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Monday 6 May 2024 | Actualizado a 03:59 AM

¿Qué consecuencias tendría sacar de la bolsa a Twitter?

Twitter deberá -entre otras cosas- reembolsar los préstamos acordados e Musk para financiar la operación, recuerda Gregori Volokhine, gestor de cartera de la firma Meeschaert Financial Services.

el logotipo de la red social estadounidense Twitter

Por AFP / Juliette Michel

/ 25 de abril de 2022 / 21:28

Twitter podría eventualmente salir de la bolsa de valores tras ser comprada por el magnate Elon Musk. Esa operación la hacen a menudo empresas debilitadas y puede proteger a Twitter pero sin garantía de éxito.

Una táctica frecuente

Una empresa suele ocupar los titulares de prensa cuando entra en bolsa, para levantar fondos o permitir a sus fundadores, primeros inversionistas y empleados, vender sus acciones.

Pero también ocurre regularmente que algunas empresas sean retiradas de la cotización para permitirles recuperarse, antes de eventualmente volver al mercado.

Michael Dell sacó así a la empresa que lleva su nombre de la bolsa en 2013, en pleno periodo de desamor por los PC, estimando que sería «más flexible y emprendedora». Dell volvió a Wall Street cinco años más tarde, ya repuesta.

Otra historia menos exitosa fue la del inversionista Warren Buffet, quien se asoció en 2013 a la sociedad brasileña 3G para retirar a los ketchups Heinz de la bolsa, que luego fusionó con Kraft. Las acciones de la empresa perdieron 40% de su valor en comparación con sus inicios en 2015.

Sociedades de capital-inversión compran regularmente empresas cotizadas en bolsa esperando obtener dinero por medio de medidas drásticas como despidos o una fusión con otra sociedad de su portafolio.

En el caso de Twitter sin embargo, las intenciones de Musk son opacas. El hombre más rico del mundo mencionó frecuentemente su deseo de defender la libertad de expresión, por ejemplo, modificando algunas funcionalidades en la red social, pero no ha presentado hasta el momento ninguna estratégica económica.

¿Menos presión?

Al salir de la bolsa, una empresa ya no se ve sometida a las múltiples presiones de accionistas y del gran público, quienes a menudo «imponen muchas restricciones a la dirección y le impiden desplegar su capital de manera eficaz», anota William Lee, economista en jefe del instituto Milken.

Pero luego de haber sacado una empresa de la bolsa, los nuevos propietarios «son generalmente mucho más conscientes» y «mucho más exigentes» en cuanto al rendimiento de sus inversiones.

La diferencia, estima, es que una empresa que cotiza en la bolsa debe lidiar con accionistas sensibles tanto a la diversidad como al medioambiente o a la escala salarial. Una sociedad de inversiones, en tanto, se ocupa principalmente del aspecto operacional y financiero.

Twitter deberá -entre otras cosas- reembolsar los préstamos acordados e Musk para financiar la operación, recuerda Gregori Volokhine, gestor de cartera de la firma Meeschaert Financial Services. El grupo no podrá, al menos en el corto plazo, permitirse abandonar la publicidad como lo sugirió Musk, detalla.

Más tiempo y libertades

Bajo la presión de Wall Street, que suele exigir resultados inmediatos, las empresas «suelen tener más dificultades para avanzar» porque no tienen forzosamente la libertad de probar nuevos productos, señala Volokhine.

En contrapartida, una empresa que no cotiza no tiene por qué hacer públicos sus resultados trimestrales ni responder a las exigencias de la autoridad de mercados bursátiles.

Como lo demostró con Tesla, SpaceX o sus otras iniciativas, Musk no busca la rentabilidad a corto plazo.

Tampoco se ajusta a las reglas habituales, anota Lee. Ante la presión de ser políticamente correcto, respetuoso del medioambiente y de la sensibilidad de cada uno, incluso en Twitter, Musk «se dice probablemente a sí mismo: ‘Al diablo todo eso, voy a retirar la empresa de la bolsa y gestionarla como creo que puede ser mejor'».

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Los agricultores de EEUU, preocupados y furiosos con la guerra comercial

El viernes, Trump finalmente cumplió su amenaza al anunciar aranceles sobre 50.000 millones de dólares en productos chinos, desatando una represalia inmediata de Pekín.

/ 16 de junio de 2018 / 17:53

Los agricultores estadounidenses están en el centro de una guerra comercial con China y otros países lanzada por el presidente Donald Trump, quien fue elegido con el apoyo de muchos en las zonas rurales de Estados Unidos.

El viernes, Trump finalmente cumplió su amenaza al anunciar aranceles sobre 50.000 millones de dólares en productos chinos, desatando una represalia inmediata de Pekín sobre un equivalente de bienes estadounidenses, incluidos productos agrícolas, especialmente la soja.

«Para los agricultores estadounidenses, esto ya no es teórico, es francamente aterrador», dijo el grupo de presión Agricultores por el Libre Comercio, sobre las perspectivas de una escalada arancelaria.

«Ya no es una táctica de negociación, es un impuesto a sus medios de subsistencia», agregó.

China es el mayor comprador de granos de soja, con 12.000 millones de dólares en 2017, cerca de un 30% de la cosecha estadounidense.

«Ya estábamos en un mercado deprimido. Estas incertidumbres comerciales agregan mucho estrés a la situación», dijo Jamie Beyer, una agricultora de Wheaton, Minnesota, que junto a su marido cultiva soja, maíz, remolacha, trigo y alfalfa.

«Creemos que estos aranceles son muy perjudiciales para nuestra economía», aseguró.   Los agricultores son los que están en mayor riesgo en esta batalla comercial, dado que sus ingresos ya estaban cayendo, con una baja de alrededor de 50% desde 2013, y este año se espera que alcancen su nivel más bajo desde 2006.

– Blanco fácil –

El sector ya se vio sacudido por las difíciles negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México, dos grandes importadores de productos agrícolas.

En su granja familiar en Oklahoma, Hope Pjesky cría ganado y cultiva trigo de invierno y dice que está «muy nerviosa» por los acontecimientos recientes.   «Desafortunadamente, la agricultura parece ser la industria a la que golpean cuando hay represalias», lamentó.

Ese es justamente el plan, ya que los socios comerciales de Estados Unidos han seleccionado productos de los estados que apoyan fuertemente a Trump, con la esperanza de aumentar la presión sobre el presidente para que reconsidere.

Pero Pjesky señaló que «hay muchas personas que votaron por él que todavía tienen fe en que va a terminar bien».

Es difícil cuantificar el costo exacto de las sanciones chinas, pero el productor de maíz y soja de Misuri Blake Hurst afirmó que ya está viendo un impacto en los precios.

El clima sigue siendo el principal factor que influye en el precio del maíz, el trigo, la soja y el algodón, pero la amenaza de renovadas tensiones entre Pekín y Washington golpeó fuertemente el mercado esta semana y el precio de la soja se redujo en más de 6%.

«Afectará nuestra rentabilidad y reducirá la cantidad de acres cultivados», pronosticó Hurst.

– Apoyo a Trump –

Roger Johnson, quien lidera el segundo sindicato agrícola más grande de Estados Unidos, la Unión Nacional de Agricultores, dijo que el grupo apoya el objetivo de la Casa Blanca de reducir el déficit comercial.

«Pero a nuestra organización le preocupa cada vez más que esta administración no tenga un plan para garantizar que las familias de agricultores y ganaderos no sean arrojadas delante de un autobús por el bien de esos objetivos», señaló.

Aun así, pocos culpan directamente a Trump.   Hurst dijo que muchos en Misuri todavía están dispuestos a darle el beneficio de la duda.   Pero, advirtió: «Si no vemos ningún éxito, la paciencia se va a acabar». (16/06/2018)

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Los agricultores de EEUU, preocupados y furiosos con la guerra comercial

El viernes, Trump finalmente cumplió su amenaza al anunciar aranceles sobre 50.000 millones de dólares en productos chinos, desatando una represalia inmediata de Pekín.

/ 16 de junio de 2018 / 17:53

Los agricultores estadounidenses están en el centro de una guerra comercial con China y otros países lanzada por el presidente Donald Trump, quien fue elegido con el apoyo de muchos en las zonas rurales de Estados Unidos.

El viernes, Trump finalmente cumplió su amenaza al anunciar aranceles sobre 50.000 millones de dólares en productos chinos, desatando una represalia inmediata de Pekín sobre un equivalente de bienes estadounidenses, incluidos productos agrícolas, especialmente la soja.

«Para los agricultores estadounidenses, esto ya no es teórico, es francamente aterrador», dijo el grupo de presión Agricultores por el Libre Comercio, sobre las perspectivas de una escalada arancelaria.

«Ya no es una táctica de negociación, es un impuesto a sus medios de subsistencia», agregó.

China es el mayor comprador de granos de soja, con 12.000 millones de dólares en 2017, cerca de un 30% de la cosecha estadounidense.

«Ya estábamos en un mercado deprimido. Estas incertidumbres comerciales agregan mucho estrés a la situación», dijo Jamie Beyer, una agricultora de Wheaton, Minnesota, que junto a su marido cultiva soja, maíz, remolacha, trigo y alfalfa.

«Creemos que estos aranceles son muy perjudiciales para nuestra economía», aseguró.   Los agricultores son los que están en mayor riesgo en esta batalla comercial, dado que sus ingresos ya estaban cayendo, con una baja de alrededor de 50% desde 2013, y este año se espera que alcancen su nivel más bajo desde 2006.

– Blanco fácil –

El sector ya se vio sacudido por las difíciles negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México, dos grandes importadores de productos agrícolas.

En su granja familiar en Oklahoma, Hope Pjesky cría ganado y cultiva trigo de invierno y dice que está «muy nerviosa» por los acontecimientos recientes.   «Desafortunadamente, la agricultura parece ser la industria a la que golpean cuando hay represalias», lamentó.

Ese es justamente el plan, ya que los socios comerciales de Estados Unidos han seleccionado productos de los estados que apoyan fuertemente a Trump, con la esperanza de aumentar la presión sobre el presidente para que reconsidere.

Pero Pjesky señaló que «hay muchas personas que votaron por él que todavía tienen fe en que va a terminar bien».

Es difícil cuantificar el costo exacto de las sanciones chinas, pero el productor de maíz y soja de Misuri Blake Hurst afirmó que ya está viendo un impacto en los precios.

El clima sigue siendo el principal factor que influye en el precio del maíz, el trigo, la soja y el algodón, pero la amenaza de renovadas tensiones entre Pekín y Washington golpeó fuertemente el mercado esta semana y el precio de la soja se redujo en más de 6%.

«Afectará nuestra rentabilidad y reducirá la cantidad de acres cultivados», pronosticó Hurst.

– Apoyo a Trump –

Roger Johnson, quien lidera el segundo sindicato agrícola más grande de Estados Unidos, la Unión Nacional de Agricultores, dijo que el grupo apoya el objetivo de la Casa Blanca de reducir el déficit comercial.

«Pero a nuestra organización le preocupa cada vez más que esta administración no tenga un plan para garantizar que las familias de agricultores y ganaderos no sean arrojadas delante de un autobús por el bien de esos objetivos», señaló.

Aun así, pocos culpan directamente a Trump.   Hurst dijo que muchos en Misuri todavía están dispuestos a darle el beneficio de la duda.   Pero, advirtió: «Si no vemos ningún éxito, la paciencia se va a acabar». (16/06/2018)

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