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Monday 24 Mar 2025 | Actualizado a 12:20 PM

Gaza llora a los 16 niños muertos en tres días de bombardeos

Ya en mayo de 2021, 66 menores palestinos y otros dos israelíes murieron durante una guerra relámpago de 11 días entre Israel y grupos armados palestinos en Gaza

Foto: Telesur

/ 9 de agosto de 2022 / 21:18

Rasha Kadum abraza la pequeña mochila rosa de su hija, que nunca más volverá a ponérsela a la espalda. Alaa, de cinco años, es la primera de los 16 niños muertos en tres días de hostilidades entre Israel y la Yihad Islámica en Gaza.

«Era un viernes como otro cualquiera. Estaba contenta, quería ir al parque con su tía», cuenta esta madre de 27 años.

Pero ese día, previendo una «amenaza inminente», Israel lanzó un «ataque preventivo» en la Franja de Gaza contra el grupo armado palestino Yihad Islámica, que respondió con cohetes hacia suelo israelí.

Según las autoridades del enclave palestino bajo bloqueo israelí controlado por el grupo islamista Hamás, entre las 46 víctimas mortales de la confrontación hay 16 niños.

En su barrio de Shajaya, en la ciudad de Gaza, Alaa, con su camiseta rosa y una cinta de pelo a juego, estaba llamando a la puerta de su tía, lista para ir a jugar al parque, cuando un misil cayó junto a ella.

Contactado por la AFP, el ejército israelí defendió que «solo ataca objetivos militares» y que el padre de Alaa, Abdulá, herido en el ataque, era un alto cargo de Yihad Islámica.

«Desgraciadamente, de acuerdo con los informes recibidos después del ataque, su hija que estaba en su presencia durante el bombardeo resultó herida», señaló el ejército.

Pero la madre, Rasha, sostiene la camiseta sucia en sus manos, incapaz de entender por qué murió su hija. «Mi hija no tenía nada que ver con los misiles, no fue su culpa», lamenta. «Me devolvieron su ropa llena de sangre».

«Nadie iba armado en el barrio (…) ¿Cuál es el sentido de esta guerra?», se pregunta.

Tras el ataque en el que murió la pequeña, el ejército israelí aseguró que había atacado a miembros de la Yihad Islámica que operaban en la zona.

También sostiene que varios palestinos, incluidos menores, murieron alcanzados por cohetes disparados por la propia organización islamista hacia Israel, pero que cayeron por error en el enclave palestino.

Sin embargo, Alaa fue asesinada el viernes por la tarde, mucho antes de que la Yihad Islámica disparara sus primeros proyectiles esa noche.

«Infancias perdidas»

En otra parte de la ciudad de Gaza, a unos 200 metros del mar Mediterráneo en un barrio con casas apretadas unas con otras pegadas, el hogar de los Shamalagh voló por los aires el sábado. Donde estaba, ahora solo queda un agujero.

Entre los escombros, un refrigerador nuevo, un sofá aplastado por toneladas de cemento, un peluche y decenas de páginas arrancadas de lo que fue un libro de texto de inglés, irónicamente titulado «Think of your ideal location for a holiday» («Piensa en dónde te gustaría pasar unas vacaciones»).

Allí vivían 17 personas, incluidos niños, que tuvieron 30 minutos para salir antes del ataque aéreo advertido por las autoridades israelíes.

«No podía dormir (…) Pensaba ‘ellos (Israel) van a atacar'», cuenta Nadia Shamalagh, de 70 años, sentada cerca de los escombros de la que fue su casa.

«Todos estaban asustados. Los niños no podían dejar de llorar. íEllos no están vinculados a Hamás, Fatah o la Yihad Islámica!», se indigna la mujer.

Ya en mayo de 2021, 66 menores palestinos y otros dos israelíes murieron durante una guerra relámpago de 11 días entre Israel y grupos armados palestinos en Gaza que dejó más de 270 víctimas fatales.

En un informe publicado en junio, la organización británica Save the Children advertía sobre las «infancias rotas por cinco escaladas de violencia y una década y media de bloqueo» israelí en Gaza, desde la llegada de Hamás al poder en 2007.

Estos menores «han experimentado o presenciado repetidamente hechos traumáticos y graves violaciones a sus derechos», agregó la agencia de ayuda.

Cansada, Nadia Shamalagh repite una y otra vez: «¿Qué es esta vida? ¿Vamos a seguir viviendo esta tragedia?».

Tras ella, dos niñas han recuperado una tabla de madera que se mantiene en equilibrio sobre una pieza de hormigón. Con una apostada en cada extremo, el tablero se convierte en un modesto balancín.

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No hubo milagro en Jerusalén; el Santo Sepulcro permanece cerrado

Para combatir la propagación del nuevo coronavirus, todos los lugares de culto han sido cerrados al público en Tierra Santa.

/ 10 de abril de 2020 / 14:14

La palestina cristiana Sawsan Bitar coloca figuritas en forma de huevo y conejos de peluche en casa para dar una apariencia de normalidad a la Pascua en Jerusalén donde, a causa del coronavirus, el Santo Sepulcro de Jesucristo estará cerrado durante el fin de semana por primera vez en más de un siglo.

En el barrio cristiano de la Ciudad Vieja, donde reside Bitar, las calles están desiertas y la mayoría de los comercios llevan semanas cerrados.

«Deprimente», resume esta mujer, de unos 60 años, que lamenta no poder celebrar la Pascua en la iglesia, como lo hace todos los años.

Para combatir la propagación del nuevo coronavirus, todos los lugares de culto han sido cerrados al público en Tierra Santa, incluida la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, el lugar donde, según los evangelios, fue sepultado Cristo tras morir en la cruz.

El viernes por la mañana, una misa sencilla a puerta cerrada fue celebrada en su interior y una procesión mínima recorrió la Via Dolorosa, el camino que, dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, marca en 14 estaciones el Via Crucis, el camino de Jesús hasta la cruz.

Solamente cuatro religiosos pudieron hacer el recorrido este año, contra los miles de fieles que participaban en este Via Crucis cada Viernes Santo, por estas antiguas calles estrechas de piedra en las que es complicado mantener la distancia para evitar contagios.

Israel, que administra la Ciudad Vieja de Jerusalén desde que la ocupó en 1967, ha registrado más de 10.000 casos de personas infectadas por el nuevo coronavirus y más de 90 fallecimientos. En el lado palestino hay más de 250 casos identificados oficialmente y un fallecido.

La consigna es clara para la Pascua católica, ortodoxa y judía: íquédense en casa!

Normalmente Jerusalén es el corazón de las celebraciones de Pascua. El año pasado, más de 25.000 personas de todo el mundo se congregaron allí para celebrar el Domingo de Ramos, con el que arranca la Semana Santa, según Ibrahim Shomali, portavoz del Patriarcado Latino de Jerusalén.

El domingo pasado tras las grandes puertas de madera de la iglesia del Santo Sepulcro, considerado el más sagrado del cristianismo, que puede acoger a hasta 1.500 personas, sólo había 15, todas ellas miembros del clero, informó Shomali a la AFP.

«Pero incluso en estas circunstancias difíciles, puede haber algo positivo», relativiza. Detrás de las pantallas de televisión o de ordenadores, 60.000 personas han seguido la misa transmitida en directo, dijo.

Este domingo, la misa de Pascua, prohibida al público, volverá a ser transmitida por televisión y las redes sociales. Sólo seis religiosos estarán en la iglesia, según Shomali.

«Con el corazón roto»

Seguir la misa por internet será la única forma con la que Francis Gharfah celebrará la Pascua este año. Este palestino de Jerusalén Este dejó los adornos en las cajas y tampoco preparó los dulces típicos de estas fechas.

«La situación es dramática», declaró a la AFP este hombre, que teme por su empleo en una oenegé debido al impacto del virus en la economía.

Le han «conmovido mucho» las imágenes del papa Francisco celebrando el comienzo de la Semana Santa en la Basílica de San Pedro del Vaticano, vacía, acompañado solo por clérigos y monjas. Una persona por banco.

«La gente tiene sed de espiritualidad», señala Shomali, quien se alegra del «retorno de la fe» en estos tiempos de crisis sanitaria.

«Todo tiene una razón de ser», estima Sawsan Bitar. «Espero que seamos personas diferentes, que apreciemos las cosas de distinta manera» cuando la crisis haya terminado.

Para marcar esta Pascua, ella tendió un paño en la entrada de su casa con un estampado de polluelos amarillos y huevos multicolores. En el suelo, colocó conejos de peluche y ramos de flores.

Toda su familia posó en este estudio fotográfico improvisado.

Pero estas fotos no la reconfortan, dice, porque no compensan una oración en la iglesia por Pascua.

Corazón cristiano de Jerusalén, el Santo Sepulcro ya estuvo cerrado en 2018 para protestar contra los impuestos locales o por obras de remodelación.

Pero es la primera vez en al menos un siglo que está cerrado por Pascua, asegura el historiador palestino Johnny Mansour.

«Vivimos a cinco minutos del Santo Sepulcro y no podemos ir», dice Bitar. «Me parte el corazón.»

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