Toneladas de cacao colombiano despegan de una antigua pista del narco
Desde hace diez años árboles de cacao han venido reemplazando a los arbustos de coca en este departamento del tamaño de Guatemala que linda con Venezuela.
William Rodríguez lanza una fruta de cacao en una plantación de cacao en Guerima, Colombia, el 2 de diciembre de 2022. Foto: AFP.
Un avión cargado de cacao despega de un breve claro que interrumpe la selva espesa. En Güerima, Vichada, a las puertas de la Amazonía colombiana, las antiguas pistas del narcotráfico sirven a los campesinos que abandonaron los cultivos ilícitos en esta región. Güerima es una localidad pobre, despoblada y sin carreteras.
Desde hace diez años árboles de cacao han venido reemplazando a los arbustos de coca en este departamento del tamaño de Guatemala que linda con Venezuela. Está lejos de significar la bonanza que trajo el ingrediente principal para elaborar la cocaína, pero se ha convertido en una fuente estable de ingresos.
«Yo ya sembré una hectárea (con cacao) y quiero dos más», dice a la AFP Marta Cárdenas (44) una de las 2.500 personas que habita en este caserío. En un año, cuando el cultivo entre en edad productiva, espera recibir ganancias del orden de los 200 dólares mensuales, casi equivalentes al salario mínimo.
Cárdenas sigue los pasos de unos 800 campesinos que se asociaron para sembrar 240 hectáreas de cacao en la zona. Empezaron antes del acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) en 2016. Este acuerdo previó beneficios económicos y apoyo técnico para quienes reemplazaran los narcocultivos por productos agrícolas.
Hoy despachan toneladas del fruto en aviones de la Fuerza Aérea, que entrega el producto a una empresa chocolatera en Bogotá y esta a su vez paga a los campesinos unos 2 dólares por kilo.
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Pista de los años ochenta
La pista de tierra desde donde despegan las aeronaves militares data de los años ochenta. En este lugar, el narcotraficante Carlos Lehder levantó aquí un emporio para producir y exportar cocaína por vía aérea en alianza con el conocido Pablo Escobar.
En 1987 Lehder se convirtió en el primer capo colombiano extraditado a Estados Unidos y las FARC tomaron el control de la zona. La guerrilla fijó una suerte de «impuesto» para quienes siguieran con la producción de pasta base de cocaína.
Junto a los caseríos de Chupave y Puerto Príncipe, la región era conocida como el «triángulo de la coca». Un sobrenombre que terminó inmortalizado en el empaque de las tabletas de chocolate, decorado con animales exóticos, paisajes fluviales. Y finalmente, el nombre en mayúsculas de «El triángulo».