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El suplicio de vivir en el piso 27 sin ascensor a causa de los bombardeos rusos

El ucraniano Viktor Lazarenko tiene que lidiar a diario en subir a su domicilio situado en el piso 27 de un edificio en Kiev. Foto: Getty.

El ucraniano Viktor Lazarenko tiene que lidiar a diario en subir a su domicilio situado en el piso 27 de un edificio en Kiev. Foto: Getty.

Cuando a alguien le han cortado una pierna, vivir en el piso 27 puede resultar una misión imposible. Con eso tiene que lidiar en Kiev Viktor Lazarenko, pues el ascensor de su edificio está fuera de servicio a causa de los bombardeos rusos.

El hombre, de 68 años, vive en casa de su yerno. Fue herido a principios de la guerra durante el terrible asedio ruso de Mariúpol, en el sureste, cuando perdió siete centímetros de hueso en una pierna. Hoy, le es imposible moverse sin tablilla ni muletas.

Cuando tiene que bajar los 27 pisos a pie para ir al médico, el suplicio dura casi una hora.

«Sin esta guerra, todo esto nunca hubiera ocurrido», dice, llorando.

«Los cortes de electricidad son increíblemente difíciles para gente como él», afirma su yerno, Viktor Dergai. Él es un funcionario de 46 años, que cita a ancianos, personas con discapacidad «o a mamás que tienen que cargar con sus hijos» entre los principales damnificados por los apagones.

Y sin embargo, hace un año, tanto él como su familia estaban muy ilusionados con la idea de mudarse a un 27º piso, a un apartamento con unas vistas impresionantes de Kiev.

Pero eso era antes de la invasión y de los bombardeos rusos, que desde octubre apuntan sistemáticamente contra las instalaciones energéticas ucranianas. Estos ataques han dejado a millones de personas a oscuras y sin calefacción.

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«¿Quién empezó?»

El supuesto objetivo de los rusos es acabar con la red eléctrica ucraniana en pleno invierno boreal, con las temperaturas bajo cero y el país cubierto de nieve.

El presidente ruso, Vladimr Putin, justificó los ataques alegando que Ucrania había bombardeado las infraestructuras de su invasor, como el puente de Crimea.

«¿Quién empezó?», declaró el mandatario, que ordenó la invasión de Ucrania el 27 de febrero.

Las consecuencias de los bombardeos rusos en los transformadores de Ucrania van mucho más allá. Se trata de racionamiento de la electricidad, poco o nada de calefacción, cortes de agua y las redes telefónicas y de internet fuertemente perturbadas.

«Poco a poco, eso va reduciendo la capacidad de Ucrania de reparar sus infraestructuras y los componentes de su red eléctrica, que necesita para que el país funcione». Así observó Michael Kofman, director de estudios sobre Rusia en el instituto de investigación CNA de Estados Unidos.

Según él, esto podría provocar un «aumento de los flujos de refugiados, impedir el retorno de las inversiones y complicarle mucho más los esfuerzos de la guerra a Ucrania».

«No podemos perder»

«Sin electricidad, las ciudades modernas simplemente no pueden funcionar», señaló Robert Bryce, autor de un libro sobre la cuestión de la electricidad en los países desarrollados.

Aun así, algunos vecinos de Kiev prueban suerte cada día y usan el ascensor, pese al riesgo de quedarse atrapados durante horas.

Los residentes de los edificios más altos de la ciudad han equipado sus ascensores con unos kits de supervivencia. Los ascensores contienen agua, galletas, linternas y hasta bolsas de plástico para hacer sus necesidades, por si algún vecino se queda atrapado.

Dmytro Sujorushko, de 42 años, dirige la empresa de mantenimiento de ascensores Ukrilft y contó que las llamadas de emergencia se han multiplicado por «10 o por 15». Y se saturó el servicio desde que se produjeron los primeros bombardeos masivos rusos contra las instalaciones eléctricas.

«Es agotador subir 27 pisos a pie para sacar a alguien de un ascensor, volver a bajar y hacer lo mismo en otro edificio», explicó a AFP.

Su colega, Konstiantyn Krul (36 años) afirmó que últimamente está realizando unas doce intervenciones cada día.

En una de ellas, subió 12 pisos para rescatar a Mykola Bezruchenko, de 71 años.

«Era como estar sentado en un submarino», declaró Bezruchenko a AFP. Estuvo una hora encerrado en el ascensor, a oscuras.

Pero «sobreviviremos», aseguró. «Pronto habrá terminado diciembre y luego, las vacaciones de enero se pasarán rápido y la primavera llegará», sostuvo.

«No podemos perder en primavera», apostilló.