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En España, la muerte de una niña recuerda el drama de la migración en Canarias

Venía de Mali y apenas tenía dos años cuando llegó casi sin vida a España. Varios días en cuidados intensivos no evitaron su muerte, que se ha convertido en símbolo del drama de los migrantes en el archipiélago de las Canarias.

Desembarcada el martes por los guardacostas en el puerto de Arguineguín, en la isla de Gran Canaria, la pequeña había hecho la travesía desde África con su madre y su hermana en una patera que transportaba 52 migrantes.

Las imágenes de los médicos de la Cruz Roja tratando de reanimar a la niña de una parada cardiorrespiratoria en el mismo muelle aparecieron por todos los medios españoles.

En un estado muy grave y con una severa hipotermia, pasó cinco días en la unidad de cuidados intensivos de un hospital insular hasta morir el domingo.

Se trata de la 19ª víctima mortal conocida este año en la travesía desde África hasta este archipiélago español, una peligrosa ruta a la que han recurrido muchos migrantes tras los tratados europeos con Turquía, Libia o Marruecos para frenar las llegadas por el mar Mediterráneo.

La pequeña «es el rostro del drama humanitario que supone la inmigración», escribió en Twitter el presidente del gobierno regional de Canarias, Ángel Víctor Torres.

«Buscó una vida mejor, tenía dos años. Descanse en paz», añadió.

Agradeciendo los esfuerzos de quienes «han luchado hasta el final por salvar su vida», el jefe de gobierno español Pedro Sánchez tuiteó que el fallecimiento de la niña «es un aldabonazo en la conciencia de todos nosotros».

Inicialmente, los medios españoles aseguraron que la niña se llamaba Nabody, pero el hospital desmintió que ese fuera su nombre, sin dar más detalles al respecto.

El pan de cada día

Juan Miguel Vela, uno de los dos médicos que reanimaron a la niña en el puerto, señaló que muchos rescatados ese día estaban «en muy mal estado».

«Era una situación dramática porque si en ese momento la niña no hubiese reaccionado, habría que dejarla y actuar con otras personas», señaló la semana pasada al diario local El Día.

«Es una faena tener que llegar a esta situación tan extrema para darse cuenta de una realidad que nos está pasando todos los días», añadió.

En su punto más cercano, el archipiélago canario se ubica a 100 kilómetros de la costa del norte de África, una travesía peligrosa, sometida a los rigores del océano Atlántico.

La patera de la niña fallecida procedía de Dakhla, un puerto en el Sáhara Occidental 450 kilómetros más al sur, y estuvo cuatro o cinco días navegando, indicaron los medios locales.

Según la oenegé Caminando Fronteras, 1.851 personas fallecieron en esta ruta en 2020.

«Pese a que es la que mayor mortalidad presenta, (la ruta de las Canarias) es cada vez más transitada: las personas asumen su peligrosidad ante la militarización de las rutas mediterráneas», señaló la oenegé.

La pandemia espolea la huida

Las organizaciones humanitarias creen que la situación empeora por la crisis económica causada por la pandemia.

«Si en un primer momento la pandemia ralentizó los flujos migratorios, finalmente ha espoleado el efecto huida de miles de jóvenes del Sahel, el Sáhara, Marruecos o Argelia», señala la asociación española APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía) en un informe lanzado este lunes.

«Trabajadores del sector turístico, pescadores y trabajadores precarios se han quedado sin ningún recurso y optan por intentar cruzar el Atlántico», añadió.

El fenómeno recuerda a la crisis de los cayucos de 2006, cuando 30.000 migrantes llegaron al archipiélago.

En 2020 fueron 23.023, ocho veces más que en el año anterior, un flujo que desbordó los dispositivos de acogida, con miles forzados a dormir en deplorables condiciones en el mismo muelle de Arguineguín.

Las llegadas continúan este año, con 2.580 migrantes desembarcados hasta el 15 de marzo, el doble que en el mismo periodo de 2020, según datos oficiales.

El gobierno se comprometió a construir campamentos para 7.000 personas y refuerza su diplomacia con los países de origen para frenar las salidas y agilizar las repatriaciones, una estrategia criticada por APDHA y otras organizaciones humanitarias.