: «Tienen más integridad y transparencia, no es común ver mujeres tiranas, corruptas».
A sus 37 años y tras haberse convertido en la primera mujer árabe en ser galardonada con el Nobel de la Paz, considera que una mujer poderosa es aquella que lucha por toda su sociedad, la libertad, los derechos humanos y, en definitiva, por la democracia.
Las líderes se ponen al frente de las naciones sin perder su lado más humano: «Tratan a las sociedades como madres y luchan por proteger a su gente de cualquier tipo de violencia, pobreza e injusticias».
Por eso, considera una «necesidad» que una mujer se ponga al frente de Naciones Unidas y de otras potencias, como EEUU, para lograr un cambio real a nivel global.
Ataviada siempre con el tradicional velo islámico o «hiyab», Karman lanza un mensaje a todas las mujeres: «Tenemos que tomar la iniciativa sin esperar a que nos den oportunidades. Porque a lo mejor no nos las dan».
«Tenemos que alzar la voz. No necesitamos el permiso de nadie para hacerlo. Así es como transformaremos la sociedad. Este es el mayor reto», afirma.
A su juicio, la igualdad de género solo se puede conseguir si hay democracia, por lo que en países bajo regímenes dictatoriales la única opción posible para lograrla es llevando a cabo una «revolución pacífica».
«Es nuestra manera de conseguir la paz y la democracia. Creo que las mujeres también necesitamos una revolución pacífica para luchar contra la pobreza, corrupción, injusticia y acabar con la guerra.
Porque ante Gobiernos que cierran las puertas a las reformas, la revolución es la única solución», asegura.
El mejor ejemplo de ello es su lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y de la libertad de expresión en Yemen, donde en 2005 fundó el grupo «Mujeres periodistas sin cadenas», que en 2011 le valió el Nobel de la Paz junto a las liberianas Ellen Johnson-Sirleaf y Leymah Gbowee.
Pese a que su activismo político no ha estado exento de obstáculos, como su arresto incluso antes de que estallaran las protestas ciudadanas en Yemen en enero de 2011, Karman nunca se ha rendido.
Entonces, desde su tienda de campaña en la plaza de Al Taguir en Saná, lideró la defensa de los derechos humanos en el país y plantó cara al entonces presidente, Ali Abdalá Saleh.
Hoy esta periodista, activista, luchadora y madre sigue luchando encima de un escenario ante centenares de mujeres de todo el mundo que la consideran un ejemplo a seguir.
(18-05-16)