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Dos supervivientes en un pueblo fantasma del Donbás devastado por los combates

La imagen es referencial

Mikola Gonchar, de 58 años, y su madre Nina, de 92, han sobrevivido a los bombardeos en Bohorodichne, un pueblo de la región del Donbás en primera línea de guerra, tomado y recuperado en varias ocasiones por las tropas rusas y ucranianas.

La iglesia, sus cúpulas doradas derribadas en el suelo y casi cada casa de esta localidad de apenas 750 habitantes antes de la invasión muestran la huella de los violentos combates.

La artillería y las balas han arrasado Bohorodichne, cuyo nombre significa «Lugar de nacimiento de Dios».

Y los Gonchar son, probablemente, los únicos habitantes que permanecen en ese pueblo atrapado entre dos fuegos desde primavera.

Según los militares ucranianos sobre el terreno, los últimos soldados rusos se marcharon hace apenas unos días, al mismo tiempo que la ofensiva ucraniana avanzaba por el noreste del país.

El 10 de julio, «los rusos vinieron, mataron a mi hermano y a mi cuñada», cuenta a la AFP Mikola Gonchar delante de su casa dañada por los bombardeos. El hombre asegura que enterró él mismo los cuerpos envueltos en mantas.

Según su testimonio, los soldados querían ocupar una vivienda propiedad de su hermano. Al negarse, destruyeron la casa con disparos de artillería, matando a la pareja.

«¿Cómo hemos sobrevivido? Nos refugiamos en el sótano», explica. «¿Cómo puedo explicarlo con palabras? Era difícil. Tenía miedo».

El hombre cuenta que se alimentaron a base de productos en conserva, verduras del jardín y aves.

-«Lo que tenga que ser, será»-

Traumatizada por tantos meses de bombardeos, Nina Gonchar continúa escondiéndose en el refugio excavado en el jardín, rodeada de símbolos ortodoxos.

«Lloro todos los días. Mi hijo está muerto, lo mataron», dice la nonagenaria, enjuagándose los ojos con su pañuelo.

 Mientras habla, al fondo pueden oírse disparos de artillería.

Mikola, el hijo que ha sobrevivido, asegura que los ocupantes rusos «se llevaron todas (sus) ocas, incluso las sábanas» de su madre. «Había cabras en el pueblo, se comieron todas las cabras», añade.

Cuando los rusos llegaron en primavera, muchos habitantes huyeron a Rusia. «No sé por qué», dice el hombre.

En la región de Donetsk, una de las dos provincias que componen el Donbás, muchos habitantes son favorables a los rusos.

«Me propusieron ir a Rusia, pero me negué. ¿Qué nos espera allí?», se pregunta.

Con la vuelta de los ucranianos, estos también le propusieron marcharse al oeste del país y también se negó, alegando problemas de salud y la edad avanzada de su madre.

«Me dije: lo que tenga que ser, será», explica.

En su devastado jardín, el hombre muestra dos granadas robadas a los rusos, afirma, «cuando estaban borrachos». Asegura que también encontró otras armas en el pueblo para darles a los soldados ucranianos.

Pocos instantes después, varios obuses rusos caen algo más cerca del pueblo y un pequeño grupo de soldados ucranianos corre a ponerse a cubierto.

Uno de ellos, apodado Bird, explica a la AFP que el conflicto entre Rusia y Ucrania ha entrado en una fase en la que «se combate con artillería y drones». «Durante este periodo, jamás he usado mi fusil», asegura.