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Friday 19 Apr 2024 | Actualizado a 19:15 PM

Colombia inicia la era Duque con Maduro en la mira y oposición en la calle

Abogado de 42 años y delfín del influyente exmandatario y senador Álvaro Uribe -investigado por la Corte Suprema-, Duque juró al cargo para el que fue elegido por cuatro años el 17 de junio.

/ 7 de agosto de 2018 / 21:08

El derechista Iván Duque asumió la presidencia de Colombia este martes, empeñado en endurecer la política de paz de su antecesor y en asfixiar diplomáticamente al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

Abogado de 42 años y delfín del influyente exmandatario y senador Álvaro Uribe -investigado por la Corte Suprema-, Duque juró al cargo para el que fue elegido por cuatro años el 17 de junio.

De manera simultánea, las fuerzas de oposición se movilizaron en varios puntos del país para exigirle que proteja a los líderes sociales tras el asesinato de 331 de ellos desde 2016, y respete los compromisos de paz asumidos con la exguerrilla FARC.

Duque, que tendrá como vice a la conservadora Marta Lucía Ramírez, la primera mujer en ocupar el cargo, sucederá al impopular Juan Manuel Santos, con quien inició su vida pública pero del que se apartó luego hasta convertirse, de la mano de Uribe, en duro adversario.

Aunque contará con mayoría en el Congreso, el exsenador enfrenta a una fortalecida oposición de izquierda y de centro, que alcanzó su mayor representación en las legislativas de marzo.

Con flores, vestidos de blanco y banderas de Colombia, centenares de opositores se manifestaban a favor de la paz y la vida en al menos 36 ciudades y municipios.

«Le estamos expresando al nuevo gobierno, todas las fuerzas de oposición (…), que aquí hay un pueblo que no resiste más la violación al derecho a la vida, que necesitamos que se implemente correctamente el acuerdo» de paz, declaró el exlíder rebelde y legislador Marco Calarcá.

Cuarta economía de América Latina, Colombia afronta una delicada fase de implementación de los acuerdos que firmó con las FARC -la poderosa guerrilla convertida en partido-, al tiempo que afronta varios focos de violencia financiada por el narcotráfico.

Los narcocultivos treparon hasta 209.000 hectáreas en 2017, su máximo histórico. 

Con el regreso del uribismo al poder, Colombia fortalece el bloque de derecha en la región tras los triunfos en Argentina, Chile y Perú, y con la expectativa de que se sume Brasil en los comicios de octubre.

Diez presidentes, incluidos el de Argentina, México, Chile y Bolivia, asisten a la ceremonia de juramentación.

Paz en cuestión

De entrada, Duque deberá darle forma a su promesa de modificar, «sin hacer trizas», el pacto que le valió el Nobel de Paz a Santos y que condujo al desarme de casi 7.000 guerrilleros.

Duque y su partido Centro Democrático pretenden impedir que los antiguos jefes rebeldes acusados de delitos atroces sigan ocupando los diez escaños que les reservó el pacto firmado a finales de 2016.

«Debemos trabajar por una Colombia en paz que proteja a la base guerrillera que se ha desmovilizado», afirmó Duque en un intento por apaciguar las críticas entre los defensores de los acuerdos.

El convenio con la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) todavía tiene pendiente por desarrollar su capítulo más sensible: el de la justicia pactada por las partes para las cientos de miles de víctimas que dejó más de medio siglo de conflicto.

Además quedan por adoptar reformas rurales que, en teoría, evitarán nuevos ciclos de violencia. Pero este no es el único tema de paz en remojo.

Con unos 1.500 combatientes, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) -la última guerrilla reconocida oficialmente en Colombia- quiere retomar con Duque las negociaciones de paz que dejó sin concretar con Santos, pero el mandatario electo anticipó que impondrá nuevas y duras condiciones que nublan el panorama.

Además, «el problema del ELN es esa falta de cohesión interna que impide saber realmente si está interesado en meterse en un proceso de paz serio», señala Camilo Echandía, analista del conflicto de la Universidad Externado.

Maduro, lío mayúsculo

El menú de retos para Duque lo complementan los líos judiciales de Uribe -quien deberá rendir indagatoria por soborno y fraude procesal, lo que complica su liderazgo en el Senado- y la explosiva situación en Venezuela y su coletazo migratorio.

Bajo la administración de Santos, Bogotá prácticamente congeló todas sus relaciones con Caracas y pasó a liderar la campaña internacional que condena la «dictadura de Maduro» y pide un cambio pacífico de régimen.

Quizá este sea el único punto en que coinciden los gobiernos saliente y electo. Duque quiere llevar un paso más adelante la presión sobre Maduro en busca de «elecciones libres», a través una estrategia coordinada con otros gobiernos.

«Venezuela es un reto mayor en dos frentes», señala Sebastián Bitar, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Los Andes.

Según el experto, por un lado, el «ELN continúa usando territorio venezolano para proteger a sus miembros» y, del otro, está «la amenaza de inestabilidad en ese país ante una potencial nueva ola de protestas y represión».

Precisamente, Maduro involucró a Santos en un supuesto plan para asesinarlo el sábado mediante drones con explosivos, una acusación que Bogotá negó tajantemente, y prometió perseguir a los responsables con mano de hierro.

«Esto causaría mayor migración hacia Colombia y problemas de seguridad en la frontera mayores a los que ya tenemos», enfatiza Bitar.

Se calcula oficialmente que unos 820.000 venezolanos han sido regularizados o están en ese proceso en territorio colombiano, tras huir de la crisis económica en su país. (07/08/2018)

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Duque llega al poder en Colombia con la mira puesta en política de paz y Maduro

En su discurso de posesión, que fue replicado en las calles con marchas opositoras, el nuevo presidente se comprometió a aplicar "correctivos" al pacto que condujo al desarme y transformación en partido de la antigua guerrilla FARC el año pasado.

/ 7 de agosto de 2018 / 23:45

El derechista Iván Duque asumió este martes el poder en Colombia con la promesa de endurecer la política de paz de su antecesor, y lanzó una advertencia velada al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

En su discurso de posesión, que fue replicado en las calles con marchas opositoras, el nuevo presidente se comprometió a aplicar «correctivos» al pacto que condujo al desarme y transformación en partido de la antigua guerrilla FARC el año pasado.

Al mismo tiempo anticipó que impondrá nuevas condiciones de diálogo al ELN, la última guerrilla reconocida oficialmente en Colombia.

«Desplegaremos correctivos para asegurar a las víctimas verdad, justicia proporcional, reparación y no repetición», afirmó el mandatario de 42 años.

El primer mensaje de Duque a los colombianos que lo eligieron para un periodo de cuatro años el 17 de junio, apuntó hacia la principal obra de gobierno de su antecesor, el nobel de Paz Juan Manuel Santos.

Durante ocho años, Santos se empeñó en terminar con más de medio siglo de un conflicto armado que deja ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.

Delfín del popular exmandatario y senador Álvaro Uribe – investigado penalmente por la Corte Suprema -, Duque aseguró que trabajará para acabar con las «divisiones falaces entre amigos y enemigos de la paz», tras años de polarización por la política de su antecesor.

También se enfocó en la lucha contra la corrupción, prometiendo castigos más severos, y la «reactivación económica» mediante el alivio tributario a las empresas que generen empleos.

Además dio la bienvenida a la conservadora Marta Lucía Ramírez, la primera mujer en ejercer la vicepresidencia en el país. A su posesión asistieron diez jefes de Estado, entre ellos los de Argentina, México, Chile y Bolivia.

Oposición en la calle

De manera simultánea, las fuerzas de oposición se movilizaron en varios puntos del país para exigirle a Duque que proteja a los líderes sociales tras el asesinato de 331 de ellos desde 2016, y respete los compromisos de paz asumidos con la exguerrilla.

«Le estamos expresando al nuevo gobierno, todas las fuerzas de oposición (…), que aquí hay un pueblo que no resiste más la violación al derecho a la vida, que necesitamos que se implemente correctamente el acuerdo» de paz, declaró a la AFP el exlíder rebelde y legislador Marco Calarcá.

Aunque contará con mayoría en el Congreso, el pupilo de Uribe enfrenta a una fortalecida oposición de izquierda y de centro, que alcanzó su mayor representación en las legislativas de marzo.

En su primer pronunciamiento como mandatario, Duque afirmó que recibe un país con «más de 300 líderes sociales asesinados», con los narcocultivos en expansión (209.000 hectáreas en 2017) y varios focos de violencia.

En ese contexto, renovó su promesa de corregir lo pactado con la antigua guerrilla aunque sin dar pistas concretas sobre las modificaciones que introducirá al acuerdo que ha evitado 3.000 muertes al año y prevé reformas rurales y un sistema especial de justicia.

Apoyado por la ONU, el convenio garantiza que los guerrilleros que confiesen sus crímenes, reparen a los afectados y se comprometan a nunca más ejercer la violencia, reciban penas alternativas de prisión.

En el pasado, Duque ha criticado que los jefes rebeldes acusados de delitos atroces sigan ocupando uno de los diez escaños que les reservó la paz firmada con Santos.

No obstante su anuncio, el jefe de Estado aseguró que respetará lo acordado con la base guerrillera para que tengan inserciones social y económica efectivas.

Mucho más directo se expresó con respecto al futuro de las negociaciones en curso con el ELN.

«Quiero dejar absolutamente claro, que un proceso creíble debe cimentarse en el cese total de acciones criminales, con estricta supervisión internacional, y tiempos definidos», afirmó.

Con unos 1.500 combatientes, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) había expresado su intención de retomar con Duque las negociaciones de paz que dejó sin concretar con Santos.

Mensaje velado a Maduro

En un discurso de conciliación interna, Duque envió una advertencia velada al gobierno de Nicolás Maduro, al que se ha referido siempre como una «dictadura».

Sin mencionar directamente a su homólogo, afirmó que promoverá «la defensa de los valores democráticos» y el rechazo y denuncia de «cualquier forma de dictadura en el continente americano».

«Nuestra actitud no es belicista, nuestra actitud es democrática y estaremos en todos los escenarios internacionales defendiendo la Carta Democrática Interamericana», sostuvo.

Venezuela y el coletazo migratorio por la crisis ocupan un lugar destacado en los retos que le esperan al novel mandatario, además de los líos judiciales de Uribe, quien deberá rendir indagatoria por soborno y fraude procesal, lo que complica su liderazgo en el Senado.

Bajo la administración de Santos, Bogotá prácticamente congeló todas sus relaciones con Caracas y pasó a liderar la campaña internacional que condena la «dictadura de Maduro» y pide un cambio pacífico de régimen.

El líder venezolano involucró a Santos en un supuesto plan para asesinarlo el sábado mediante drones con explosivos, una acusación que Bogotá negó tajantemente.

Se calcula oficialmente que unos 820.000 venezolanos han sido regularizados o están en ese proceso en territorio colombiano, tras huir de la crisis económica en su país. (07/08/2018)

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Colombia va a las urnas para elegir a su nuevo Presidente

Si no fallan los sondeos, habrá que esperar hasta la segunda ronda el 17 de junio para conocer al futuro gobernante de la cuarta economía latinoamericana y el primer exportador mundial de cocaína.

/ 27 de mayo de 2018 / 13:59

Colombia arrancó este domingo las votaciones para elegir al primer presidente que gobernará sin la amenaza guerrillera de las FARC en medio siglo, en un inédito duelo entre la derecha conservadora y la izquierda radical.

Paradójicamente, el acuerdo de paz con el que fuera el grupo rebelde más poderoso de América, hoy partido político, fracturó a este país de 49 millones de habitantes.

Dos candidatos que representan los opuestos del espectro político, el derechista Iván Duque (41 años) y el exguerrillero Gustavo Petro (58), asoman como los favoritos entre seis candidatos.

Hasta hace una semana, cuando por ley se dejaron de publicar mediciones, ninguna encuesta anticipaba una definición en primera vuelta.

Si no fallan los sondeos, habrá que esperar hasta la segunda ronda el 17 de junio para conocer al futuro gobernante de la cuarta economía latinoamericana y el primer exportador mundial de cocaína.

Sin amenazas

«Hasta ahora ningún puesto de votación ha sido trasladado por razones de seguridad (…) hace muchísimas décadas que eso no sucedía, o sea que van a ser las elecciones más seguras, más tranquilas», aseguró el presidente colombiano Juan Manuel Santos, tras votar en la Plaza de Bolívar en Bogotá este domingo.

El sábado, en una alocución televisada, el mandatario  destacó el carácter pacífico de estas elecciones. «Junto con las elecciones de marzo pasado para elegir al nuevo Congreso, cumpliremos el primer ciclo completo de elecciones nacionales sin la amenaza del conflicto armado» con las FARC, dijo.

Apadrinado por el expresidente Álvaro Uribe, Duque promete modificar el pacto de paz de 2016 para impedir que los rebeldes que ya entregaron las armas y están implicados en delitos atroces, ejerzan la política sin antes haber pagado un mínimo de cárcel.

Petro, que militó en los ochenta en el disuelto movimiento M-19, prevé honrar los compromisos que garantizan que los jefes exguerrilleros reciban penas alternativas a prisión si confiesan crímenes y reparan a las cientos de miles víctimas de un conflicto en el que también han tomado parte paramilitares de ultraderecha y agentes del Estado.

El independiente de centro Sergio Fajardo y el exvicepresidente Germán Vargas luchan por dar la sorpresa y meterse en segunda vuelta, mientras el exnegociador de paz con las FARC Humberto de la Calle y el evangélico Jorge Trujillo parten sin opción, según las encuestas.

La abstención, que históricamente ha rondado el 50%, podría volver a ser protagonista entre los 36 millones de colombianos convocados a votar voluntariamente.

Ningún candidato compite por tomar las banderas de Santos, que dejará el poder en agosto tras dos mandatos de cuatro años marcados por su baja popularidad.

Preocupación venezolana

Terminado el enfrentamiento de medio siglo con los rebeldes marxistas, los colombianos están más inquietos por la corrupción, la desaceleración económica, el servicio de salud y el repunte del narco que castiga las fronteras con Venezuela y Ecuador, que por el futuro mismo del acuerdo con las FARC.

En esta coyuntura, el coletazo migratorio de la crisis en Venezuela ha ganado espacio. En los últimos dos años han ingresado 762.000 venezolanos, de los cuales 518.000 pretenden instalarse en el país.

Bogotá, que prevé adherirse a la alianza militar de la OTAN para disgusto de Caracas que lo considera como una amenaza, prácticamente no tiene relaciones con el reelecto gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, el pacto con el ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – que retiró a su candidato presidencial por problemas de salud y antes del descalabro en las legislativas – obra como un partidor de aguas.

«Colombia está polarizada desde antes de las elecciones. La polarización se hizo evidente en las campañas por el Sí y el No del plebiscito» por la paz, señala Andrés Macías, investigador de la Universidad Externado.

Aunque los opositores del acuerdo vencieron por mínimo margen, Santos sacó adelante el convenio que desarmó el año pasado a unos 7.000 combatientes, pero aún falta por implementar el sistema de justicia que garantiza verdad y reparación a millones de víctimas.

También están pendientes reformas rurales que evitarían reavivar el conflicto.

En su intento por sellar una paz completa, Santos también dialoga con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) -la última guerrilla activa que declaró una tregua unilateral por elecciones-, mientras combate a disidentes de las FARC y bandas narcotraficantes.

Dos visiones, un país

En esta contienda, Petro irrumpió con fuerza y logró arrastrar apoyos con su discurso antisistema, a favor del medioambiente, las minorías y de una economía no dependiente del petróleo.

El candidato del movimiento Colombia Humana rescató para la izquierda la plaza pública con multitudinarias concentraciones. Aquí estas reformas «se consideran extremistas, porque vivimos en un feudalismo bastante manchado por el narcotráfico», señaló Petro a la AFP.

De su lado, Duque batalló para no parecer «un títere» de Uribe, aunque reivindica las mismas causas de su mentor: inversión privada, Estado austero y valores familiares tradicionales.

También propone «recuperar la economía, eliminando el derroche» mediante una reforma para recortar burocracia.

El centro llegó a estas elecciones dividido y sin oxígeno. (27/05/2018)

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Colombia va a las urnas para elegir a su nuevo Presidente

Si no fallan los sondeos, habrá que esperar hasta la segunda ronda el 17 de junio para conocer al futuro gobernante de la cuarta economía latinoamericana y el primer exportador mundial de cocaína.

/ 27 de mayo de 2018 / 13:59

Colombia arrancó este domingo las votaciones para elegir al primer presidente que gobernará sin la amenaza guerrillera de las FARC en medio siglo, en un inédito duelo entre la derecha conservadora y la izquierda radical.

Paradójicamente, el acuerdo de paz con el que fuera el grupo rebelde más poderoso de América, hoy partido político, fracturó a este país de 49 millones de habitantes.

Dos candidatos que representan los opuestos del espectro político, el derechista Iván Duque (41 años) y el exguerrillero Gustavo Petro (58), asoman como los favoritos entre seis candidatos.

Hasta hace una semana, cuando por ley se dejaron de publicar mediciones, ninguna encuesta anticipaba una definición en primera vuelta.

Si no fallan los sondeos, habrá que esperar hasta la segunda ronda el 17 de junio para conocer al futuro gobernante de la cuarta economía latinoamericana y el primer exportador mundial de cocaína.

Sin amenazas

«Hasta ahora ningún puesto de votación ha sido trasladado por razones de seguridad (…) hace muchísimas décadas que eso no sucedía, o sea que van a ser las elecciones más seguras, más tranquilas», aseguró el presidente colombiano Juan Manuel Santos, tras votar en la Plaza de Bolívar en Bogotá este domingo.

El sábado, en una alocución televisada, el mandatario  destacó el carácter pacífico de estas elecciones. «Junto con las elecciones de marzo pasado para elegir al nuevo Congreso, cumpliremos el primer ciclo completo de elecciones nacionales sin la amenaza del conflicto armado» con las FARC, dijo.

Apadrinado por el expresidente Álvaro Uribe, Duque promete modificar el pacto de paz de 2016 para impedir que los rebeldes que ya entregaron las armas y están implicados en delitos atroces, ejerzan la política sin antes haber pagado un mínimo de cárcel.

Petro, que militó en los ochenta en el disuelto movimiento M-19, prevé honrar los compromisos que garantizan que los jefes exguerrilleros reciban penas alternativas a prisión si confiesan crímenes y reparan a las cientos de miles víctimas de un conflicto en el que también han tomado parte paramilitares de ultraderecha y agentes del Estado.

El independiente de centro Sergio Fajardo y el exvicepresidente Germán Vargas luchan por dar la sorpresa y meterse en segunda vuelta, mientras el exnegociador de paz con las FARC Humberto de la Calle y el evangélico Jorge Trujillo parten sin opción, según las encuestas.

La abstención, que históricamente ha rondado el 50%, podría volver a ser protagonista entre los 36 millones de colombianos convocados a votar voluntariamente.

Ningún candidato compite por tomar las banderas de Santos, que dejará el poder en agosto tras dos mandatos de cuatro años marcados por su baja popularidad.

Preocupación venezolana

Terminado el enfrentamiento de medio siglo con los rebeldes marxistas, los colombianos están más inquietos por la corrupción, la desaceleración económica, el servicio de salud y el repunte del narco que castiga las fronteras con Venezuela y Ecuador, que por el futuro mismo del acuerdo con las FARC.

En esta coyuntura, el coletazo migratorio de la crisis en Venezuela ha ganado espacio. En los últimos dos años han ingresado 762.000 venezolanos, de los cuales 518.000 pretenden instalarse en el país.

Bogotá, que prevé adherirse a la alianza militar de la OTAN para disgusto de Caracas que lo considera como una amenaza, prácticamente no tiene relaciones con el reelecto gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, el pacto con el ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – que retiró a su candidato presidencial por problemas de salud y antes del descalabro en las legislativas – obra como un partidor de aguas.

«Colombia está polarizada desde antes de las elecciones. La polarización se hizo evidente en las campañas por el Sí y el No del plebiscito» por la paz, señala Andrés Macías, investigador de la Universidad Externado.

Aunque los opositores del acuerdo vencieron por mínimo margen, Santos sacó adelante el convenio que desarmó el año pasado a unos 7.000 combatientes, pero aún falta por implementar el sistema de justicia que garantiza verdad y reparación a millones de víctimas.

También están pendientes reformas rurales que evitarían reavivar el conflicto.

En su intento por sellar una paz completa, Santos también dialoga con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) -la última guerrilla activa que declaró una tregua unilateral por elecciones-, mientras combate a disidentes de las FARC y bandas narcotraficantes.

Dos visiones, un país

En esta contienda, Petro irrumpió con fuerza y logró arrastrar apoyos con su discurso antisistema, a favor del medioambiente, las minorías y de una economía no dependiente del petróleo.

El candidato del movimiento Colombia Humana rescató para la izquierda la plaza pública con multitudinarias concentraciones. Aquí estas reformas «se consideran extremistas, porque vivimos en un feudalismo bastante manchado por el narcotráfico», señaló Petro a la AFP.

De su lado, Duque batalló para no parecer «un títere» de Uribe, aunque reivindica las mismas causas de su mentor: inversión privada, Estado austero y valores familiares tradicionales.

También propone «recuperar la economía, eliminando el derroche» mediante una reforma para recortar burocracia.

El centro llegó a estas elecciones dividido y sin oxígeno. (27/05/2018)

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