Bolsonaro y sus choques con la ‘incómoda’ prensa brasileña
Desde 2018, Brasil cayó cinco escalones a la posición 110 de 180 en el índice de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sobre libertad de expresión
El presidente de Brasil Jair Bolsonaro
Imagen: Archivo La Razón
A una pregunta incómoda, un insulto. «Mentirosa», «canalla», «eres una vergüenza». El presidente Jair Bolsonaro libra una guerra con la prensa brasileña y ha optado por hablar en redes sociales y pequeños medios afines a su gobierno.
Luiz Inácio Lula da Silva, que busca un tercer mandato en la primera vuelta del domingo frente a Bolsonaro, tuvo también choques con la prensa mientras la izquierda estuvo en el poder y ahora propone regular los medios, encendiendo algunas alarmas.
Pero los últimos cuatro años «fueron muy difíciles», resume bajo anonimato un periodista que cubre el gobierno en Brasilia.
Nunca hubo tanta hostilidad como con Bolsonaro, quien ve a la prensa como un elemento «antipatriótico», explicó a la AFP Arthur Ituassu, profesor de Comunicación Política de la Universidad Católica de Rio. El ultraderechista la considera «un enemigo que tiene que ser derrotado».
Desde 2018, Brasil cayó cinco escalones a la posición 110 de 180 en el índice de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sobre libertad de expresión, que destaca cómo Bolsonaro «ataca periódicamente a periodistas y medios en sus discursos».
«Cuando no le gusta la pregunta o no sabe cómo responderla (…) atacar al mensajero es el mecanismo más usado», dice el reportero.
Ejemplos sobran.
«Eres una vergüenza para el periodismo brasileño», lanzó a la periodista Vera Magalhaes durante el primer debate presidencial televisado a finales de agosto.
«Quiero callarte la boca a golpes», espetó dos años antes a una reportera del diario O Globo, que le preguntó sobre rumores de pagos sospechosos en la cuenta de su esposa Michelle.
Bolsonaro fue incluso condenado a pagar una indemnización a la periodista Patricia Campos Mello tras insinuar que había intentado obtener una primicia sobre el presidente a cambio de favores sexuales con una fuente.
«Cercadinho»
El acceso de la prensa a Bolsonaro siempre fue limitado, incluso durante la campaña, salvo por los debates organizados por los grandes medios de comunicación y una entrevista con el principal canal, TV Globo, normalmente blanco de sus ataques.
El mandatario -que va por detrás de Lula en las encuestas- prefiere hablar para canales de línea conservadora, afines a su gobierno, y sobre todo, transmisiones en redes sociales, que los grupos bolsonaristas «operan de forma mucho más eficiente que los partidos tradicionales», indicó Amaro Grassi, coordinador de investigaciones en la unidad de Políticas Públicas de la Fundación Getulio Vargas.
Los periodistas en el terreno son incluso confrontados por seguidores del mandatario, que, en línea con Bolsonaro, los tachan de mentirosos y manipuladores.
Ocurría en el «Cercadinho», como popularmente se llamaba el área de acceso a la residencia oficial de la Alvorada en Brasilia, donde periodistas y militantes esperaban al presidente junto al portón al principio de su mandato.
Bolsonaro bajaba del auto e inmediatamente comenzaba la metralla de preguntas de los reporteros, que terminaba diluida entre los ataques del mandatario a los medios, y los aplausos y ovaciones de su base.
«Fue muy desgastante», asegura otro periodista, que también pidió anonimato. «Ibas preparado para que te pateara» ante cualquier pregunta. «No había un espacio institucional para preguntar al presidente».
Los medios dejaron de cubrir por temor a agresiones de bolsonaristas.
«Revancha»
Lula (2003-2010) y su aliada y sucesora Dilma Rousseff (2011-2016) también tuvieron choques con la prensa, que reveló muchos de los escándalos que empañaron la imagen de los gobiernos de izquierda en Brasil.
Pero había más acceso y más institucionalidad, según periodistas en Brasilia, que esperan recuperar esa ‘normalidad’ en un eventual regreso de la izquierda al poder.
Uno de los reporteros consultados teme no obstante una «revancha» contra la prensa.
El expresidente lamentó hace una semana en un mitin cómo «durante cinco años fuimos triturados por los medios», en relación a la investigación que lo llevó a prisión por corrupción por año y medio, antes de que la corte suprema anulara su condena.
Lula adelantó que impulsará una modernización de la ley de medios que combata el monopolio actual y regule las redes sociales de la «putrefacción».
«Quiere someter a los medios para que dejen de publicar lo que él no quiere que se publique», criticó el diario O Estadao en un editorial.
«No quiero controlar nada», se defendió Lula en una entrevista en agosto. «No quiero un modelo de comunicación como en Cuba o China, quiero como el de Inglaterra, que ¿es una democracia? Sí lo es, y eso es lo que yo quiero».