Aung San Suu Kyi fue condenada pero una nueva resistencia brota en Birmania
La sentencia de Aung San Suu Kyi suscitó la preocupación y la reprobación de la comunidad internacional
El ejército birmano espera que el encarcelamiento de la exdirigente birmana Aung San Suu Kyi sofoque definitivamente su influencia y la de su partido, pero una nueva resistencia a la junta, a veces violenta, gana terreno en el país, según analistas.
Diez meses después del golpe militar que derribó al gobierno de Suu Kyi el 1 de febrero, la ganadora del Premio Nobel de la paz en 1991 fue condenada el lunes a dos años de prisión por incitación al desorden público y por violar las reglas sanitarias.
«Se trata de penas muy leves que el régimen podría haberle perdonado, pero eligió no hacerlo», explica el politólogo Soe Myint Aung, instalado en Birmania.
«Los militares parecen haber redoblado esfuerzos en un planteamiento muy opresivo» frente a Aung San Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), afirma este analista.
La sentencia suscitó la preocupación y la reprobación de la comunidad internacional.
Por otro lado, Suu Kyi se enfrenta a otros cargos (sedición, corrupción, fraude electoral) que podrían costarle 15 años en prisión.
Su detención el 1 de febrero provocó el fin de un paréntesis democrático en Birmania de diez años, tras más de medio siglo de régimen militar.
En las últimas semanas, otros miembros de la LND fueron condenados a duras penas de cárcel.
Un exministro fue sentenciado este mes a 75 años de prisión y un allegado de Suu Kyi deberá pasar 20 años en la cárcel.
Enigma político
«Al apartar a Aung San Suu Kyi y destruir finalmente su partido, esta época tiene cara de episodio final», afirma a la AFP el analista independiente David Mathieson, que trabajó para varias organizaciones de Naciones Unidas.
Pero también podrían haber abierto la caja de Pandora, sostiene Mathieson: «Puede que (la junta) haya creado una fuerza política más determinada que Aung San Suu Kyi a acabar con el régimen».
La antigua líder birmana sigue siendo muy popular en su país, a pesar de que desde el exterior se le reprochen el haber compartido el poder con los generales y no haber defendido a la minoría rohinyá.
Después de conocer la sentencia, los habitantes de Rangún salieron el lunes a las calles golpeando cacerolas y sartenes. Una práctica tradicional para alejar los malos espíritus que se usa desde febrero para expresar su descontento hacia el poder.
Sin embargo, apenas se han visto unas pocas imágenes de Aung San Suu Kyi, difundidas por los medios estatales. Sus abogados tienen prohibido hablar con los medios.
Y para muchos manifestantes, Suu Kyi y su partido ya no sirven como medio para acabar con el poder que los militares tienen sobre Birmania desde hace décadas.
Análisis
Algunos expertos afirman que son cientas las personas que han recibido entrenamiento para el combate en las zonas controladas por los rebeldes. Una táctica de respuesta al poder militar muy diferente del principio de no-violencia que predica Suu Kyi.
Por otro lado, un gobierno en la sombra, dominado por diputados del partido de Aung San Suu Kyi y represaliados por la junta, declaró una «guerra defensiva del pueblo» contra el régimen.
Aunque la junta afirme querer organizar nuevos escrutinios, meses de represión sangrienta dejaron poco espacio para el tipo de compromisos entre el LND y los militares, que caracterizaron al gobierno de la antigua líder.
Lo más probable es que el LND siga existiendo como una herramienta para acabar con los golpistas, apoyándose en la movilización de la resistencia civil y armada contra los generales, afirma Mathieson.
(07/12/2021)