Icono del sitio La Razón

Miles de test COVID-19 para resucitar la ciudad alemana de Tubingen

Sandra Pauli revivió cuando pudo reabrir su tienda de decoración, cerca del mercado de Tübingen, ciudad universitaria del sur de Alemania, donde desde hace 15 días sus habitantes pueden comer en una terraza, ir al cine y hacer compras libremente, siempre y cuando presenten un test negativo de COVID-19.

«Los clientes están felices. Por fin un poco de normalidad», explica Sandra, «muy feliz», a la AFP, mientras el país debate medidas más estrictas para contener la tercera ola de la pandemia de COVID-19.

Este modelo de «Tagesticket» («billete diario») -expedido por la ciudad tras la presentación de una prueba negativa- es, según la comerciante, «la única opción para vivir con el coronavirus y acoger a los clientes».

«Sin esto, los centros urbanos y los comercios mueren» a pesar de las ayudas del gobierno para apoyar las tiendas «no esenciales» cerradas en todo el país desde mediados de diciembre, con algunas flexibilidades a principios de marzo.    

Merkel reacia

La estrategia de Tubingen seduce a Alemania, cansada por meses de confinamiento. Anuncios de dispositivos similares se han multiplicado de norte a sur del país, provocando la exasperación de la canciller Angela Merkel.

El estado federado del Sarre, al oeste, quiere, siguiendo el mismo modelo, levantar todas las restricciones a escala de su territorio a partir del 6 de abril.  

«No sé si realizar pruebas de detección de coronavirus para salir a pasear es la respuesta adecuada a lo que está sucediendo ahora», dijo Merkel el domingo en un enérgico llamamiento a los líderes regionales, incluido el líder de su partido conservador CDU, Armin Laschet.

Estas críticas no impiden que cada día en Tubingen se forme una larga cola a primera hora de la mañana ante uno de los múltiples puntos de pruebas de detección de coronavirus, establecidos por el municipio y su alcalde ecologista Boris Palmer.

«Hablando con los comerciantes del centro de la ciudad, en el sector de la cultura, encuentro cada vez más personas desesperadas», explica Palmer, al frente de esta ciudad de 90.000 habitantes.

Casi 50.000 pruebas gratuitas se realizaron en dos semanas, precisa la doctora Lisa Federle, autora de este experimento a gran escala seguido por los investigadores de la universidad de Tubinga.

Para ella, «hay suficientes pruebas y simplemente hay que actuar» porque «la gente ya no acepta» las estrictas limitaciones impuestas.

Hacer todo a pesar del COVID-19

Por el momento, el cantón de Tubingen tiene una situación epidémica más favorable que muchas regiones, y la tasa de incidencia pasó de 41 por 100.000 habitantes el 15 de marzo a 98 el lunes.

La subida «no es más fuerte que en el resto del país», afirma Boris Palmer. Esta tasa, que no deja de aumentar en los últimos días en Alemania, el lunes alcanzó la media de 134 a escala nacional.

El gobierno y las regiones acordaron a principios de marzo un mecanismo de «freno» automático que anula todas las aperturas concedidas a principios de marzo cuando se supera el umbral de 100.

La experimentación de Tubingen debe durar hasta el 18 de abril para ser analizada por la universidad. «La atención mediática, y el hecho de que sólo existe en algunas ciudades es un problema», señala el investigador Carsten Köhler.  

Para evitar la afluencia de turistas, el municipio limitó la cantidad de pruebas ofrecidas a los no residentes.

René, de 36 años, y su novia viajaron 100 kilómetros para venir a Tubingen a celebrar un aniversario en un restaurante, «algo que no hemos hecho» en mucho tiempo. Están contentos de poder disfrutar en esta ciudad «donde se puede hacer todo a pesar del COVID-19», explica el treintañero.

Independientemente del futuro de la experimentación, esto «ya es un éxito», estima la doctora Federle, «porque la gente ve que no sólo hay cierres, sino que se intenta buscar otras alternativas» para salir de la crisis.

(30/03/2021)