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La lucha sin fin contra el covid en un hospital español

Un trabajador de la salud atiende a un paciente con COVID-19, en la UCI de un Hospital en Barcelona

«Cada vez que pensamos que hemos llegado al final del túnel, el túnel se va alargando», confiesa el doctor Rafael Máñez, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos en un gran hospital del área metropolitana de Barcelona.

Desde que arrancó la pandemia hace casi dos años, este veterano especialista ya no hace predicciones. El SARS-CoV-2 las desmonta todas.  

Más leve para la mayoría de pacientes, pero muy contagiosa, la variante ómicron ha vuelto a llenar su unidad de críticos en el Hospital Universitario de Bellvitge, uno de los más grandes de Cataluña, donde los trabajadores sanitarios, agotados, siguen su lucha contra un virus que se resiste a claudicar.

Pese a que más del 90% de la población mayor de 12 años tiene la pauta de vacunación completa, España tampoco se libró de la explosión de contagios de ómicron y la incidencia del virus llegó a situarse entre las más altas de Europa en las últimas semanas.  

En Cataluña, que con 7,7 millones de habitantes es una de las regiones más ricas y pobladas del país, el 42% de las camas de UCI están ocupadas por pacientes con el virus, la mayor tasa del país y muy por encima de la media nacional del 23%. 

«Los equipos están cansados y sobre todo por la sensación de incertidumbre. ¿Esta va a ser la última ola, o cuando decaiga vamos a tener una séptima?», se pregunta Gloria Romero, supervisora de enfermería de neumología en la unidad de semicríticos. «Eso genera mella en los profesionales. ¿Hasta cuándo vamos a tener esta situación?», lanza preocupada.

‘Es muy duro’

Con 40 de sus 44 camas ocupadas por pacientes con COVID-19, el ritmo no baja en la UCI de este hospital que atiende a la densa área metropolitana de Barcelona.

De repente, el personal sale a socorrer a un enfermo que parece quedarse sin aire. Consiguen reconfortarlo, pero el trabajo se amontona en esta unidad donde alrededor del 40% de los ingresados no están inmunizados. 

«El perfil del paciente no vacunado, que es el que ahora nos ocupa mayoritariamente, es un paciente que niega la enfermedad, niega incluso hasta el tratamiento», relata Santiago Gallego, supervisor de enfermería de la UCI.

Las huellas de casi dos años de pandemia se notan en unos trabajadores enfrentados a un estrés sin precedentes. Y también al propio virus.  

Desde el 1 de diciembre, 600 empleados del hospital han estado en algún periodo de baja y la última explosión de contagios obligó a suprimir de nuevo las visitas.

Con pronósticos en ocasiones muy complicados, los pacientes más graves volvían a tener que luchar por su vida lejos de los suyos, sin ningún familiar que les cogiera la mano. Solo el personal del centro.

«Es muy duro físicamente, pero sobre todo emocionalmente, porque es como que no acaba», relata con la voz quebrada por la emoción Elena Cabo, fisioterapeuta de la UCI.

(21/01/2022)