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Merkel toma las riendas frente a las regiones en gestión del COVID-19 en Alemania

El gobierno de Angela Merkel prevé endurecer este martes la ley de protección contra las infecciones, lo cual le otorgará más poder frente a las regiones alemanas en la lucha contra la pandemia tras los fracasos de las últimas semanas.

El texto, respaldado por los conservadores y su aliado socialdemócrata, tiene como objetivo imponer restricciones en todo el territorio, siempre que la tasa de incidencia de la epidemia sea alta.

«Estamos en una situación dramática (…) Se trata de salvar vidas», afirmó el jefe del grupo parlamentario conservador Ralph Brinkhaus en la televisión pública ARD. Hay que «tirar ahora del ‘freno de emergencia'», un dispositivo que activa reglas obligatorias cuando se alcanza un umbral de infección.

Hasta ahora las medidas para luchar contra el coronavirus eran responsabilidad no solo del gobierno, sino también de las regiones, competentes en el ámbito sanitario en virtud del federalismo alemán.

Pero estas últimas han actuado más o menos a su antojo: algunas aplicaban las medidas y otras las ignoraban a pesar de que se habían decidido con su visto bueno en reuniones maratónicas con Merkel.

De resultas de ello las reglas varían de un lugar a otro y la confusión aumenta.

Esto, junto con la lentitud de la campaña de vacunación, ha provocado una pérdida de confianza en la capacidad de las autoridades para manejar la crisis, cuando faltan menos de seis meses para las elecciones legislativas.

La ola «más dura»

Merkel lleva meses intentando convencer a algunos líderes regionales de la importancia de un enfoque estricto. Concretamente, desde que la segunda ola de la pandemia azotó el país en el otoño boreal, seguida de una tercera en marzo con la llegada de las variantes.

«Esta tercera ola es quizás la más dura para nosotros», estimó la canciller el lunes, cuando la tasa de incidencia se situaba en 136,4 casos por cada 100.000 habitantes en el país y se superaron los tres millones de infecciones desde el comienzo de la pandemia.

La imposibilidad de imponer un confinamiento estricto en Semana Santa, por lo que tuvo que pedir «perdón» a la población, y la flexibilización de las restricciones en algunas regiones fueron la gota que colmó el vaso para la canciller.

En virtud del proyecto de ley, del que la AFP obtuvo una copia, el Estado federal puede decidir toques de queda desde las 21.00 hasta las 05.00, la reducción de los contactos entre particulares y el cierre de comercios considerados no esenciales, cuando se supere el umbral de 100 nuevos casos por 100.000 habitantes durante tres días.

Por encima de este valor, los colegios solo aceptarán alumnos que realicen dos tests de detección por semana. Cerrarán cuando la incidencia sobrepase 200.

«Actualmente hay más de 300 cantones que superan este umbral [de 100], y en más de 50 la incidencia es superior a 200», afirmó el lunes el portavoz de la canciller, Steffen Seibert.

Críticas

La idea es «llegar lo más rápido posible a una situación con tasas de infección más bajas gracias a las que podremos aligerar las restricciones mediante el uso de tests», resumió.

El proyecto se presentará al gabinete este martes y tendrá que ser ratificado en el mejor de los casos esta semana en la cámara baja del parlamento, el Bundestag, según los deseos del gobierno.

La mayoría de las regiones se han unido a él pero algunas mantienen reservas, como Baja Sajonia, que considera «que tomar el poder de las regiones en medio de una crisis [es] un gran error».

La asociación de ayuntamientos estima por su parte que imponer toques de queda puede ser «problemático a nivel constitucional».

Los Verdes son bastante favorables pero los liberales del FDP, la izquierda radical Die Linke y la extrema derecha de la AfD se oponen al texto, que podría ser adoptado sin pasar por la cámara alta del parlamento, el Bundesrat, según Brinkhaus.

«No necesitamos tener a todos a bordo con nosotros», aseguró.