La comunidad internacional se reúne desde el lunes en Bonn para avanzar con la implementación del acuerdo de París sobre el cambio climático, una misión delicada marcada por diferencias políticas.

La reunión COP23, prevista hasta el 17 de noviembre en la sede de la Convención del Clima de la ONU, reunirá a los representantes de casi 200 países, incluido Estados Unidos cuya presidente Donald Trump dijo que retiraba al país del acuerdo.

A pesar de la posición de Trump, el viernes, el gobierno de Estados Unidos afirmó en un informe científico, conocido como Cuarta Evaluación Nacional sobre el Clima, que el cambio climático es causado por la actividad humana.

«Este período es ahora el más caluroso de la historia de la civilización moderna», constata el informe.

Poco antes, un informe de la ONU había advertido sobre la «diferencia catastrófica» entre acciones y necesidades al cabo de un año marcado por desastres de gran amplitud, como Irma, el huracán más potente registrado hasta ahora en el Atlántico.

Un balance provisorio de las temperaturas para 2017 debe ser publicado el lunes en Bonn por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

“Debemos preservar el consenso mundial a favor de una acción fuerte» contra el calentamiento, dijo el primer ministro de Fiyi, Frank Bainimarama, que presidirá la COP23.

«Somos vulnerables y debemos hacer algo», insistió el responsable que debía abrir la conferencia a las 09H00 GMT, acompañado por la responsable del clima de la ONU Patricia Espinosa y del presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), Hoesung Lee.

Por primera vez una COP será presidida por un pequeño país insular, uno de los más amenazados y más implicados en este combate.

A fines de 2015 en París, los diferentes países que firmaron el acuerdo presentaron sus objetivos de reducción de gases con efecto invernadero, para contener el calentamiento en menos de 2ºC respecto a la era preindustrial, que resultan ser insuficientes.

El objetivo ahora es incitar a los países a revisar sus ambiciones. La primera etapa será lanzar «un diálogo» en Bonn de un año, sobre las acciones realizadas y las futuras iniciativas.

La otra misión concreta de esta COP23 será avanzar en las reglas de aplicación del acuerdo de París, una fase técnica y eminentemente política: cómo los países dan cuenta de sus acciones, qué seguimiento para la ayuda financiera prometida por los países más desarrollados…

A estos se suma la incógnita que genera Estados Unidos. Washington, que quiere salir del acuerdo, algo que recién podrá concretar en 2020, reafirmó su intención de participar en los debates sobre las reglas de aplicación, con la idea de «proteger los intereses» nacionales.

«Esta COP es muy importante, ya que los desafíos están en lo más alto: debemos ver no sólo si los Estados hacen lo que prometieron sino también comprometerse a más», dijo Andrew Steer, del World Resources Institue, con sede en Washington.

Lo realizado, como los esfuerzos de China o el desarrollo de las energías renovables, «es alentador», consideró. «El único problema es que no va lo suficientemente rápido», añadió.

Se espera en Bonn la participación de unas 20.000 personas, entre jefes de Estado, como la alemana Angela Merkel o el francés Emmanuel Macron, activistas, científicos o representantes de gobiernos regionales o empresas.

La conferencia tendrá una zona de negociaciones y otra de exposición de soluciones concretas.