Frente a la inflación, decaída localidad británica se preocupa por la austeridad
La situación también tiene otras repercusiones, como el aumento del consumo de alcohol y drogas, que se está notando en los servicios de urgencias de los hospitales.
Vista aérea de la localidad británica de Blackpool, al noroeste de Inglaterra. Foto: AFP.
La localidad británica de Blackpool anticipa con ansiedad las políticas de austeridad en plena crisis por el coste de la vida. «Necesitamos más ayuda», se lamentan pequeños comerciantes y residentes de la otrora popular y ahora decaída localidad turística de Blackpool, en el noroeste de Inglaterra.
Para el desayuno, «los huevos, beicon y salchichas que sirvo a mis clientes han subido de 10 a 15 libras (de 12 a 18 dólares) en las últimas dos semanas», se lamenta Tracy Applin. Él es gerente de un hotel del centro de esta pequeña localidad británica.
«Vamos a sufrir. No sé cuánto tiempo, pero necesitamos más ayuda» del gobierno», dice a la AFP.
El ministro británico de Finanzas, Jeremy Hunt, debe presentar el jueves un amargo cóctel presupuestario de subidas de impuestos y recortes del gasto público.
Aunque ha prometido ser «justo» con los más desfavorecidos, afectados por una inflación que supera ya el 11%, existe temor. Y es que muchos británicos temen este anunciado regreso de unas políticas de austeridad comparables a las aplicadas tras la crisis bancaria de 2008. Sus consecuencias se siguen sintiendo aún en algunos sectores, especialmente la sanidad pública.
Applin está preocupada por el impacto de las próximas subidas de impuestos en el turismo de esta ciudad de unos 140.000 habitantes. Solo entre septiembre y enero atrae a unos 3,5 millones de visitantes para ver sus iluminaciones navideñas.
«Normalmente, en estas fechas ya tengo unas 40 reservas para el año que viene. Pero de momento sólo tengo cinco o seis», afirma.
Podría cerrar su hotel durante el invierno, pero asegura que no puede permitírselo.
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¿Comer o poner la calefacción?
Julie Newby y su marido Kevin, ambos pensionistas, dicen estar muy preocupados por su factura energética, que se ha duplicado en un año hasta alcanzar 220 libras (250 dólares) al mes.
Julie espera que haya «más ayuda para las personas que viven en la pobreza» y un poco de respiro económico para ella misma, ya que cuida de su marido y su hijo, ambos discapacitados.
«No ceso de apagar las luces, intentamos poner la lavadora por la noche en lugar de durante el día porque parece que es más barato. Intentamos no utilizar la secadora», explica.
Según las estadísticas oficiales, Blackpool es la más desfavorecida de las 317 municipalidades de Inglaterra sus ingresos medios, desempleo, delincuencia y salud. La urbe es la antigua meca del turismo británico al norte de Liverpool con sus casinos y hoteles.
«La gente tiene dificultades para comer, para calentar sus casas. Está teniendo un efecto en su salud y en su bienestar general», dice a la AFP Maggie Cornall. Ella es responsable del ayuntamiento de Blackpool.
La situación también tiene otras repercusiones, como el aumento del consumo de alcohol y drogas, que se está notando en los servicios de urgencias de los hospitales, añade.
Espera que, además de las ayudas ya puestas a disposición de los más desfavorecidos, el gobierno intervenga en el mercado energético para limitar la subida de los precios.
Según el Trussell Trust, la crisis del coste de la vida que azota al país está creando una enorme presión sobre estos centros, que se encuentran ahora en un «punto de ruptura».
Entre abril y septiembre, 320.000 personas más acudieron por primera vez a los bancos de alimentos de la organización. Esta entregó casi 1,3 millones de paquetes de alimentos, un tercio más que en el mismo periodo del año anterior.
«Las personas que viven en lugares como esta localidad británica, que son las más vulnerables, son mucho menos resistentes y necesitan una ayuda masiva», advirtió Maggie Cornall.