Las autoridades afganas estudian la creación de una «zona de seguridad» para los talibanes para sacarlos de sus bastiones paquistaníes, un arriesgado y controvertido intento para desactivar el conflicto.

La idea ilustra los esfuerzos desesperados del gobierno para encontrar una salida a un conflicto que ya lleva 15 años y cada año deja miles de víctimas civiles.

Si llega a aplicarse, esta estrategia que apunta a contrarrestar la influencia de Pakistán sobre los rebeldes afganos podría tanto cambiar la situación como agravar el caos en el país, en donde ceder territorio a los talibanes se interpreta como iniciar la partición de Afganistán.

«Los talibanes deberían regresar a Afganistán y deberíamos crear una zona segura para ellos y sus familias», lanzó el mes pasado delante de jefes religiosos y tribales Abdul Raziq, jefe de la policía de Kandahar, importante ciudad del sur cercana a Pakistán.

«Ya no podemos seguir contando con los gobiernos y embajadas extranjeras para poner fin a la guerra. Los talibanes forman parte de este país», agregó.

Que la propuesta haya sido expresada por este poderoso comandante del sur del país, importante figura de la lucha contra los talibanes, provocó sorpresa y olas.

Para Sher Mohamed Ajundzada, gobernador de Helmand, provincia del sur con tres cuartos de su territorio controlado por los talibanes, «el gobierno no debe destinar zonas de seguridad a los terroristas».

Algunos observadores denuncian una estrategia «ilógica» en la medida en que los talibanes ya controlan gran parte de ese territorio.

Raziq no quiso responder a la AFP pero una fuente de seguridad precisó que el objetivo del gobierno «es hacer que los talibanes regresen de Pakistán».

«Vamos a reservar un territorio separado para ellos y sus familias. Estarán fuera del alcance de las presiones paquistaníes, luego veremos si quieren combatir o negociar», añadió.

  • Afganos sostienen retratos del religioso fallecido Azizullah Najafi durante una protesta en contra del atentado de la mezquita de Herat, en Afganistán. Foto: EFE

– Pakistán: ¿obstáculo a la paz? –

Muchos afganos perciben a Pakistán, que apoya a los talibanes desde los años 1990, como el principal obstáculo a la paz.

Se acusa a Islamabad de tener un «doble juego» en Afganistán apoyando la «guerra contra el terrorismo» iniciada por Estados Unidos luego del 11 de septiembre de 2001 y ofreciendo al mismo tiempo un santuario para los rebeldes en su territorio.

Algo que reconoció por primera vez en 2016 un responsable paquistaní luego de años de negarlo.

Pero la idea de una «zona de seguridad» avanza en un momento en que influyentes comandantes talibanes piden distanciarse del poderoso servicio de inteligencia militar paquistaní, al que acusan de manipulación.

«La presencia de altos responsables en Pakistán les permite imponernos cosas en contra de nuestros intereses y de los de Afganistán», escribió el año pasado Sayed Tayyeb Agha, exresponable de la oficina política talibán en Doha, al jefe de los talibanes Haibatulá Ajundzada.

«Para actuar con independencia (…) debemos salir de Pakistán», recomendaba.

El Consejo Nacional de Seguridad afgano no confirmó oficialmente la estrategia del gobierno, pero estima que «los talibanes deben poder regresar a Afganistán bajo protección del Estado».

Un responsable de este órgano a cargo de las negociaciones asegura que las autoridades están en contacto con los jefes rebeldes, lo que confirman fuentes talibanes en Pakistán. Pero rehusó precisar en donde se crearía esta eventual zona de seguridad.

  • Miembros de las Fuerzas de Seguridad inspeccionan el lugar donde se produjo una explosión en el distro de Lashkar en Helmand, Afganistán. Foto: EFE

– ¿Un retiro calculado? –

Según las informaciones difundidas por la prensa afgana, que cita documentos militares, las fuerzas afganas aprovecharían la tregua de los combates del invierno para retirarse de algunos distritos de Helmand, «la provincia de la amapola» y feudo talibán del sur.

Los responsables afganos rechazaron estas afirmaciones, así como las que evocan la instalación en Afganistán del consejo de dirección de los talibanes, llamado «Shura de Quetta», nombre de la ciudad paquistaní en donde está implantado.

No obstante, varias fuentes rebeldes confirmaron a la AFP que algunos influyentes responsables ya regresaron, entre ellos el importante militar Ibrahim Sadr. El lugar se mantiene en secreto.

«Ibrahim pidió (al jefe) Haibatulá poder regresar, pero se lo denegó», confió un miembro de la Shura de Quetta a la AFP.

Para Timor Sharan, analista del International Crisis Group, la estrategia de la zona de seguridad parece arriesgada.

«Esto se resume en pedir a los talibanes que dejen sus casas en duro para instalarse en carpas» en zonas alejadas, «con la promesa de que no serán bombardeados», indicó a la AFP.

«Los talibanes deben obtener primero sólidas garantías de parte de las fuerzas de la coalición occidental, en primer lugar de Estados Unidos», estimó. «Pero si el plan fracasa, Afganistán deberá prepararse a un nuevo año de combates». (10/01/2017)